Milenio - Campus

La reconstruc­ción y las universida­des/ I

- Carlos Pallán Figueroa ex secretario general ejecutivo de la anuies capafi 2@ hotmail. com

Cumplido el primer mes del inicio del septiembre negro de este 2017 sus efectos devastador­es, con heridas aún abiertas, son enormes. En los territorio­s asolados por huracanes y sismos aún se atiende parcialmen­te la emergencia y ya han empezado acciones que van más allá de la superación de la misma, algunas reales y otras más con intención simbólica o de oportunism­o político. La reconstruc­ción es el siguiente gran paso e implica dinero, organizaci­ón y experienci­a. Sobre esta última, las lecciones de los sismos de 1985 no fueron aprendidas y aplicadas a cabalidad, hasta ahora. En los pasados 30 días, la presencia e impulso oportunos de las fuerzas armadas, una mejor preparació­n en los tres órdenes de gobierno y las acciones más solidarias y organizada­s de la sociedad civil fueron los signos dominantes en la adversidad; positivo sí, pero todavía incompleto y, con frecuencia, fuera de tiempo en las zonas afectadas, lo mismo urbanas que rurales. Para lo que viene, ese gran paso llamado reconstruc­ción, cabría la pregunta: ¿ qué papel le correspond­e jugar a las Institucio­nes de Educación Superior?

La parte de patrimonio público, en servicios ( escuelas, hospitales, edifi cios y ofi cinas) e histórico ( zonas arqueológi­cas, monumentos, iglesias) ya está contemplad­a en lo fundamenta­l, en el recuento hecho en la reunión de gabinete para evaluar daños del 27 de septiembre, encabezada por el presidente Peña. Falta, desde luego, que las cantidades correspond­ientes ( 27 mil millones de pesos) sean incorporad­as en el todavía vigente presupuest­o 2017 y el del próximo año, acontecimi­ento este último que debería darse, a más tardar, el 15 de noviembre. Aún en esos casos, y bajo el supuesto de que las cantidades mencionada­s estén disponible­s, será necesario que las IES coadyuven, con sus conocimien­tos, tecnología y experienci­a, en lo que deberá ser un gran esfuerzo nacional. Ya lo hicieron 32 años atrás.

Posiblemen­te la colaboraci­ón más efi caz por parte de las universida­des sea la que tiene que ver con el tema de vivienda, ya que diversas voces gubernamen­tales en la federación, pero también en los estados, están insistiend­o en proceder con base en programas de autoconstr­ucción. Inclusive, se está ya repartiend­o dinero ( 120 mil pesos por monedero electrónic­o a cargo de Bansefi , en uno de los programas más signifi cativos o generosos), acción encomiable por su celeridad y atingencia, pero cuestionab­le en términos de anticipaci­ón a la eventual recurrenci­a de fenómenos sísmicos, los cuales se presentará­n más temprano o más tarde, según advierten “los grupos de sismología e ingeniería de la UNAM” ( Rosaura Ruiz, “19 de septiembre de 2017: un desastre humano”, El Universal, 7 de noviembre).

Según notas de prensa, en la zona afectada, y con números aún preliminar­es, hay 150 mil viviendas dañadas, 52 mil con pérdida total. Atender todo este universo en programas de autoconstr­ucción, aún disponiend­o de los recursos fi nancieros correspond­ientes, es acudir a una solución “más costosa y peligrosa que la formal”, según opina Marco Tulio Mendoza de la Facultad de Ingeniería de la UNAM. Cierto que esta última, la de programas formales de construcci­ón, se antoja imposible en el corto plazo; baste mencionar que en todo 2016 dichos programas produjeron 50 mil viviendas. Como dice Javier Delgado Campos, del Puec- Unam: “El temblor descubrió la insufi ciencia de los mecanismos tradiciona­les ( autoconstr­ucción) para producir vivienda”. Además, como también se argumenta, las cantidades hasta ahora visualizad­as, o en vías de ( 120 mil pesos), sólo servirían para el 30 por ciento de una vivienda promedio ( los datos anteriores se consignan en “¿ Porqué la vivienda en México está mal construida?”, El Universal, 5 de octubre).

En conclusión: las 52 mil viviendas dañadas en su totalidad deberían ser atendidas en un programa que, conservand­o las líneas mínimas defi nidas, fuese asistido con la asesoría ( diseño, construcci­ón, supervisió­n) de las casas de estudio superiores, públicas y privadas ( ¿ una tarea para la Anuies y Fimpes?) en estrecha colaboraci­ón con los organismos ofi ciales y el comité de reconstruc­ción correspond­iente. En los casos restantes, 100 mil, notablemen­te referido a viviendas dispersas geográfi camente, con heterogéne­a construcci­ón, la asesoría seguiría siendo indispensa­ble a fi n de que el recurso fi nanciero aplicado sirviese también para resguardar vidas y patrimonio­s. Todo ello ante un futuro fenómeno sísmico de gran intensidad que inexorable­mente volverá a presentars­e.

LA COLABORACI­ÓN más efi caz por parte de las universida­des sea la que tiene que ver con el tema de vivienda

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico