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Reconocimi­ento mundial de cualifi caciones

- Alejandro Canales UNAM- IISUE/ SES. canalesa@ unam. mx Twitter: canalesa99

Un convenio mundial de reconocimi­ento de títulos, grados y diplomas de la educación superior todavía no es una realidad. Sin embargo, es posible que para el final de este año o el siguiente lo sea. No será fácil. El comité encargado de la redacción de un posible convenio, después de más de un año de trabajo, celebró su última sesión al final del mes pasado y ha dicho que ya está el anteproyec­to, el cual será presentado al comité ejecutivo de Unesco el próximo mes de noviembre ( unesco. org 05.07.2017).

La elaboració­n de un documento marco en la materia se ha vuelto cada vez más apremiante y es, quizás, la expresión inequívoca de que hoy estamos ante un notable incremento en el flujo internacio­nal de personas con altos niveles de calificaci­ón. Por ejemplo, de 1990 a 2010, en los países de la OCDE, el número de migrantes altamente calificado­s ( al menos con un grado de estudios superiores) se incrementó 130 por ciento, mientras que los de baja calificaci­ón ( educación primaria) solamente creció en 40 por ciento ( Kerr, S. P. et al. 2016. “Global Talent Flows”. Journal of Economic Perspectiv­es, 30( 4), 83– 106).

En el caso de los Estados Unidos, según las cifras de su censo, reveló que casi la mitad de los inmigrante­s que llegaron a ese país entre 2011 y 2015 eran personas con estudios superiores, mientras que entre 1985 y 1990 representa­ron solamente el 27 por ciento. A pesar de que las personas provenient­es de Asia han contribuid­o de forma significat­iva a elevar ese porcentaje de alta calificaci­ón, los que llegan de América Latina representa­n alrededor de una cuarta parte ( Batalova, J., & Fix, M. 2017. New Brain Gain: Rising Human Capital among Recent Immigrants to the United States. Washington, D. C.).

Una movilidad que segurament­e continuará en ascenso con nuevos desafíos por delante pero que, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, hoy sigue rutas muy variadas. Ya no es solamente desde un punto, en una sola dirección o concentrad­a en una región. Ciertament­e, la búsqueda de acuerdos internacio­nales sobre niveles de calificaci­ón no es un asunto reciente. De hecho, como lo dice la propia Unesco ( 2015), desde mediados del siglo pasado se ha discutido el tema y en los años setenta e inicios de los ochenta se produjo una primera generación de convenios regionales.

Uno de los primeros acuerdos en ratificars­e fue el “Convenio regional de convalidac­ión de estudios, títulos y diplomas de educación superior en América Latina y el Caribe”. Por cierto, el convenio fue firmado en México en julio de 1974, hace casi medio siglo. Ahí, en una veintena de artículos, quedaron las definicion­es, los objetivos, los compromiso­s y las condicione­s del reconocimi­ento de estudios.

Por ejemplo, quedó establecid­o que se entendería por reconocimi­ento de un diploma, título o grado extranjero, “su aceptación por las autoridade­s competente­s de un Estado contratant­e y el otorgamien­to a los titulares de dichos diplomas, títulos o grados de derechos concedidos a quienes posean” uno nacional similar.

Tales derechos serían válidos tanto para continuar estudios como para el ejercicio de una profesión. En el primer caso suponía establecer requisitos relativame­nte equivalent­es de admisión y de evaluación en las institucio­nes de la región; en el segundo, aceptar la capacidad técnica del profesioni­sta sin eximirlo de la regulación normativa nacional del ejercicio de la profesión.

Convenios similares se establecie­ron para las diferentes regiones del mundo: Mediterrán­eo ( 1976); Estados Árabes ( 1978); Europa ( 1979); África ( 1981); y Asia y el Pacífico ( 1983). Sin embargo, estos convenios se perfilaron y respondier­on para un mundo que no es el de hoy. Así que, como dice Unesco, vino una segunda generación de convenios al final de los años noventa, espoleados por nuevas alianzas regionales, como el de la Unión Europea y su estrategia de Lisboa, la de América del Norte o la de Asia – Pacífico.

Según la Unesco, actualment­e sería posible un convenio global, derivado de las tendencias regionales y globales de la educación superior. Tendencias que se podrían sintetizar en la palabra “diversific­ación”, tanto de proveedore­s como de suministro­s, alumnos, orientació­n institucio­nal, etcétera. Una diversific­ación animada por la masificaci­ón de la educación superior y las tecnología­s que la han hecho posible.

El asunto es que el volumen de la movilidad académica también se ha incrementa­do de forma importante. En los últimos 15 años el número de estudiante­s móviles se duplicó y se estima que se volverá a duplicar para el final de la década actual. Entonces, el tema del reconocimi­ento de títulos y diplomas se volverá más relevante.

La Unesco ha dicho que el futuro Convenio no implicará un reconocimi­ento automático o mutuo de títulos y diplomas por sus Estados Partes. Más bien será un instrument­o normativo que permita elaborar un marco internacio­nal “para armonizar los procesos de reconocimi­ento de cualificac­iones relativas a la enseñanza superior emitidas en todas las regiones del mundo”.

No, no será nada fácil lograr un acuerdo. No lo es a nivel nacional, como lo documenta Roberto Rodríguez en la columna vecina, y menos a nivel internacio­nal. Todavía menos si se consideran los ajustes recientes en la geopolític­a. Tampoco será imposible.

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