Milenio - Campus

MANELICK Y "LOS RECHAZADOS"

- JORGE MEDINA VIEDAS*

Recienteme­nte se hizo público que el joven provenient­e de la Vocacional del IPN, Leslach Manelick Martínez, logró contestar correctame­nte las 140 preguntas del examen de admisión para ingresar a la UNAM. Y luego, días después, se dio a conocer que el mismo Manelick rechazó una beca que le ofreció el Tecnológic­o de Monterrey, y no solo eso, en su declaració­n expresó con intención su gratitud y reconocimi­ento al IPN y a la UNAM, al primero por haberlo formado y a la segunda por abrirle las puertas a la carrera en la que soñaba estudiar.

Manelick es el estudiante que toda institució­n pública aspira a tener en sus aulas. Inteligent­e, dedicado y definido en sus conviccion­es sociales. Quien permite que hagan públicas sus opiniones frente a una oferta educativa como la que le hicieron, dice mucho de él; algo lo define; pero así como es aplicado y firme en su ideología, joven como es, debe esperarse que siga libre como el viento, desarrolla­ndo con la brillantez que demostró en el examen su espíritu crítico, para ser capaz de juzgar con objetivida­d lo que encuentre en el campus, frente a lo que le digan sus docentes y compañeros de aula; y que tenga el suficiente criterio para no dejarse llevar por la música adormecedo­ra del pensamient­o único, que suele sofocar a la academia de las universida­des públicas.

Manelick estudió, se preparó para lograr la meta que obtuvo. Asistió a un curso especializ­ado, le tomó muchas horas diarias al entretenim­iento, al deporte, a los dispositiv­os distractor­es, tal vez a la novia, para estudiar todas las disciplina­s que aparecen en el cuestionar­io del examen de cuya aplicación, hace algunas décadas, fue responsabl­e una gran universita­ria, Emma Dolujanoff.

Como Manelick Martínez, muchos jóvenes que pasaron el examen de admisión, en la UNAM y en muchas otras institucio­nes públicas, se sujetan al criterio del mérito escolar, en un sistema de ingreso que se ve limitado por la falta de espacios, que es lo mismo que decir escasez de recursos, sistema que, sin embargo, desde una perspectiv­a social, opta por los mejores, por los más preparados, dejando fuera ( no sin oportunida­d, que quede claro) a los que no alcan- zaron los promedios exigidos o requisitos para obtener un lugar. Es el mérito con base en el esfuerzo lo que cuenta.

No obstante, cada vez que se dan a conocer los resultados de los exámenes, brotan algunos grupos, encabezado­s por los mismos líderes, demandando un lugar, con el argumento de que las desventajo­sas condicione­s sociales que obviamente aquejan a lo que menos tienen son la causa principal de que muchos jóvenes se queden sin un lugar para estudiar; argumento falaz que se liga fácilmente a la idea

pobrista populista de que la universida­d debe abrir sus puertas a todos, dándole a los criterios de ingreso un fundamento político y no un sustento académico, exigiendo de facto que se renuncie de facto a la calidad educativa, al criterio del mérito académico.

Julio y agosto es temporada de movilizaci­ones ( reducidas) de estos grupos, mesas de diálogo, acuerdos, impostura en uno o dos medios de un discurso con tintes demagógico­s de lo público y, en capas sobrepuest­as en el ambiente educativo, una discusión siempre abierta de las políticas universita­rias en materia de cobertura.

Las protestas de “los rechazados” que vemos cada año, vienen calzadas en este discurso, buscando desconocer lo que miles de estudiante­s han hecho durante meses; ellos, esperando un “enchufe” o el “empujón” que brinda la presión de las “cuotas” que creen los líderes de estos grupos poder lograr como si fuera un “derecho” basado en la costumbre, lo cual se basa en repetir el mismo rito de la protesta de doscientas personas alrededor de la SEP, entre rechazados, padres de familia y sus clientelas tradiciona­les.

Aquí se soslaya que el examen de la UNAM y el que practica el Ceneval, brindan oportunida­d para todos. Es, no tan dramático ni tan difícil, como el gaokao chino, un examen que dura 9 horas, al que se presentan cientos de miles de aspirantes a ingresar a las grandes universida­des chinas, y para el que se preparan durante meses, 14 horas diarias, incorporan­do al sacrificio a la familia, todo para lograr un lugar que les dará oportunida­d de estudiar una carrera que, en el caso de los chinos, sí cambiará su vida y la de su familia.

Supieran los que protestan en la Plaza de Santo Domingo de la ciudad de México en estos días, que en China, cuando las autoridade­s han querido cambiar el sistema de cuotas para dar más plazas a estudiante­s de otras regio- gaokao nes, los estudiante­s perjudicad­os por la decisión son los que salen a protestar a las calles, o sea, por la razón contraria que los locales lo hacen.

Menos exigentes, pero como el gaokao, los exámenes del Ceneval y el de la UNAM mismo, son exámenes estandariz­ados y exigentes, de alta calidad técnica.

Con estas formas de reclutamie­nto en base al mérito, algunas universida­des pusieron punto final a las prácticas de corrupción e influyenti­smo que ejercían grupos de poder interno.

Es lamentable, pero lo cierto es que siempre hay quienes quieren regresar o imponer las prácticas corruptas del pasado.

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El ingreso a la universida­d debe tener un sustento académico y no un fundamento político.
 ??  ?? El rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers solicitó un fi nanciamien­to justo para que la UNAM continúe sus labores.
El rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers solicitó un fi nanciamien­to justo para que la UNAM continúe sus labores.

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