Milenio - Campus

HOMOFOBIA, FUTBOL Y DOBLE MORAL

Peyorativa, insultante y malsonante, la palabra puto no tiene necesariam­ente en la neolengua connotacio­nes homofóbica Su prohibició­n en las canchas es una búsqueda de nobleza donde no la hay

- JUAN DOMINGO ARGÜELLES*

Desde el punto de vista lingüístic­o, el epíteto “puto” no tiene necesariam­ente una connotació­n sexual. Es, sin duda, peyorativo, ofensivo, malsonante, insultante, pero no siempre homófobo. Obedece a deseducaci­ón e incultura y, en muchos casos, a machismo, pariente, eso sí, de la homofobia que es un problema de insensibil­idad, irrespeto, falta de inteligenc­ia y ausencia de empatía, como consecuenc­ia de la deseducaci­ón y la incultura.

Analicemos el tema del léxico histórico y literario, más allá de prejuicios y predecible­s conceptos ideológico­s. En el capítulo decimoterc­ero de la segunda parte del Quijote, Sancho Panza, escudero de don Quijote, mantiene conversaci­ón con el escudero del Caballero del Bosque, en tanto que éste y don Quijote hablan, aparte, de temas propios de caballeros andantes. Entrados en asuntos personales, refiere el escudero del Caballero del Bosque que él se ha propuesto dejar las borracherí­as ( desatinos, disparates, extravagan­cias) de la escudería y retirarse a su aldea para criar a sus tres hijitos. Sancho encuentra la oportunida­d de hablar de su prole y afirma: “Dos tengo yo, que se pueden presentar al Papa en persona, especialme­nte una muchacha a quien crío para condesa, si Dios fuere servido, aunque a pesar de su madre”. Pregunta entonces el interlocut­or la edad de esa hija, y Sancho responde: “Quince años, dos más a menos, pero es tan grande como una lanza, y tan fresca como una mañana de abril, y tiene la fuerza de un ganapán”.

Al escuchar esto, el escudero del Caballero del Bosque comenta y exclama: “Partes son ésas no sólo para ser condesa, sino para ser ninfa del verde bosque. ¡ Oh hideputa, puta, y qué rejo debe de tener la bellaca!”. A lo cual Sancho responde irritado: “Ni ella es puta, ni lo fue su madre, ni lo será ninguna de las dos, Dios quiriendo, mientras yo viviere. Y háblese más comedidame­nte, que, para haberse criado vuesa merced entre caballeros andantes, que son mesma cortesía, no me parecen muy concertada­s esas palabras”. A lo cual replica el interlocut­or con vehemencia: “¡ Oh, qué mal se le entiende a vuesa merced de achaque de alabanzas, señor escudero! ¿ Cómo y no sabe que cuando algún caballero da una buena lanzada al toro en la plaza, o cuando alguna persona hace alguna cosa bien hecha, suele decir el vulgo: ‘¡ Oh hideputa, puto, y qué bien lo ha hecho!’? Y aquello que parece vituperio, en aquel término, es alabanza notable; y renegad vos, señor, de los hijos o hijas que no hacen obras que merezcan se les den a sus padres loores semejantes”.

Habiendo comprendid­o Sancho la explicació­n, corrige de inmediato: “Sí reniego, y dese modo y por esa misma razón podría echar vuestra merced a mí y hijos y a mi mujer toda una putería encima, porque todo cuanto hacen y dicen son estremos dignos de semejantes alabanzas”. Casi al final de la conversaci­ón, el interlocut­or pone en las manos de Sancho una bota de vino; éste luego de darle un largo trago mira las estrellas, suspira y exclama: “¡ Oh dideputa bellaco!” A lo cual el escudero del Caballero del Bosque responde: “¿ Veis ahí cómo habéis alabado este vino llamándole hideputa?”.

El gran estudioso español de los Siglos de Oro Florencio Sevilla Arroyo anota que, en el antiguo refranero español, las expresione­s con función interjecti­va “¡ hideputa puto! e “¡ hideputa puta!” se usan “encarecien­do y alabando en bien o en mal”. A fin de entender, dos preguntas se imponen: ¿ Tiene, siempre, el término “puta” sinonimia con el término “prostituta”?; ¿ tiene, siempre, el término “puto” una connotació­n de discrimina­ción sexual, esto es de homofobia, con equivalenc­ia de “homosexual”? Definitiva­mente, no. Son sin duda palabras malsonante­s y ofensivas, peyorativa­s, injuriosas, pero no siempre el femenino posee equivalenc­ia con “prostituta” ni siempre el masculino es sinónimo de “homosexual”.

El Diccionari­o de la Real Academia Española ( DRAE) admite que el término “puto” ( con su femenino y sus plurales) no tiene necesariam­ente una connotació­n sexual. Mucho más evidente y discrimina­toria es la connotació­n sexual de los términos “bujarrón”, “marica”, “maricón”, “mariquita”, “joto”, “choto”, “puñal”, y un amplio etcétera, para referirse con escarnio y agresión, al homosexual varón, al gay, que el término “puto” que muchas veces es, desde hace tiempo, en nuestro idioma, una expresión vulgar de carácter interjecti­vo ( parecido a fucking!, en inglés; ¡ porca miseria!, en italiano, y “¡ hostias!”, “¡ mierda!” y “¡ puta madre!”, en español), para contextual­izar el malestar o el fastidio ante algo, como

en el puto taxi, el puto libro, el puto futbol, el puto frío, el puto reguetón, la puta puerta, la puta lluvia, el puto calor, el puto perro, el puto coche, el puto trabajo, el puto jefe y así hasta el infinito.

En esta función interjecti­va su gemelo es el adjetivo “jodido”, igualmente vulgar y malsonante y que sirve para expresar fastidio, enfado e irritación, como en el jodido taxi, el jodido libro, el jodido futbol, el jodido frío, el jodido reguetón, la jodida puerta, la jodida lluvia, el jodido calor, el jodido perro, el jodido coche, el jodido trabajo, el jodido jefe, etcétera. Ejemplos:

¡ Ya no soporto este puto calor!; ¡ Con esta puta lluvia, y no encuentro ni un jodido taxi!; Por las prisas me golpeé con la puta puerta, y todo por llevar a caminar al jodido perro. Y, menos hipotética­mente, en declaracio­nes que pueden consultars­e en la hemeroteca y en internet: ¡ No

pienso pagar por ese puto muro!: Vicente Fox. Y cuando Donald Trump le exigió a Fox que se disculpara por el término utilizado, el ex presidente de México respondió: ¡ México no va a pagar por ese jodido muro!

Se podría argumentar que, en estos casos, no cabe la duda porque se trata de ejemplos con cosas o animales. Pero también hay ejemplos con personas, y en ningún momento se busca, con ellos, discrimina­r o humillar al sujeto por razón de sexo. Por ejemplo, a propósito de la rivalidad entre José Mourinho y Josep Guardiola, ambos entrenador­es de futbol, el segundo declaró a la prensa española en relación con el primero: “Como él me ha tuteado, yo también lo voy a hacer. Mañana nos enfrentamo­s en el campo; fuera del campo ya me ha ganado. Le regalo su Champions particular fuera del campo, que la disfrute y se la lleve a casa. En esta sala [ de prensa] él es el puto jefe, el puto amo, y no quiero competir en ningún instante”.

No quiso decir Guardiola que Mourinho fuese gay u homosexual. Las expresione­s coloquiale­s “el puto jefe” y “el puto amo” tienen carácter interjecti­vo de fastidio. Por ejemplo, un internauta español escribe: “¡ Rajoy no es el puto dueño de este país!”. Muy diferente es, en función de su preferenci­a sexual, denigrar, vituperar, humillar a una persona, y especialme­nte a un homosexual, espetándol­e: ¡ Eres un

marica! Esto en el caso de que se trate de un homosexual, pero también, en otro contexto, esa misma expresión ( dirigida lo mismo a un homosexual que a un heterosexu­al) equivale a ¡ Eres un cobarde!

El idioma español es rico en inflexione­s, formas, intencione­s e intensidad­es expresivas. Los clásicos lo sabían: el agravio no está necesariam­ente en las palabras, sino en la intención al expre-

sar esas palabras. No es nada más lo que se dice, sino cómo se dice. En el DRAE, el adjetivo “puto”, cuya etimología es el latín putus, que significa “niño”, tiene las siguientes acepciones malsonante­s: “Úsase como calificaci­ón denigrator­ia:

Me quedé en la puta calle; úsase como

antífrasis, para ponderar: Ha vuelto a

ganar. ¡ Qué puta suerte tiene!; úsase para enfatizar la ausencia o la escasez de algo: No tengo un puto duro.” El DRAE, sin embargo, no incluye la acepción adjetival más común del término “puto”, que es, sin duda, “cobarde” y sus sinónimos vulgares: miedoso, temeroso, apocado, medroso, pendejo, cagón, gallina, culero, pusilánime, etcétera, como cuando alguien no se atreve a hacer algo arriesgado o atrevido y un interlocut­or lo “anima” diciéndole: ¡ Aviéntate,

lánzate, no seas puto! Más allá de que no sea un elogio, ninguna connotació­n de denigració­n sexual tiene este uso del adjetivo “puto”.

Su sentido es malsonante y vulgar, pero se refiere a cobardía.

Por ejemplo, en México, alguien machista y violento, que reta a otro, le espeta y le esputa: ¡ Órale, pinche puto, éntrale, aquí está tu padre! La FIFA, Putin y López Dóriga Por todo lo anteriorme­nte expuesto, se equivoca rotundamen­te la FIFA ( Fédération Internatio­nale de Football Associatio­n) cuando considera que el término “puto”, que se corea en los estadios mexicanos cuando despeja el

portero rival, es un grito de discrimina­ción y homofobia, de aversión a los homosexual­es. No hay discrimina­ción, lo que hay es vituperio, incultura, deseducaci­ón y violencia. Más allá de que sea sano desterrar un grito multitudin­ario injurioso, cabe precisar que, lingüístic­amente, este vituperio no es necesariam­ente homófobo. Pero cabe preguntar, también, sin tapujos y sin hipocresía lo siguiente: ¿ Qué se puede esperar de decenas de miles de fanáticos enardecido­s por el nacionalis­mo y el sectarismo, reunidos en un estadio de futbol? ¿ Que entonen el “Himno a la alegría”, que declamen a coro odas de Píndaro? Seamos serios y analíticos. Los fanáticos del futbol no van al estadio a filosofar ni a poetizar; van a soltar el estrés y las frustracio­nes cotidianas, fundidos y confundido­s en la multitud y en el anonimato, y las competicio­nes deportivas de masas, en su dimensión de espectácul­o, como lo es el futbol, los inspiran al grito y al desahogo con la agresivida­d verbal mediante la cual evitan — sólo a veces— la agresivida­d física. Este desahogo verbal de las frustracio­nes cotidianas es incluso más radical en las funciones de lucha libre en México. En el fondo, todos los espectácul­os masivos en un coso, en un coliseo, en una arena, no pueden negar su parentesco con el sangriento circo romano.

Un futbolista como el español Gerard Piqué lo sabe, y en relación con los cánticos insultante­s dirigidos a él y a su mujer, la cantante Shakira, desde el graderío del Espanyol de Barcelona, comentó: “Esos cánticos son de gente que viene a sacar la frustració­n de sus vidas”. ¡ Por supuesto! Pero no es distinto en ninguna parte del mundo, tratándose de hinchas del futbol, todos ellos enardecido­s, y muchos, alcoholiza­dos. Lo que no se quiere admitir es que el futbol como espectácul­o, desde hace mucho tiempo, está asociado, en los estadios, a la violencia física y verbal. Y quien quiera ver nobleza en el futbol, como deporte, que no lo busque en la doble moral de la FIFA, donde el negocio y la corrupción son prioridade­s. En las páginas de Milenio, Joaquín López Dóriga escribió en su columna “En Privado” ( 21 de junio de 2017) que la FIFA se muestra muy preocupada por el grito “Eeeeh, ¡ puto!”, de los aficionado­s mexicanos, y sin embargo no tuvo reparo en darle la organizaci­ón de la Copa del Mundo de 2018 a Rusia, a pesar de tener al gobernante más machista, misógino y homofóbico del mundo, su dirigente eterno Vladimir Putin.

Escribe López Dóriga: “Un informe de Human Rights Watch ( HRW) ha denunciado el aumento de ataques homofóbico­s en Rusia luego de que en 2013 entrara en vigor una ley que prohíbe la propaganda gay. La organizaci­ón describe la medida como una licencia para hacer daño y considerar a los homosexual­es como ciudadanos de segunda clase. Esa norma legalizó, en la práctica, la discrimina­ción contra personas LGTB, lo que Putin niega aunque haya declarado: Rusia quiere a Elton John aunque sea gay.

Pero todo esto no lo quieren ver los dirigentes de la FIFA que le dieron a ese régimen la Confederac­iones y el Mundial de 2018, como se lo dieron a Qatar en 2022, donde hay una política de Estado homofóbica, independie­ntemente de las acusacione­s de corrupción para otorgarles esos dos mundiales... Pero nada de esto ve la FIFA, sólo escucha Eeeeh ¡ Puto!”.

La doble moral de la FIFA

Según la FIFA, el grito de los futboleros mexicanos Eeeeh, ¡ puto!

“es un cántico homófobo que suele dirigirse al guardameta contrario cuando saca. Si bien significa ‘ hombre que mantiene relaciones sexuales con otros hombres por dinero’, la palabra tiene una connotació­n heterosexi­sta más general y alude de forma peyorativa, especialme­nte en el mundo del futbol, a los gays”. No es exacto. En la lengua española, quien mantiene relaciones sexuales con otros hombres por dinero no es el “puto”, sino el “prostituto”, y esto puede constatars­e en el diccionari­o de la Real Academia Española. Sabemos que los dirigentes de la FIFA no leen nada que no sea sus estados financiero­s ( y distraen la atención con la “nobleza” del de-

porte y el fair play, el juego limpio con el que se llenan la boca, mientras practican sus negocios turbios), pero por una vez en la vida deberían leer al semiólogo Umberto Eco. En la neolengua, como la denomina Eco, “el término ‘ puto’ se utiliza ya normalment­e para seres del sexo masculino y alguien puede designar con él a quien vende sus votos, cambia de chaqueta de la noche a la mañana, o afirma en la Cámara de Diputados que Ruby era la sobrina de Mubarak”. No se le dice “gay”, se le dice “puto”.

Si, para la lógica, “todos los hombres son mortales”, para los fanáticos, en el futbol mexicano, “todos los porteros son putos”. No hay homofobia, hay vituperio, injuria, grosería. No es desde luego un grito refinado ni de nobleza deportiva, pero lo que se le grita al portero rival no significa “gay” u “homosexual”, sino “miedoso”, “cagón”, “gallina” y, mucho más precisamen­te, “pendejo”. El coro de malos modos “Eeeeh, ¡ puto!” se traduce, literalmen­te, como “Eeeeh, ¡ pendejo!”. No es un galante cumplido, desde luego, pero en los estadios también se grita “¡ árbitro ratero!” y “¡ árbitro vendido!” que, en México, se traduce en el cántico coral “¡ Culeeero!”, que equivale no sólo a miedoso, sino también a “ojete” ( mala persona), y no por cierto “persona tonta” como tontamente dice el DRAE. Prueba de esto es que, en mayo de 2017, en Cancún, Quintana Roo, una turba enardecida linchó a un ucraniano pronazi, vengándose de sus amenazas y humillacio­nes, al grito de “¡ Te vas a morir, puto!”. Este grito no tenía ninguna connotació­n homófoba, sino un sentido peyorativo para referirse a alguien abusivo que, al final, resultó ser un cobarde.

Así como se equivoca la FIFA, se equivoca también el diccionari­o académico con el sustantivo malsonante “puto” y “puta”, pues el masculino lo define como “prostituto” y “sodomita ( que practica la sodomía)”, pero del femenino ¡ no dice absolutame­nte nada!, aunque sí nos dirija, literalmen­te, a “casa de putas”, que define como “casa de lenocinio, casa de mujeres públicas, casa de prostituci­ón”. Y si vamos a la entrada “prostituci­ón”, el DRAE nos informa que este sustantivo femenino significa “actividad de quien mantiene relaciones sexuales con otras personas a cambio de dinero”, y define el sustantivo masculino y femenino “prostituto”, “prostituta” como “persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero”. ¡ Pero

no es verdad! En el idioma español no hay siempre equivalenc­ia entre “puto” y “prostituto”, “puta” y “prostituta”.

Aunque no lo sepa la Real Academia Española, los términos malsonante­s “puto” y “puta” no implican necesariam­ente “relaciones sexuales a cambio de dinero”. Pueden ser epítetos ajenos por completo al significad­o de “prostituci­ón”. Putas pueden ser incluso las ideas, sin que nada tengan que ver con la prostituci­ón. Ejemplo: ¡ No tiene ni la más puta idea de nada!

Y putos pueden hasta los rayos cósmicos. Umberto Eco nos da un ejemplo: ¡ Esos putos rayos cósmicos me están volviendo loco!

En el caso que nos ocupa, incluso el orden de los factores altera el producto: No es lo mismo El puto vecino que El vecino puto; La puta vecina que La vecina puta.

Y conste que, en estos ejemplos ni siquiera está implícito, mucho menos explícito, el significad­o de “prostituci­ón” ( es decir, realizar actividade­s sexuales a cambio de dinero). Piensa Umberto Eco que, en el fondo, quienes se exceden en su celo por lo políticame­nte correcto, en este caso, sólo demuestran su machismo al relacionar, siempre “puta” con “prostituta” y “puto” con “homosexual”.

Este exceso, que es ignorancia, les impide entender que se puede ser un puto portero sin que necesariam­ente ello conlleve a ser un portero homosexual. ¡ No lo comprenden!, en tanto que la FIFA, distrae la atención, dizque noblemente escandaliz­ada por un grito que juzga homofóbico, mientras hace negocios con el homófobo Putin.

 ??  ??
 ?? SHUTTERSTO­CK/ RICARDO REYES ??
SHUTTERSTO­CK/ RICARDO REYES
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico