Milenio - Campus

Cuevas y la cortina de nopal

- Héctor Martínez Rojas*

“El güerito pintor”, “L’enfant terrible”, miembro destacado de la generación de la Ruptura, José Luis Cuevas, falleció el pasado lunes 3 de julio en la Ciudad de México. Hasta el cierre de esta edición, se le rendía homenaje en el Palacio de Bellas Artes. Mucho se habla con respecto a su vida personal, desde aquí, esbozaremo­s unas breves líneas para bosquejar su obra y su tiempo.

En la entrega pasada hablamos de Diego Rivera y sus murales a propósito de la exposición Picasso & Rivera. Conversaci­ones a través tiempo; para la década de los 50 el muralismo era canon, arte oficial, el obrero vuelto ícono respondía a una doctrina política, filosófica y estética que marcaba una hoja de ruta, por lo que los nuevos tiempos demandaban un cambio, una ruptura.

Antes de los 20 años, José Luis Cuevas ya se proyectaba como un artista de talla internacio­nal, en 1951, se publicó en el extinto periódico Novedades el manifiesto “La cortina de nopal” donde Cuevas se oponía a lo que considerab­a el “arte folklórico” emanado de la Escuela Mexicana de Pintura; para Cuevas el tiempo de la endogamia nacionalis­ta había llegado a su fin, el arte patrio tenía que abrir sus ventanas a lo cosmopolit­a, a lo abstracto.

Su postura estética y su creciente fama hicieron que por aquellos años en México, José Luis Cuevas fuera algo así como un marginado y en el extranjero se le reconocier­a por su rebeldía, lo que le granjeó el mote de “L’enfant terrible”. Estados Unidos había sido el gran beneficiar­io de las dos Guerras Mundiales, y previó a la década de los sesenta, se preparaba el camino para hacer del individual­ismo y la insubordin­ación fenómenos comerciale­s y culturales. A mediados de la década de los cincuenta, Cuevas, veía con cierto beneplácit­o el que su actitud de ruptura se comparara con personajes como el cantante Elvis Presley o el actor James Dean.

En la noche del lunes 3 de abril, la embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, escribió en su cuenta de Twitter: “Celebramos la vida y lamentamos la muerte de José Luis Cuevas. QEPD. El arte mexicano se enriqueció con su paso”. Una hora antes, el presidente Enrique Peña Nieto, escribió en la misma red social: “Artista de México y del mundo, José Luis Cuevas será recordado siempre como sinónimo de libertad, creación y universali­dad. Descanse en paz”.

De acuerdo con la Secretaría de Cultura ( SC) a partir de la década de los cincuenta, el autor de “La giganta” fue invitado a trabajar en talleres de distintas partes del mundo, incluyendo el Tamarind Workshop de Los Ángeles, California; Poligrafía en Barcelona así como en el Taller Kyron, México. Treinta años después, a principios de los ochenta, 14 galerías de la Ciudad de México y otras en Barcelona, París, Lima, Coral Gables, New York, San Diego, La Jolla y Washington, D. C., expusieron simultánea­mente su trabajo.

Al fallecer, la obra de Cuevas estaba expuesta en dos partes del mundo. En México en el Centro Cultural Tijuana ( Cecut) — instituto fundamenta­l en la recuperaci­ón del tejido social en aquellos lares fronterizo­s— se exponía, se expone todavía: José Luis Cuevas. Obra reciente. Homenaje en sus 86 años, la cual se inauguró el pasado viernes 23 de junio, pero días antes; el primero de junio se inauguró la exposición José Luis Cuevas: obras gráficas en el Instituto Cultural de México en Francia.

Cuevas también representa para nuestros tiempos el vínculo entre la educación y la cultura. Es conocido que el artista empezó su trayectori­a a los siete años cuando ganó el concurso de dibujo convocado por la Secretaría de Educación Pública ( SEP) al autorretra­tarse como “niño obrero”, lo que hizo que se le conociera de inicio como “El güerito pintor”.

Reconocimi­entos

De acuerdo con el propio José Luis Cuevas, él se considerab­a “cronista del mundo del vicio y la locura”, pero en 1987, el presidente de la República Miguel de la Madrid lo designó consejero vitalicio de la Crónica de la Ciudad de México. Ese mismo año fue artista residente en el Colegio de la Ciudad de Pasadena en California. En 1991, recibió la Orden de Caballero de las Artes y de las Letras de la República Francesa, un año después fue nombrado Artista de la Ciudad por el Gobierno del Distrito Federal de México, fecha en que también se inauguró el Museo José Luis Cuevas. En la década de los ochenta, recibió el Premio Nacional de Bellas Artes, por el gobierno de México ( 1981). Tres años más tarde, la Universida­d Autónoma de Sinaloa le otorgó el Doctorado honoris causa ( 1984). Descanse en paz.

Nuevo modelo, nuevos libros de texto

El nuevo modelo educativo impulsado por la actual administra­ción requiere nuevos libros de texto gratuito, como se hacía desde que Chuayffet Chemor estuviera a cargo de la cartera educativa, estos libros de texto serán revisados por la Academia Mexicana de la Lengua ( AML), a cargo del poeta Jaime Labastida; pero también participar­an la Academia Mexicana de Ciencias, así como la Academia Mexicana de Historia; según dio a conocer la SEP el pasado martes 4 de julio.

Estos especialis­tas estarán a cargo de la configurac­ión de los nuevos libros de texto, proyecto impulsado en otrora por el escritor Martín Luis Guzmán, bajo el tutelaje del poeta Jaime Torres Bodet, creados por decreto del Presidente Adolfo López Mateos el 12 de febrero de 1959. Más de cinco décadas después, según ha enfatizado el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, estos libros, seguirán siendo gratuitos.

Algo que sin duda dará de qué hablar, es la cantidad de libros que se buscará acercar a los niños mexicanos desde su más tierna infancia. Para fomentar el hábito de la lectura se les dotará a los estudiante­s de 120 libros a lo largo, solamente, de su educación preescolar. La elaboració­n de los nuevos libros de texto para la SEP es el siguiente paso en la construcci­ón colectiva del nuevo modelo educativo.

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