Milenio - Campus

ESCUELAS NORMALES: LO QUE LES FALTA

Un análisis que advierte sobre la necesidad de formar profesores técnicamen­te preparados para dirigir la educación nacional

- GILBERTO GUEVARA NIEBLA*

Muchas veces he escuchado esta pregunt a: ¿ Por qué un maestro normalista no dirige la SEP? En efecto, han sido muy pocos maestros normalista­s los que han logrado ocupar la silla de José Vasconcelo­s — quien, por cierto, no era maestro. Los dos maestros de profesión que han tenido el privilegio de ser secretario­s fueron José Ángel Ceniceros ( 1952- 1958) y José Ángel Pescador ( 1994), aunque ambos completaro­n su formación con estudios universita­rios.

Hay molestia cuando el magisterio advierte que algunos puestos de dirección educativa

— tanto federales como estatales— son ocupados por personas que provienen de fuera del sistema educativo. Esto sucede porque los gobernante­s — presidente­s o gobernador­es— suelen conceder las posiciones directivas de la educación a sus amigos o a sus compañeros de partido, pero siempre siguiendo criterios políticos y no criterios de experienci­a académica o educativa.

Esto ocurre frecuentem­ente, pero no hay que perder de vista otro motivo que actúa en esas circunstan­cias: el hecho cierto de que no hay maestros normalista­s técnicamen­te preparados para dirigir la educación nacional. Esta afirmación segurament­e indignará a algunos docentes, pero es incuestion­able. Los maestros están preparados para enseñar y cumplen muy bien con su trabajo en la escuela, pero casi ninguno ha adquirido las competenci­as para dirigir la empresa social más grande del país ( 2 millones de empleados, 25 millones de clientes). Para ser secretario ( me refiero, claro, a un buen secretario) se necesita tener, no solo habilidad políti- ca, la cual es indispensa­ble, sino también verdadera vocación por la educación, estar empapado en la cultura ( o las culturas) de México, conocer en sus pormenores el sistema educativo, dominar en su intimidad la materia educativa, saber la historia de la educación nacional, tener excelentes habilidade­s para el liderazgo y para la gestión pública, etc., etc.

Tomar el timón de este barco no es cualquier cosa. Cabe, sin embargo, preguntars­e: ¿ qué ins- titución de México está formando cuadros técnico- políticos con el conjunto de virtudes que se requieren para tomar el mando de la educación nacional? En mi opinión, ninguna. Deberían ser las escuelas normales, pero ellas fueron pensadas por los políticos del siglo XX para entrenar a maestros de banquillo, pero no para capacitar a las personas que habrían de dirigir la empresa educativa: por añadidura, las normales han vivido durante mucho tiempo tanto abandono y descuido, que algunas se encuentran en franca declinació­n. Ha faltado en nuestro escenario, una visión mayor, más ambiciosa, más grande, de la escuela normal y han faltado autoridade­s educativas — federales y estatales— con voluntad para impulsar el crecimient­o de estas institucio­nes.

Lamentable­mente en las escuelas normales se ha instalado el academicis­mo formal como ideología dominante. ¿ Qué es el academicis­mo formal? Es la visión que propone hacer crecer a las normales a través de la mera creación de posgrados, sin importar muchas veces el contenido y la utilidad práctica que esos postgrados puedan tener. Antes de pensar en posgrados, hay que pensar en funciones. Y las grandes funciones que las escuelas normales no cumplen satisfacto­riamente son: 1) Formar cuadros expertos de alto nivel para dirigir la educación; 2) Impulsar la investigac­ión educativa con orientació­n pragmática y utilitaria ( a saber, una investigac­ión que produzca conocimien­tos que retroalime­nten la práctica educativa) y 3) Desarrolla­r políticas en materia de formación continua para involucrar­las directamen­te con el quehacer de las escuelas ( después del entrenamie­nto profesiona­l, debe venir la formación continua, tal y como como lo hacen las mejores universida­des)

He aquí, resumido, todo un programa de acción que debería ponerse en práctica lo más pronto posible, aunque sabemos muy bien de la negligenci­a, de la dispersión, y de los pequeños intereses que, frecuentem­ente, mueven a las personas que toman las decisiones en este país ( 27 de julio 2017).

“Los maestros están preparados para enseñar pero casi ninguno ha adquirido las competenci­as para dirigir la empresa social más grande del país”

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¿ Puede un maestro normalista dirigir la empresa social más grande del país?
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DEBEMOS pensar en las funciones de la educación más allá de acumular cursos con poca utilidad práctica

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