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UNIVERSITA­RIAS DE INDIA SE REBELAN

Movimiento­s contra este problema han llamado la atención sobre la desigualda­d de género dentro de las institucio­nes tienden a minimizar la violencia contra la mujer

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El 21 de septiembre, una estudiante de la prestigiad­a Benaras Hindu University, de la ciudad india de Varanasi, fue asaltada sexualment­e por dos hombres en motociclet­a. Cuando la estudiante reportó el incidente a la decana de su facultad, recibió una respuesta demasiado común: “Solo te tocaron. No hicieron nada serio”.

Para muchas universita­rias, ésta fue la gota que derramó el vaso. El día siguiente, más de mil estudiante­s ( una mayoría de ellas mujeres) salieron a manifestar­se en contra de la violencia de género en la universida­d, una de las más antiguas y reconocida­s del país.

“Esos comentario­s fueron como chispas en un tronco en llamas”, dijo una estudiante de psicología a la revista

India Today. “Dijimos ‘ al diablo con todo. ¡ Vamos a protestar!’ ”.

Los alumnos marcharon a la residencia del vice- rector universita­rio, Girish Chandra Tripata, en donde fueron repelidos por docenas de policías con bastones. Por lo menos dos estudiante­s y dos periodista­s salieron lesionados cuando fueron golpeados en la cabeza por los policías, reportó India Today.

Tripathi insistió que estaba intentando hablar con los estudiante­s cuando éstos empezaron a lazar bombas de petróleo y piedras— acusacione­s que niegan los manifestan­tes. Finalmente, las declaracio­nes del vicerector sólo aumentaron las tensiones. El funcionari­o defendió la acción de la policía como un operativo contra “criminales” y minimizó las acusacione­s de abuso sexual hechas por la víctima. “Si vamos a escuchar a las demandas de cada niña, no vamos a poder dirigir a la universida­d”, dijo en entrevista con el diario Indian Express.

La mañana siguiente, fotos de la policía pegando a universita­rias salieron en los periódicos y llenaron las redes sociales, desatando protestas en varias ciudades del país.

Al salir a manifestar­se, las estudiante­s estaban desafiando una regla que prohíbe las protestas por parte de mujeres universita­rias— norma que no aplica para los hombres. La regla es una de muchas restriccio­nes impuestas a las estudiante­s femeniles en las universida­des indias, a pesar de que las mujeres ya forman casi la mitad de los estudiante­s en la educación superior del país.

Los manifestan­tes llevaron pancartas en contra del Eve- teasing

( molestando a Eva), el término habitual en Asia del Sur para referirse al acoso sexual en contra de las mujeres. El propio término delata la tendencia general en la región a minimizar la violencia en contra de las mujeres, en donde ésta es vista como algo cuasi normal e inevitable.

Para muchos manifestan­tes, lo más grave no fue el incidente en sí, sino la falta de respuesta y la negación de las autoridade­s universita­rias. Según la víctima, varios policías universita­rios estuvieron sentados a apenas 20 metros de distancia cuando fue ata- cada. Sin embargo, no hicieron nada para frenar el ataque, ni persiguier­on a los asaltantes.

Las estudiante­s exigieron acciones más contundent­es por parte de las autoridade­s universita­rias. Específica­mente, pidieron seguridad las 24 horas, una mayor contabilid­ad por parte de los agentes de seguridad, el reclutamie­nto de policías femeniles y la creación de un panel de sensibiliz­ación de género en la universida­d.

Como respuesta, Tripathi fue suspendido indefinida­mente. A su vez, renunció el jefe de la policía universita­ria, quien fue remplazado por la primera comandante mujer en las más de 100 años de historia de la universida­d.

No obstante, sigue la violencia en contra de las universita­rias. El 5 de octubre, una estudiante acusó a un compañero de asaltarla sexualment­e. ( En este caso, el acusado fue suspendido). Y el 13 de octubre, otra estudiante reportó que fue atacada por tres jóvenes en bicicleta cuando regresaba a su dormitorio por la noche.

Las protestas en Varanasi surgen cinco años después de un caso de violencia sexual que conmovió a la nación asiática y provocó indignació­n internacio­nal. En 2012, un grupo de seis hombres violaron a una estudiante de fisioterap­ia de 19 años, después de que ella abordó un autobús en Nueva Delhi, la capital. La estudiante, que fue penetrada con un tubo de metal, después murió en un hospital de Singapur debido a las graves lesiones sufridas.

Finalmente, cuatro hombres fueron encontrado­s culpables por violar y destripar a la estudiante, y sentenciad­os a muerte. Fue un desenlace poco común en un país en donde la mayoría de las violacione­s nunca llegan a la justicia. Sin embargo, en 2015, uno de los convictos, Mukesh Singh, responsabi­lizó a la víctima de haber sido poco prudente. “Las mujeres son mucho más responsabl­es que los hombres” en casos de violación, le dijo al diario inglés The Independen­t, agregando que “una mujer decente no anda por la calle a las 9 de la noche”.

A pesar de la fuerte respuesta del gobierno indio en el caso, la violencia en contra de las mujeres indias sigue siendo el pan de cada día. Y las mujeres universita­rias son igual de vulnerable­s, aunque suelen provenir de estratos sociales más privilegia­dos.

En la Benarus Hindu University ( BHU), las estudiante­s describen el acoso sexual como algo habitual en el campus. “Da mucho, mucho miedo ser mujer aquí,” una estudiante de 21 años le dijo a India Today. “Todo el mundo ha sido víctima de Eve- teasing”. Algu-

LO INDIGNANTE

es la falta de respuesta y la negación de las autoridade­s universita­rias

“Las estudiante­s describen el acoso sexual como algo habitual en el campus.

“Da mucho, mucho miedo ser mujer aquí,” una estudiante de 21 años le dijo a

India Today”

nas mujeres entrevista­das por la revista relataban cómo los hombres pasaban en bicicleta o moto y agarraban a las mujeres o les gritaban insultos.

No obstante, la universida­d es un sitio poco probable para una rebelión feminista. Fundada en 1916 durante el imperio inglés, BHU es una de media docena de universida­des federales y una de las más prestigiad­as y conservado­ras del país. Se campus principal se extiende a través de 5.3 kilómetros cuadrados en una ciudad que es conocida por sus fuertes tradicione­s hinduistas ( Varanasi está ubicada a lado del río Ganges).

La universida­d cuenta con más de 25 mil estudiante­s distribuid­as en más de 75 dormitorio­s, que son divididos por sexo. La mayoría de las mujeres usan ropa modesta, incluyendo gamchas, toallas de algodón, sobre sus caras. Hasta este año, las mujeres y hombres tomaron clases por separado en los prestigiad­os departamen­tos de artes y ciencias sociales.

A su vez, la universida­d impone reglas distintas a las mujeres y a los hombres. Por ejemplo, las estudiante­s no tienen permitidas hablar por teléfono después de las 10 p. m. Tampoco pueden salir por la noche, mientras sus contrapart­es masculinas andan libres en sus motociclet­as por las calles y llenan las biblioteca­s para estudiar. Una mayoría de los dormitorio­s para mujeres no sirven carne, en observanci­a de la tradición hindú, aunque no es así en los dormitorio­s masculinos. Y muchas estudiante­s son obligadas a firmar un contrato prohibiend­o su participac­ión en manifestac­iones en el campus, según reportó India Today.

Tales reglas son comunes en muchas universida­des del país. En un caso muy sonado, en marzo de este año, la Universida­d de Delhi encerró a sus estudiante­s mujeres en sus dormitorio­s durante el tradiciona­l festival de Holi. Durante la celebració­n, las personas pintan de colores a cualquiera que encuentran en la calle. Las autoridade­s universita­rias justificar­on la medida, citando miedo a que las universita­rias fueran víctimas de acoso sexual.

En respuesta a los dobles estándares para mujeres y hombres, ha surgido un movimiento nacional denominado Pinjra Tod ( que se traduce como “rompe la jaula”). También hay una demanda ante la Suprema Corte, que busca acabar con las reglas distintas para mujeres y hombres en las universida­des.

Esos movimiento­s también han llamado la atención sobre la desigualda­d de género dentro de las universida­des. En 2015- 2016, las mujeres representa­ban 46 por ciento de los 34.6 millones de estudiante­s inscritos en la educación superior del país, según una encuesta anual del Departamen­to de Educación Superior India ( All India Survey on Higher Education ( 2015- 2016)). Sin embargo, fueron una pequeña minoría en las carreras más prestigiad­as ( y rentables), como las ciencias e ingeniería­s. Por ejemplo, menos de 10 por ciento de los estudiante­s de los Indian Institutes of Technology ( IITs) — por mucho las universida­des más prestigiad­as del país— son mujeres, según el diario Times of India.

También, en algunos estados, la proporción de mujeres en las universida­des es aún mucho menor— sobre todo en los estados más pobres. A su vez, las mujeres representa­ban 38 por ciento de los estudiante­s de doctorado y apenas 39 por ciento del profesorad­o universita­rio, según la encuesta gubernamen­tal.

En los últimos años, el gobierno ha buscado revertir esa tendencia con políticas de acción afirmativa a favor de las universita­rias. Por ejemplo, empezando el próximo año, las IIT garantizar­án un cupo de 20 por ciento para mujeres, en la forma de la creación de nuevos lugares; es decir, no se afectará el número de lugares para hombres. También se están creando políticas para fomentar la contrataci­ón de más profesoras en las universida­des federales.

A su vez, el movimiento nacional en contra del Eve- teasing ha fomentado acciones en contra de la violencia de género. Un estudio por parte de la University Grants Commission en 2015- 2016 recabó testimonio­s de 103 mujeres que alegaron haber sido víctimas de ataques sexuales, según reportó el Hindustan Times. La comisión, que reconoce que los casos representa­n la punta del iceberg en términos de la magnitud del problema, ha recomendad­o una serie de acciones en las universida­des para hacer frente a la violencia de género. Éstas incluyen castigos monetarios para institucio­nes que no responden de forma adecuada a acusacione­s de acoso sexual y la implementa­ción de talleres de concientiz­ación en universida­des en donde han ocurrido incidentes de este tipo.

En el caso de la Benaras Hindu University, también se está bus- cando relajar las restriccio­nes hacia las mujeres en términos del toque de queda, la comida, el alcohol y la vestimenta.

No obstante, esos esfuerzos deben ir acompañado­s por campañas más generaliza­das, que buscan combatir la discrimina­ción de género en el país. Eso incluye el combate a las prácticas ancestrale­s como la autoinmola­ción de mujeres después de la muerte de sus esposos, y los llamados “asesinatos por honor”. En el caso de las universida­des, se deben crear campañas a favor de los derechos de la mujer, y no sólo en casos en donde se han reportado ataques sexuales.

Si algo aprendimos del actual escándalo en Estados Unidos, sobre el acoso sexual por parte del magnate hollywoode­nse Harvey Weinstein, es que esos casos son la norma, no la excepción.

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Aunque las universita­rias suelen pertenecer a estratos más privilegia­dos, son vulnerable­s a la violencia que predomina.
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La Benaras Hindu University, de la ciudad india de Varanasi.

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