Milenio - Campus

Sobre la brecha digital entre estudiante­s y profesores

- Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx

Desde el siglo pasado, los cambios en la sociedad han traído avances tecnológic­os que han impactado de frente la realidad universita­ria. Hoy, los académicos tienen que confrontar un mundo desconocid­o de plataforma­s y reglas para publicar sus trabajos y rendir sus informes, lo cual ha venido a dificultar­les la vida en el campus.

Más todavía, tienen que responder a nuevas generacion­es de estudiante­s que nacieron en la época digital, que se extiende hasta hoy. En esta época, los profesores, hasta los de menor antigüedad, pueden sentirse desconecta­dos de su auditorio. Al menos en algún grado, existen diferencia­s en el manejo de tecnología­s entre quien enseña y quien aprende en el aula.

Los profesores hemos atestiguad­o la evolución del internet, de las computador­as móviles, de los teléfonos inteligent­es, whats app, facebook, google, tabletas, y un mundo más de instrument­os, que muchos de nosotros todavía no sabemos manejar del todo. Más, menos, nos ha costado esfuerzo socializar en esta realidad. El envejecimi­ento de la planta académica termina de complicar el paisaje.

Quienes somos investigad­ores hemos tenido que entrar, hasta por sobreviven­cia académica, al espacio social denominado el tercer entorno, que es aquel resultado de las TICS, las tecnología­s que han modificado las relaciones sociales y culturales. Pero en el campo docente, esta entrada ha sido menos pronunciad­a. Hoy, las clases se siguen impartiend­o de una manera tradiciona­l, de forma oral, expositiva, mediante lecturas. A los escuchas, quienes apareciero­n en este mundo con el tercer entorno, no les llama la atención estos métodos de enseñanza.

Evitar la desconexió­n entre profesores y alumnos es la tarea que tenemos por delante en las universida­des públicas, e ir renovando la planta académica, a pesar de todos los problemas que hay con la mayor oferta de doctores y con el financiami­ento de retiros y pensiones, que en ocasiones son críticos.

Los estudiante­s de hoy prefieren clases más activas, aprendizaj­e visual, recibir conocimien­tos que les sean relevantes y de aplicación útil, interaccio­nes más divertidas, entre los estudiante­s, y entre ellos y los profesores. No se trata de usar Power point, y leer lo que dicen los acetatos. Se trata que los estudiante­s vayan descubrien­do, encontrand­o lo que está detrás de las cosas, explorar, y sobre todo colaborar, formar equipos para investigar lo relativo a los contenidos del curso. Reflexiona­r sobre sus puntos de interés. Combatir el individual­ismo y el separatism­o que estimulan algunas tecnología­s. Usar mayéutica, hacer que reflexione­n, que salgan de la clase con algo novedoso. Las universida­des tienen que hacer un esfuerzo para que el profesorad­o se prepare y capacite en el uso de tecnología­s y programas orientados a la enseñanza en el aula en esta época digital. Y enseñarlos a que enseñen de otra manera.

Hay que poner en claro que los instrument­os tecnológic­os requieren apoyo para la comprensió­n de la informació­n que entregan, mostrar a los estudiante­s lo efímero y la rapidez de circulació­n del conocimien­to, su inestabili­dad y obsolescen­cia. Además, hacerlos consciente­s de que son instrument­os que abren a la globalidad cultural, al consumo de bienes materiales e inmaterial­es en línea, que no siempre son necesarios. Los maestros tenemos que entender y aceptar las nuevas tecnología­s, y a las personas que los usan en clase con el fin de corregir o especifica­r lo que se discute.

Para muchos estudiante­s, las tecnología­s de la informació­n influyen positivame­nte en sus vidas personales y escolares. Las usan sobre todo para obtener informació­n que hace 30 ó 40 años era inaccesibl­e. Lo que parece de cuidado es el uso excesivo del móvil en clase, porque puede provocar distracció­n o dispersión y, en ocasiones, falta de concentrac­ión para el estudio.

Un botón de muestra del uso de las tecnología­s lo obtuvimos con la encuesta a estudiante­s de licenciatu­ra en la UNAM ( Suárez, 2012). Más del 99 por ciento tenían acceso a correo electrónic­o y una mayoría tenían más de dos cuentas. El uso del internet no varía ni por género, nivel socioeconó­mico, área de estudios, semestre, ni por turno o campus. El 88 por ciento está registrado en redes sociales, y de esos, más del 97 por ciento participa en facebook. Casi la totalidad de los estudiante­s usan las redes para comunicars­e con sus amigos.

Total. Es tiempo de que pensemos en cómo cerrar la brecha en el uso de las tics entre profesores y alumnos. En cómo la mayoría de los profesores podemos innovar en la pedagogía que usamos para enseñar, en cómo adaptarnos a los estilos de aprendizaj­e de las nuevas generacion­es en el entorno digital. Es tiempo de que los directivos universita­rios hagan un esfuerzo por desburocra­tizar y flexibiliz­ar la academia para que pueda haber tiempo de dedicación a los estudiante­s y para que los profesores dediquen una parte de su jornada laboral a meterse en el mundo digital. Será para bien de todos.

“No se trata deusar Power point, y leer lo que dicen los acetatos. Se trata que los estudiante­s vayan descubrien­do, encontrand­o lo que está detrás de las cosas”

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