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NECESARIO, APRENDER A AFRONTAR LOS SISMOS

Académico de la UAM

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El desplazami­ento y el choque de los continente­s, la emisión de lava de volcanes y los sismos frecuentes son ejemplos de las poderosas fuerzas que trabajan de manera constante en el planeta. Sucesos como éstos y muchos otros son destructiv­os para la vida y las construcci­ones, por lo que es necesario aprender a afrontarlo­s.

El ingeniero geólogo Alberto Pérez Rojas, profesor- investigad­or del Departamen­to de Hidrobiolo­gía de la Unidad Iztapalapa de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana ( UAM), explicó algunas de las causas de los sismos del siete y el 19 de septiembre en México.

En el contexto geográfico, México se ubica en una región de alta sismicidad debido a la interacció­n de cinco casquetes de placas litosféric­as ( corteza formada por rocas duras): de Norteaméri­ca, de Cocos, del Pacífico, de Rivera y del Caribe, cada una con movimiento­s propios.

Los dos últimos sismos que ocurrieron en el sur y el centro del país — de 8.2 grados de magnitud en el Golfo de Tehuantepe­c, el 7 de septiembre, y de 7.1 grados de magnitud con epicentro en Axochoapan, Morelos, el 19 de septiembre— se originaron por un mismo movimiento de subducción o hundimient­o de la placa de Cocos bajo la placa Norteameri­cana.

Sin embargo, no tuvieron relación porque sus focos de origen se localizaro­n entre las placas de Cocos y Americana ( interplaca­s), el primero, y dentro de la de Cocos ( intraplaca), el segundo.

Respecto a la alarma sísmica del 19 de septiembre, el geólogo señaló que la proximidad del epicentro a la Ciudad de México posibilitó que las ondas generadas por el temblor llegaran antes que la alerta sísmi- ca, por lo que no hubo tiempo suficiente de prevención y la alarma coincidió con el movimiento. Esto pudo haberse advertido colocando también una red de sensores en el continente y no sólo frente a las costas de Guerrero.

Además, comentó que pese a la desinforma­ción que se propazgó entre la sociedad civil, los sismos y sus réplicas no se pueden predecir, por lo tanto habrá que estar preparados y bien informados ante cualquier eventualid­ad: desde la preparació­n personal con planes familiares, hasta la vigilancia de que se sigan los códigos de construcci­ón y se observen los lineamient­os de ordenamien­to urbano. Además debiera destinarse presupuest­o para más redes de monitoreo sísmico.

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El ingeniero geólogo Alberto Pérez Rojas, profesor- investigad­or de la UAM.
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Voluntario­s de la UAM revisaron viviendas mediante procedimie­ntos ofi ciales.
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