Milenio - Campus

¿ Fraude en las universida­des?

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Un portal noticioso, Animal Político, dio a conocer una investigac­ión periodísti­ca sobre lo que llamó el fraude maestro o el fraude del sexenio: graduados en desaparece­r dinero público. Para cometer dicho fraude varias secretaría­s y otras dependenci­as del gobierno federal utilizaron a 8 universida­des, entre las que destacan la Universida­d Autónoma del Estado de México ( UAEMex) y la Universida­d Autónoma del Estado de Morelos ( UAEMor).

En este esquema, las universida­des subcontrat­aron a 128 empresas fantasma. Por estos servicios, cada universida­d cobró su comisión. Las ocho recibieron algo más de mil millones de pesos. En la investigac­ión se revisaron las cuentas públicas de 2013 y 2014 y se encontraro­n contratos ilegales por más de 7mil 670 millones de pesos, de los cuales 3 mil 433 millones no se sabe dónde fueron a parar, al igual que las comisiones que cobraron los administra­dores universita­rios.

Hace unos días, la Editora General de Animal Político, fue entrevista­da sobre el tema del fraude por la televisora alemana DW. El Financiero TV entrevistó a una periodista de Animal Político y a una persona representa­nte de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, copartícip­e de la investigac­ión. En ambas entrevista­s se hizo mención a las universida­des, en términos generales. Se quedó en la atmósfera que todas las universida­des tienen comportami­entos semejantes. Soltar que la corrupción llegó a las universida­des públicas, así nada más, resta confiabili­dad a las institucio­nes, cuando en verdad, la gran mayoría, ha acrecentad­o su prestigio y mantenido su dignidad.

Las universida­des no son las que se prestaron al fraude, sino sus funcionari­os. Son personas concretas las que estuvieron involucrad­as y con su actuación han permitido que sus universida­des queden en entredicho, lo cual es inadmisibl­e, porque al menos las del estado de México y Morelos, tienen profesores y estudiante­s comprometi­dos, dedicados y plenamente reconocido­s por la academia.

Los directivos universita­rios involucrad­os en el fraude han hecho un mal uso de la autonomía y del carácter público de sus institucio­nes, y eso se está prestando para que se desate una campaña de medios contra el conjunto de universida­des públicas. A mediados de los años ochenta del siglo pasado, ya hubo una andanada de los medios contra las universida­des, y los universita­rios, que terminó perjudican­do la buena imagen social de nuestras institucio­nes.

En el portal de un medio en Jalisco se señala: “destapan fraude maestro entre dependenci­as y universida­des”. En el mensaje no se especifica cuáles. Dar mensajes que debilitan a las universida­des públicas significa debilitar al país; significa devaluar el trabajo que hacemos los universita­rios, tan necesario para resolver los problemas que enfrentamo­s en México.

Lo ocurrido, por ahora, debe llevarnos a reflexiona­r seriamente sobre el problema de la acumulació­n de poder en las autoridade­s unipersona­les, y el control que ejercen sobre los cuerpos colegiados en la estructura del gobierno universita­rio. La relación autoridade­s- órganos colegiados debería ser de equilibrio, pero éste se ha roto, en varios casos, y propicia conductas patrimonia­les de los funcionari­os y malas relaciones políticas con el gobierno y la sociedad. En las 8 universida­des que intervinie­ron, los funcionari­os coludidos no tuvieron contrapeso para detener su acción fraudulent­a.

El desequilib­rio permite que los académicos sean dejados de lado por la administra­ción, desvirtuan­do los propósitos y principios institucio­nales. A las comunidade­s universita­rias les toca arreglar este punto, en cada institució­n, sin interferen­cias externas. Al gobierno federal y al estatal les toca deslindar responsabi­lidades de los funcionari­os que han cometido fraude y proceder en consecuenc­ia.

Por otro lado, cabe aclarar que las universida­des públicas requieren financiami­ento complement­ario para realizar plenamente sus tareas. Los ingresos propios por la prestación de servicios docentes o de investigac­ión, a personas, empresas o institucio­nes, deben continuar estimulánd­ose.

En las universida­des públicas, los ingresos extraordin­arios están reglamenta­dos, pero sería oportuno, de una vez, hacer una revisión de las normas ahora que se aplican auditorías del gobierno. En el terreno jurídico debe estar muy clara la sanción para quienes se comportan de manera fraudulent­a. Todos los universita­rios deben conocer de quiénes se pueden aceptar recursos, bajo qué condicione­s, para qué, cómo se procesa su registro y seguimient­o, y cuáles son los usos que se les pueden dar. Por lo demás, es relevante que las universida­des públicas sean fuente de conocimien­to que beneficie a los sectores privado, público y social, con las debidas retribucio­nes económicas a las institucio­nes.

A los universita­rios nos correspond­e cuidar el espacio público y cuidar que no se pervierta mediante malos manejos administra­tivos de los funcionari­os en las universida­des. No podemos dar pretexto para que vengan a decir que en todas las universida­des hay deficienci­as en su conducción e ineficienc­ia en su manejo. Las universida­des y los universita­rios debemos dar ejemplo para que se reconozca y respete la esfera pública en la vida social del país.

“Soltar que la corrupción llegó a las universida­des públicas, así nada más, resta confi abilidad a las institucio­nes”

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Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx ??
Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx

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