TRANSFORMAR LA EDUCACIÓN
Con el crecimiento del sistema educativo en este nivel, llegó la inquietud por la calidad, uno de los más grandes retos a futuro
s posible que el país arribe a una encrucijada por la contienda pol ít ica y sus resultados en el 2018. Como la alarma sísmica, da miedo. Son tiempos para debatir ideas. Y, a los académicos, nos interesa, en particular, lo que vaya a pasar en materia de política educativa. y otras para atención a la demanda. Todo un galimatías que es necesario coordinar. Es motivo de análisis dilucidar por qué se tomaron decisiones para hacer un sistema tan heterogéneo y querer manejarlo por políticas homogéneas
En el Seminario de Educación Superior de la UNAM, varios de nosotros hemos escrito sobre las políticas públicas para el desarrollo de este nivel educativo. Además, nos hemos preguntado hacia dónde va la universidad en el Siglo XXI y qué universidad queremos ( véase pag. Web). Coincido con otros colegas ( Alvarez, de Vries) en que el modelo de desarrollo del sistema educativo y las políticas que lo ligan al gobierno federal están agotados. Por ello, insisto, es indispensable dar ideas y sugerencias, basadas en investigación rigurosa para formular las políticas de reforma al sistema. Mis sugerencias para el cambio las he presentado y discutido con mis colegas en varios foros. En este artículo sólo voy a mencionar algo de lo que no puedo dejar en el tintero. por el grado de diversificación que alcanzó. En dicho sistema existe un sinnúmero de escuelas ( varios miles), 3.7 millones de estudiantes y más de 300 mil profesores. Con el crecimiento vino la inquietud por la calidad, concepto central de la política pública, relacionado con el financiamiento. La definición oficial de calidad está ligada a la evaluación, y a un conjunto de indicadores de rendimiento en varios ámbitos de la vida académica. En cada uno hay determinantes y consecuencias variadas de la calidad que, sin definir, resulta simplemente de la medición y el avance en los indicadores.
A diferencia de lo anterior, y dado que es necesario hacerle cambios al sistema educativo, para que responda a los problemas y nece- sidades de la sociedad mexicana en pleno Siglo XXI, la calidad de la educación superior debería ser entendida por la pertinencia de los procesos educativos y de producción de conocimiento, a los fines de desarrollo del entorno social. La calidad se aprecia por los vínculos de las instituciones, mediante proyectos realizados, con los actores y organismos de la sociedad. Las instituciones educativas son las que norman dichos vínculos.
La calidad debe estar orientada a fortalecer las instituciones, a mejorar permanentemente las capacidades intelectuales de la planta académica, a impartir una educación sin fines de lucro ( Nussbaum), con contenido cívico. Es indispensable tener instituciones educativas legítimas y confia-