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La transparen­cia y la nueva Rectoría

- Carlos Pallán Figueroa ex secretario general ejecutivo de la anuies capafi 2@ hotmail. com

El décimo tercer rector general de la UAM, Dr. Eduardo Peñalosa, asumió el cargo el pasado martes 4. Lo hizo en un acto privado en el cual el Dr. Salvador Vega le transmitió la responsabi­lidad correspond­iente y el Presidente de la Junta Directiva, Dr. Rodolfo Santamaría, le tomó la protesta de ley. Lo más signifi cativo de ese día fue la conferenci­a de prensa otorgada a los medios de comunicaci­ón. La toma de posesión se da en un momento en que las situacione­s extrañas de un proceso de designació­n cuestionad­o y la herencia problemáti­ca de la Rectoría General saliente ( como fue expuesto aquí la semana pasada) difi cultan, sin duda, que el Dr. Peñalosa se concentre en las cuestiones que visualizó en la UAM para los próximos cuatro años.

Entre estas últimas destacan tres, mismas que ha venido reiterando en declaracio­nes desde las primeras horas en que fue conocida su designació­n. Ellas son: a) la cuestión de la transparen­cia; b) la realizació­n de un foro en cual los distintos sectores de la UAM identifi quen fortalezas y debilidade­s para continuar la marcha de la Universida­d; c) resolver las cuestiones relativas a la aprobación de los estados fi nancieros de la institució­n que, desusadame­nte, fueron remitidos para su estudio a una comisión del Colegio Académico. En esta entrega se aborda lo relativo a la transparen­cia.

La propuesta del rector, elaboració­n de un reglamento de transparen­cia, refl eja bien una preocupaci­ón de los distintos sectores de la comunidad de la UAM, organizaci­ón que siendo tan innovadora en algunas de sus expresione­s institucio­nales va a la zaga en esa materia frente a otras casas de estudio. Por ejemplo, el acuerdo de que la Junta Directiva hiciera públicas sus actas, adoptado cuatro años atrás, sólo fue puesto en práctica la semana pasada, ya con la nueva rectoría en funciones.

¿ Será esto un símbolo de nuevos tiempos?

La UAM forma parte del Estado Mexicano, diría Perogrullo. Como tal, y no obstante su autonomía, no puede sustraerse del régimen de derecho que envuelve a aquél. En ese sentido, y en una tarea creativa que le permitiría ponerse al día ( y posiblemen­te innovar), dicho reglamento considerar­ía los supuestos y obligacion­es que ya están definidos en el Sistema Nacional Anticorrup­ción ( Constitu- ción y siete leyes secundaria­s), en la Ley General de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública, en la Ley General de Contabilid­ad Gubernamen­tal, y en las distintas disposicio­nes que regulan a la Auditoría Superior de la Federación, entre otras, para referirlas específica­mente a la UAM, institució­n que, como todas las que se acogen a la garantía del Artículo Tercero Constituci­onal, tiene “autonomía orgánica” ( Gabino Fraga), misma que difiere de la que poseen otros órganos autónomos reconocido­s por la propia Carta Magna.

En términos de técnica jurídica, no todo cabe en un reglamento aun sabiéndolo acomodar. Las situacione­s de nepotismo, confl ictos de interés, malos manejos fi nancieros y otras, denunciado­s insistente­mente en las últimas tres semanas, de ser ciertas, deberán ser “corregidas o castigadas”, como ha dicho el rector Peñalosa, por las instancias correspond­ientes. Pero, más importante que eso, tal tipo de situacione­s deben ser prevenidas. En ese sentido, el reglamento de transparen­cia quedaría corto, puesto que la personalid­ad de los ¨ sujetos obligados” a transparen­tar y rendir cuentas no puede ser diferente a la de los servidores públicos que tienen responsabi­lidades similares en las normas nacionales en esas materias. En pocas palabras: el reglamento sería un instrument­o insufi ciente para esos propósitos y habría que prevenir tal tipo de situacione­s, refl ejándolas en otros ordenamien­tos ya existentes. Esto implicaría una reforma sustancial de la normativid­ad de la UAM, misma que de cierta manera está prefi gurada en el documento de trabajo del nuevo rector y formaría parte de su segundo eje ahí descrito, el de cambios “en la formulació­n de las normativid­ades”.

Pero, mientras todo lo anterior son ideas para el futuro, hay cuestiones de transparen­cia que será necesario resolver casi de inmediato. El Presidente de la Junta Directiva, quien ingresó en junio del año pasado, ¿ será desplazado de esa posición, aplicándol­e el criterio personal que el anterior rector impuso en la institució­n, vulnerado la Constituci­ón, la Ley Orgánica y los principios básicos de todo el derecho positivo mexicano? En términos de transparen­cia, la oclusión que ha empañado en los últimos tiempos a la Casa Abierta al Tiempo debería desaparece­r.

LA PROPUESTA de un reglamento de transparen­cia parece una buena iniciativa

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