MANELICK Y "LOS RECHAZADOS"
Recientemente se hizo público que el joven proveniente de la Vocacional del IPN, Leslach Manelick Martínez, logró contestar correctamente las 140 preguntas del examen de admisión para ingresar a la UNAM. Y luego, días después, se dio a conocer que el mismo Manelick rechazó una beca que le ofreció el Tecnológico de Monterrey, y no solo eso, en su declaración expresó con intención su gratitud y reconocimiento al IPN y a la UNAM, al primero por haberlo formado y a la segunda por abrirle las puertas a la carrera en la que soñaba estudiar.
Manelick es el estudiante que toda institución pública aspira a tener en sus aulas. Inteligente, dedicado y definido en sus convicciones sociales. Quien permite que hagan públicas sus opiniones frente a una oferta educativa como la que le hicieron, dice mucho de él; algo lo define; pero así como es aplicado y firme en su ideología, joven como es, debe esperarse que siga libre como el viento, desarrollando con la brillantez que demostró en el examen su espíritu crítico, para ser capaz de juzgar con objetividad lo que encuentre en el campus, frente a lo que le digan sus docentes y compañeros de aula; y que tenga el suficiente criterio para no dejarse llevar por la música adormecedora del pensamiento único, que suele sofocar a la academia de las universidades públicas.
Manelick estudió, se preparó para lograr la meta que obtuvo. Asistió a un curso especializado, le tomó muchas horas diarias al entretenimiento, al deporte, a los dispositivos distractores, tal vez a la novia, para estudiar todas las disciplinas que aparecen en el cuestionario del examen de cuya aplicación, hace algunas décadas, fue responsable una gran universitaria, Emma Dolujanoff.
Como Manelick Martínez, muchos jóvenes que pasaron el examen de admisión, en la UNAM y en muchas otras instituciones públicas, se sujetan al criterio del mérito escolar, en un sistema de ingreso que se ve limitado por la falta de espacios, que es lo mismo que decir escasez de recursos, sistema que, sin embargo, desde una perspectiva social, opta por los mejores, por los más preparados, dejando fuera ( no sin oportunidad, que quede claro) a los que no alcan- zaron los promedios exigidos o requisitos para obtener un lugar. Es el mérito con base en el esfuerzo lo que cuenta.
No obstante, cada vez que se dan a conocer los resultados de los exámenes, brotan algunos grupos, encabezados por los mismos líderes, demandando un lugar, con el argumento de que las desventajosas condiciones sociales que obviamente aquejan a lo que menos tienen son la causa principal de que muchos jóvenes se queden sin un lugar para estudiar; argumento falaz que se liga fácilmente a la idea
pobrista populista de que la universidad debe abrir sus puertas a todos, dándole a los criterios de ingreso un fundamento político y no un sustento académico, exigiendo de facto que se renuncie de facto a la calidad educativa, al criterio del mérito académico.
Julio y agosto es temporada de movilizaciones ( reducidas) de estos grupos, mesas de diálogo, acuerdos, impostura en uno o dos medios de un discurso con tintes demagógicos de lo público y, en capas sobrepuestas en el ambiente educativo, una discusión siempre abierta de las políticas universitarias en materia de cobertura.
Las protestas de “los rechazados” que vemos cada año, vienen calzadas en este discurso, buscando desconocer lo que miles de estudiantes han hecho durante meses; ellos, esperando un “enchufe” o el “empujón” que brinda la presión de las “cuotas” que creen los líderes de estos grupos poder lograr como si fuera un “derecho” basado en la costumbre, lo cual se basa en repetir el mismo rito de la protesta de doscientas personas alrededor de la SEP, entre rechazados, padres de familia y sus clientelas tradicionales.
Aquí se soslaya que el examen de la UNAM y el que practica el Ceneval, brindan oportunidad para todos. Es, no tan dramático ni tan difícil, como el gaokao chino, un examen que dura 9 horas, al que se presentan cientos de miles de aspirantes a ingresar a las grandes universidades chinas, y para el que se preparan durante meses, 14 horas diarias, incorporando al sacrificio a la familia, todo para lograr un lugar que les dará oportunidad de estudiar una carrera que, en el caso de los chinos, sí cambiará su vida y la de su familia.
Supieran los que protestan en la Plaza de Santo Domingo de la ciudad de México en estos días, que en China, cuando las autoridades han querido cambiar el sistema de cuotas para dar más plazas a estudiantes de otras regio- gaokao nes, los estudiantes perjudicados por la decisión son los que salen a protestar a las calles, o sea, por la razón contraria que los locales lo hacen.
Menos exigentes, pero como el gaokao, los exámenes del Ceneval y el de la UNAM mismo, son exámenes estandarizados y exigentes, de alta calidad técnica.
Con estas formas de reclutamiento en base al mérito, algunas universidades pusieron punto final a las prácticas de corrupción e influyentismo que ejercían grupos de poder interno.
Es lamentable, pero lo cierto es que siempre hay quienes quieren regresar o imponer las prácticas corruptas del pasado.