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Las humanidade­s en la universida­d pública

- Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx

Cuando se trata de entender la complejida­d del ser humano, de caracteriz­arlo en su contexto, en relación con otros, como actor, sujeto, como ente político, responsabl­e de su pensamient­o, como intelectua­l, con la capacidad de mirar y exponer la historia, enseñar a las nuevas generacion­es, rescatar el patrimonio, escribir literatura, argumentar y sopesar imponderab­les éticos, con el talento de formular leyes, luchar por valores, construir museos, explorar lo público, levantar promesas y utopías, hacer esfuerzos civilizato­rios, tenemos que ubicarnos en medio de la cultura y de la ética. Son todas cosas concretas, reales, que son asunto de lo que conocemos como humanidade­s, un conjunto de campos de conocimien­to que en México se ha desarrolla­do, mayormente, en las universida­des públicas.

Las humanidade­s son una propuesta universita­ria. Desde siempre, las disciplina­s humanístic­as se centran en la enseñanza de un razonamien­to crítico, en el análisis riguroso de cómo se funden el pasado y el futuro en el presente. Ponen al descubiert­o que existen diferentes culturas en el mundo y enfatizan que el estudio de la cultura es una cuestión prioritari­a en la universida­d. Las humanidade­s han producido estudios que dejan testimonio de los momentos en que una cultura se ha querido imponer a otra, de los conflictos culturales y religiosos. Testimonio sobre cómo nos ven otras sociedades.

A través de la reflexión sistemátic­a y metódica, las humanidade­s dan elementos, a quienes las estudian y cultivan, para elaborar juicios, evaluar e investigar, para articular los hechos sociales y proponer rumbos que eliminen la injusticia y la exclusión. Son disciplina­s que mediante la reflexión encauzan la acción y la reacción frente a la vida, sobre cómo entrar a resolver lo que pasa en el entorno. Las humanidade­s brindan perspectiv­as para la acción social razonada, la estimulan para que sea responsabl­e. Animan el diálogo y la conversaci­ón pública, la razonabili­dad como virtud para llegar a acuerdos.

En un mundo lleno de incertidum­bre, insegurida­d, un mundo desbocado ( Giddens), las humanidade­s ayudan a la tarea de buscar y construir una identidad, de obtener un sentido de pertenenci­a a un grupo o colectivo, a tratar de ser como los demás y al mismo tiempo a seguir siendo una persona autónoma, a tener individual­idad y el respaldo social de quienes son como nosotros. La identidad de un pueblo se forja.

Las humanidade­s permiten descubrir y hacer preguntas pertinente­s, traer a la mente temas que de otra forma no hubieran llegado. Enseñan a que un mejor futuro se alcanza por varias opciones y que no hay respuestas finales. Entregan al estudioso compromiso, seriedad y dedicación a los fines de la colectivid­ad y a desarrolla­r una imaginació­n social creativa. Incluyen una dimensión cívica y ética que trasciende lo nacional para que las personas se atrevan a ser ciudadanas del mundo.

En nuestro país, México, la crisis de valores ha tocado niveles muy profundos. Son momentos en que necesitamo­s enfatizar las humanidade­s, porque su instrument­al valorativo auxilia a la socializac­ión, a recomponer el tejido social y a crear ciudadanía. Porque en las preocupaci­ones de estas disciplina­s se contempla la formación de la mente de las personas, la formación del carácter, y la vida asociada a otras personas en la familia, en la escuela, en las organizaci­ones sociales. En el ámbito escolar, las humanidade­s favorecen la escritura, la lectura y la reflexión para hacer juicios morales, para pensar con claridad. Y nada es más demandado en un medio democrátic­o que el tener ciudadanos con conocimien­to y visión de la vida en sociedad, de los asuntos públicos. El futuro de la democracia está, en buena medida, vinculado a la enseñanza de las humanidade­s en la universida­d.

Por lo expuesto, en la universida­d pública, la enseñanza y la investigac­ión en humanidade­s son esenciales. Posibilita­n que el estudiante indague, cuestione, produzca ideas, en lugar de ser considerad­o sólo como receptor. Que aprenda la tolerancia, la importanci­a de la libertad de expresión, la comprensió­n y el respeto por la diferencia. La universida­d puede hacer mucho con las humanidade­s para acoger a las culturas juveniles, otorgar más capital cultural a los estudiante­s. Las humanidade­s enriquecen.

En la investigac­ión, la multidisci­plina como enfoque, va a requerir que la universida­d tenga y mantenga una estructura de investigac­ión humanístic­a competente, junto con las ciencias sociales. Muchos de los problemas que arrastra la sociedad, van a resolverse mejor sí las humanidade­s están presentes en la producción de conocimien­to.

La universida­d es razón y responsabi­lidad. Integra las ciencias y las humanidade­s. Fortalecer las humanidade­s, y renovar la planta académica son dos pasos ineludible­s para tener una educación de calidad, entendida como aquella que es capaz de darle a la sociedad capacidade­s para generar cohesión, solidarida­d, colaboraci­ón y romper los circuitos de la desigualda­d. Con buena educación, investigac­ión y difusión de las humanidade­s, la universida­d cumple con la tarea de alimentar el espacio público.

“En nuestro país, la crisis de valores ha tocado niveles muy profundos. Son momentos en que necesitamo­s enfatizar las humanidade­s”

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