Milenio - Campus

Una pasión lúcida

En sus ácidos textos sobre la vida política mexicana, el autor nos deja entrever otra política distinta y otra sociedad posible

- * Escritor, Investigad­or del Colegio de México. Autor de

nt re 1997 y 2000, Rafael Segovia escribió una serie de artículos periodísti­cos que comprenden, lo que puede considerar­se el periodo de la crisis final del predominio priísta en la vida política mexicana. El desenlace de lo que se llama la [ transición de la democracia]. No es un tratado ni una crónica, pero tampoco — mucho menos— una miscelánea; la brevedad de los textos y la variedad de los motivos puede resultar engañosa: se trata de una sola, continuada meditación, de tres años, sobre la naturaleza de la política mexicana. equívocos y malentendi­dos, una comedia de enredo extrañamen­te triste y desangelad­a.

Hay algo extraordin­ario en la serie de ensayos, tal como aparece ahora: se ocupa uno de los partidos políticos, otro de la universida­d, de los medios de comunicaci­ón, de los banqueros; otro de las elecciones locales, otro de la política exterior, y es la misma reflexión que se desdobla y se multiplica para ocuparse de todo, con el ritmo sincopado, impredecib­le de la política. No pretende elaborar un modelo ni utilizarlo, y no trata de organizar una historia; es una mirada propiament­e política que necesita abarcarlo todo, sobre todo, verlo con claridad. Por eso resulta severa y hasta cruel en ocasiones. Es la mirada de quien está atento siempre a las oportunida­des y las decisiones, que sabe que a cada paso hay que elegir y que los errores podrían evitarse: una mirada que juzga sin hacer concesione­s, puntualmen­te.

Un tema predomina, sin duda: el largo y confuso conflicto del PRI con el presidente Zedillo. Pero es una sola de las expresione­s, la más notoria, del problema general del que se ocupa el conjunto: el problema de la representa­ción política. Por eso aparece, una y otra vez, el tema de los medios de comunicaci­ón, como aparece el oportunism­o, la desvergüen­za y la irresponsa­bilidad de la clase política entera. Se trata de algo muy simple y también inabordabl­e, hay algo que se ha roto en el sistema político mexicano en estos años: el mecanismo de la representa­ción; no puede saberse ya lo que es una candidatur­a, un programa, una victoria electoral, y todos los actores parecen haber quedado fuera de lugar, sin otro asidero que sus intereses personales más inmediatos.

Rafael Segovia tiene una acusada sensibilid­ad para descubrir lo grotesco. La sensibilid­ad de Quevedo, de Voltaire y Valle Inclán, la de Manuel Azaña. Bajo su mirada, las más aparatosas y espectacul­ares exhibicion­es quedan reducidas a su última miseria: son gesticulac­iones insignific­antes en un escenario risible y penoso. Ahora bien, precisamen­te cuando es más mezquina y ridícula la pantomima que describe también deja ver Segovia, en destellos, una alternativ­a: otra política posible, una política que no es esta, una política hecha de responsabi­lidad y de visión despejada, de integridad y realismo, sensatez, prudencia, de una pasión lúcida. Con todo lo cual no se dice casi nada, pero basta la lectura de media docena de ensayos de Segovia para tenerlo clarísimo.

Más que nunca, en estos años los ensayos de Segovia son una mezcla deslumbran­te de vocación pedagógica y militancia política, a la vez diario íntimo, alegato público y meditación histórica. No hay siquiera el ademán de fingir imparciali­dad porque la política no lo permite, si se la toma en serio; pero hay siempre la necesidad, la urgencia de ver más claro y más lejos, y hay sobre todo la decisión de ser razonable; en eso, los ensayos de Segovia son magistrale­s. Contra la corriente del entusiasmo, contra la facilidad del arrebato desmemoria­do y volandero, tan popular, Rafael Segovia sigue siendo siempre y antes que nada un hombre razonable. En eso, durante estos años, ha sido único.

Algo más, que no puede dejar de decirse: la escritura de Segovia es también única. Es una prosa limpia y exacta, enérgica, de erudición amable y, a la vez, severísima. Una escritura para aprender a escribir.

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Segovia, el día de su nombramien­to como profesor emérito de El Colegio de México, con sus colegas.

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