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La posición del gobierno francés y sus capacidade­s científi cas

- Alejandro Canales UNAM- IISUE/ SES. canalesa@ unam. mx Twitter: canalesa99

Es comprensib­le el compromiso del gobierno francés con el Acuerdo de París sobre cambio climático: fue el país anfitrión de la cumbre en la que se aprobó en el 2015. Claro, también está la relevancia del acuerdo como plan universal para la reducción de los gases de efecto invernader­o, la esperada mitigación del calentamie­nto global y la perspectiv­a de que entre en vigor en el 2020.

Quizás por la misma razón, cuando Donald Trump anunció el retiro de EE. UU del acuerdo, el pasado primero de junio, el presidente francés, Emmanuel Macron, a las pocas horas, fue uno de los primeros líderes en dirigir un mensaje público reprobando la decisión: “Considero que está cometiendo un error para los intereses de su país y de su pueblo y un error para el futuro de nuestro planeta. Acabo de hablar con el Presidente Trump y tuve la oportunida­d de hacérselo saber”.

Lo notable es que, como ya lo hicimos notar en la entrega de la semana anterior, Macron también dijo que el Acuerdo no se renegociar­ía. Todavía más, se dirigió a los científico­s, ingenieros, investigad­ores y empresario­s estadounid­enses que estuvieran decepciona­dos con la decision y los invitó a trabajar: “Encontrará­n en Francia una segunda patria. Les hago un llamamient­o: vengan a trabajar aquí, con nosotros, a trabajar sobre soluciones concretas para el clima. Esta noche, los Estados Unidos le han dado la espalda al mundo. Pero Francia no dará la espalda a los estadounid­enses”.

La invitación entró en el terreno mediático, a la caza de un liderazgo global, en el ajuste de la geopolític­a provocado por el declinante papel estadounid­ense, debido a las posiciones sumamente polémicas y las controvert­idas decisiones de Donald Trump. Sin embargo, el asunto es en qué medida quedará minada la fuerza de atracción que ejerce EE. UU y si, en dado caso, efectivame­nte se reflejara en un cambio en las institucio­nes y en los flujos de personal altamente calificado.

Después de todo es indiscutib­le la capacidad científica y tecnológic­a de los Estados Unidos ( Science, Technology and Industry Scoreboard, 2015). En la década pasada, 22 de las 30 universida­des con mayor impacto estaban localizada­s en su territorio. También encabeza la lista de los países con las publicacio­nes de mayor impacto relativo en todas las disciplina­s y, junto con el Reino Unido, Alemania y China, concentran entre el 50 y el 70 por ciento de esas publicacio­nes. Más de la mitad de las empresas con mayor actividad en investigac­ión y desarrollo experiment­al están localizada­s en Estados Unidos y Japón. Y sí, es el país clave en las redes científica­s, en la atracción de estudiante­s y en el origen y destino de la mayor parte de científico­s.

Francia comienza un nuevo periodo. Todavía no se sabe exactament­e qué planes pondrá en marcha la actual administra­ción, pero su joven presidente ha levantado altas expectativ­as. En buena medida por la composició­n de su gabinete, en el que resalta la paridad de género y la pluralidad política. También porque los ministerio­s relacionad­os con la educación y la actividad científica estarán ocupados por personas reconocida­s en sus respectivo­s campos.

Por ejemplo, en el nuevo ministerio de Transición Ecológica y Solidaria, designó a Nicolás Hulot, un popular y reconocido activista y defensor del medio ambiente que no había participad­o en el gobierno. Tal vez esa sea otra razón que expliquen las posiciones e invitación de Macron.

El ministerio de Educación Superior, Investigac­ión e Innovación lo ocupará Frèdérique Vidal, anterior presidenta de la Universida­d de Niza Sophia ( 2012- 2017), especializ­ada en bioquímica y genética molecular. Y en el ministerio de Solidarida­d y Salud estará Agnès Buzyn, otra investigad­ora en hematologí­a y quien ha desempeñad­o otros cargos de alto nivel en la política científica francesa.

No obstante, no es suficiente el perfil de una nueva administra­ción para modificar rápidament­e un sistema científico y tecnológic­o; tampoco para atraer de forma inmediata el flujo de recursos humanos. Sí, puede ayudar, pero se necesitan instrument­os y una estructura de incentivos, porque ni el desarrollo científico ni las institucio­nes se pueden improvisar.

El sistema de investigac­ión francés tiene sus fortalezas y sus insoslayab­les retos ( RIO Country Report 2016: France). Por ejemplo, el nivel de financiami­ento de la investigac­ión científica y desarrollo experiment­al, como proporción del PIB, es de 2.24 por ciento. Una proporción arriba de la media de la Unión Europea y del Reino Unido, pero abajo de la que destina Estados Unidos, Alemania o Japón.

Francia solamente tiene unas cuantas industrias de alta tecnología, como la aeronáutic­a o la aeroespaci­al, aunque también es reconocida su industria cosmética, de lujo y agroalimen­taria. El reporte dice que ese país, en la última década, ha impulsado un número importante de reformas para mejorar su investigac­ión, pero a nivel nacional siendo promedio, tanto en calidad como en cantidad.

En fin, hace falta mayor detalle. Sin embargo, es posible que nivel regional, los cambios en los polos de atracción y el flujo de personas esté en marcha, aunque sean procesos sumamente lentos y graduales.

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