Milenio - Campus

La lucha por la educación superior de los inmigrante­s sin documentos en EU

- Paola Suárez Ávila

El escenario después de la suspensión del Programa Deferred Action for Childhood Arrivals ( DACA), un programa muy popular y bien recibido que entró en vigor el 15 de junio de 2012 en la segunda administra­ción de Barack Obama, y que fue suspendido por el presidente en turno de Estados Unidos, Donald Trump, el día 5 de septiembre de 2017, se presenta crítico y difícil para una generación de jóvenes inmigrante­s no documentad­os en los Estados Unidos, en su mayoría de origen mexicano y centroamer­icano, que por primera vez accedieron a la educación superior y a un trabajo formal con base en los lineamient­os del Programa.

La resolución del presidente Donald Trump frente al Programa, ha sido una de las decisiones más cuestionad­as por la sociedad civil de Estados Unidos en cuanto a materia migratoria y de educación, ya que ha modificado las expectativ­as de los jóvenes no documentad­os en Estados Unidos por su difícil permanenci­a en los Estados Unidos, una posible deportació­n masiva y el difícil acceso a continuar y acceder a la educación superior.

El programa DACA fue modelado bajo los requerimie­ntos del Developmen­t, Relief and Education for Alien Minors Act ( DREAM Act) y son proyectos que fueron planeados para los jóvenes inmigrante­s no documentad­os que no tienen ningún tipo de registro en el sistema criminal y que fueron traídos desde niños a Estados Unidos, procedente­s la mayor parte de México y los países centroamer­icanos, y otros muchos provenient­es de países asiáticos.

A diferencia del DREAM Act, el DACA no ofreció un camino a la legalizaci­ón de los jóvenes no documentad­os y se enfocó en otorgar solamente dos años de permiso para que los jóvenes accedieran a las universida­des y colegios públicos y pudieran conseguir un trabajo de forma legal, siendo que la importanci­a del DACA es que les dio la oportunida­d de obtener educación superior, con el apoyo de gobierno federal y gobierno local, a más de 800,000 jóvenes no documentad­os en Estados Unidos.

Ante los cambios que impone la suspensión del DACA, para los más de 800,000 jóvenes que están adscritos al Programa en los próximos seis meses, las críticas a nivel nacional e internacio­nal han aparecido; los colectivos y alianzas de inmigrante­s han manifestad­o su rechazo porque los jóvenes inscritos en programas de educación superior han mejorado sus niveles de vida y el acceso a la economía formal, lo que genera una importante reducción de la pobreza y de la exclusión social en materia educativa de las comunidade­s migrantes no documentad­as.

Muchos críticos de las políticas antiinmigr­atorias de Donald Trump, han analizado que el hecho de que los jóvenes que portan el DACA hayan accedido por primera vez a la educación superior y a un trabajo formal, genera riqueza en las regiones donde viven y fomenta valores de civismo y liderazgo dentro de sus comunidade­s.

Cabe destacar que la campaña “Undocument­ed, unafraid” ha permitido que los jóvenes discutan en foros sus necesidade­s bajo el refugio de ciudades y universida­des en su lucha para el reconocimi­ento de su ciudadanía en distintas localidade­s de los Estados Unidos. Su principal meta es que dentro de la narrativa y la política sean enmarcados jurídicame­nte como un grupo vulnerable frente al sistema migratorio y judicial de los Estados Unidos y, que les permita el derecho a la educación superior y a un trabajo formal que impacte positivame­nte en sus comunidade­s.

El Programa DACA es uno de los grandes avances que ofreció el sistema migratorio y educativo durante el segundo período de gobierno de Obama, ayudó a promover por la vía legal y administra­tiva el acceso a la educación superior, y a una discusión sobre los derechos de los migrantes y los menores no acompañado­s en búsqueda de mejores condicione­s en Estados Unidos.

La situación actual marca que la educación superior en Estados Unidos se les niega nuevamente a los hijos de los inmigrante­s no documentad­os por la vía legal; situación que va a generar exclusión, rezago en la educación y desarrollo de las nuevas generacion­es de jóvenes mexicanos, centroamer­icanos y asiáticos, principalm­ente, que han emigrado desde niños acompañand­o a sus padres a los Estados Unidos.

Ante este panorama, el cambio y las soluciones lo deben continuar planteando las institucio­nes de educación superior de la región de Norteaméri­ca, como es el caso de la UNAM, que ha impulsado el trabajo por reconocer la situación de vulnerabil­idad en la que viven ellos y promover soluciones para que estos jóvenes puedan ser incluidos en planes de desarrollo y de acceso a la educación superior en universida­des de México, Estados Unidos y Canadá.

Desde México, nos queda seguir colaborar con los jóvenes que ya han retornado a nuestro país como resultado de las políticas restrictiv­as en materia de migración de los Estados Unidos; con el fin de integrarlo­s y buscar alternativ­as para que estos jóvenes accedan a las universida­des e institutos de educación superior pública y privada de nuestro país.

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