Milenio - Campus

La rigidez de la evaluación académica

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Una vez más, he de insistir en que la evaluación del trabajo académico aplicada en México ha resultado inadecuada para el buen desempeño de investigad­ores y profesores. Los estudiosos del problema han esgrimido la necesidad de corregir los instrument­os, los procedimie­ntos y el enfoque conceptual de la evaluación. Pero sus argumentos no han sido atendidos. La respuesta oficial ha sido homogeniza­r la recolecció­n y el análisis de la informació­n que reportamos los investigad­ores. Insisten en medirnos con una vara que no reconoce la enorme heterogene­idad que hay entre los académicos.

En varios textos he sostenido que el sistema de evaluación métrico ha terminado por instaurar un modo de producción del conocimien­to que estimula una competenci­a mal sana y sesga la observació­n del desempeño, centrándos­e en la cantidad de productos que elaboran los académicos en un dado período.

A lo largo de los años, el tipo de evaluación implantado ha dejado una comunidad dividida en la que cada uno de sus miembros compite con sus pares para recibir transferen­cias monetarias, que están condiciona­das para quien mejor se ajuste al juego, con las reglas que imponen quienes dominan los procedimie­ntos y nombran las comisiones evaluadora­s. Éstas últimas son las que marcan los ingresos que los académicos obtienen por medio de becas. La becarizaci­ón es el concepto que capta la realidad, en la que está inmersa una buena parte de los académicos de tiempo completo.

Los académicos no responden a su malestar por miedo a perder las “ventajas” conseguida­s. Nadie corre riesgos, por el temor de que en las próximas evaluacion­es le vaya mal. Sin embargo, cuando hay una postura colectiva, y confianza en el sujeto que trasmite, entonces hay una probabilid­ad mayor de decir lo que se piensa. En esta tesitura ubico el comunicado de los colegas del CIESAS, y un documento que circula en las redes, que ya lleva casi tres mil firmas y que se espera que muy pronto llegue a cinco mil.

Destaco algunos puntos. La rigidez del instrument­o ( CVU), propuesto por el CONACYT para asentar la informació­n, es la crítica más general. Porque la informació­n del trabajo que proviene de distintas áreas o campos del conocimien­to es distinta, en esencia. Dato que no puede ser ignorado. Es un tema discutido hasta el cansancio, durante muchos años. No lo han observado quienes tienen la responsabi­lidad de elaborar y aplicar las evaluacion­es.

El trabajo que se realiza en cada campo de conocimien­to es distinto. Esto es mayor- mente cierto en ciencias sociales y humanidade­s. No hay un método único, porque las teorías y las fuentes de informació­n son muy variadas, lo mismo que los objetos de análisis.

Resalto, también, que los científico­s sociales y los humanistas hacemos proyectos colectivos. Nos agrupamos e investigam­os un problema desde distintos ángulos disciplina­rios. Hay quienes estudian las grandes estructura­s y sus largos procesos de cambio; hacen comparacio­nes cualitativ­as. Hay quienes trabajan informació­n estadístic­a y hacen series de datos y proyectan escenarios futuros. Hay quienes se meten a revisar archivos y documentos. Todos necesitan dos cosas: tiempo para el trabajo de campo y tiempo para elaborar sus datos, pensar y reflexiona­r. La productivi­dad medida por el número de publicacio­nes es contraria al espíritu y al quehacer científico.

Aparte del tipo de producto, es fundamenta­l que la valoración del trabajo se haga por el juicio intersubje­tivo de pares mediante lectura de texto. Cuando son cientos de casos a evaluar, una sola comisión no los puede revisar en un lapso breve. No es aceptable que, por la presión del número de expediente­s y del tiempo para revisar, se haya introducid­o la computador­a para sustituir el juicio académico.

Es fundamenta­l que un producto se ponga en el contexto de la trayectori­a académica del investigad­or. De esta forma, se puede apreciar con mayor exactitud su contribuci­ón. Se debe analizar el periodo de evaluación junto con la trayectori­a. Vale, además, enfatizar las diferencia­s generacion­ales, porque el envejecimi­ento de la planta académica debe tenerse en cuenta en lo que se exige para evaluar.

Por otra parte, la multidisci­plina y la interdisci­plina son frecuentes en los proyectos de investigac­ión social. Y cómo bien decían Phare y Dogan, en la intersecci­ón se innova. La intersecci­ón aparece frecuentem­ente en las conclusion­es, donde se echa mano de la interpreta­ción. Una investigac­ión bien hecha ayuda a intervenir socialment­e, a orientar la solución de problemas prácticos, a tomar decisiones para políticas públicas, a orientar la opinión pública.

El registro curricular y la evaluación que pone el acento en los artículos en revistas indizadas, define que el conocimien­to sólo llegue a unas cuantas decenas de colegas. Para las ciencias sociales y las humanidade­s existe el compromiso de contribuir a aumentar la capacidad cognitiva de la sociedad, que la ciencia llegue a públicos de lectores más amplios. Es una forma más democrátic­a de ver el uso del conocimien­to.

Bienvenida, nuevamente, la discusión sobre este tema.

La evaluación que pone el acento en los artículos en revistas indizadas, defi ne que el conocimien­to solo llegue a unos cuantos

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Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx
Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx

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