Milenio - Campus

DEL SISMO A LAS ELECCIONES

Los recientes sucesos han puesto en tela de juicio la idea que se tenía sobre los jóvenes. Es hora de revisar nuestros conceptos

- MARÍA HERLINDA SUÁREZ ZOZAYA*

Uno de los muchos efectos de los sismos que ocurrieron en México en sept iembre pasado fue el reconocimi­ento de que los jóvenes millennial­s no son lo que la sociedad pensaba. Hasta entonces, las imágenes que se tenía de ellos y ellas los acusaban de apáticos y faltos de compromiso social; pero su solidarida­d frente a la tragedia demostró que las representa­ciones que la sociedad mexicana tiene de la juventud no checan con el ser y hacer de las y los jóvenes.

Se ha vuelto común clasificar a las personas de acuerdo a la generación a la que pertenecen. En este sentido, los millennial­s son los que llegaron al mundo entre principios de la década de los ochenta y mediados de los noventa, cuando se inauguró el nuevo milenio rondaban los 20 años aproximada­mente. Hoy en día estos jóvenes tienen a lo más 37 años y se les considera la primera generación que nació y ha crecido en la era digital, es decir que no conocieron el mundo sin internet.

A los millennial­s también se le etiqueta con el nombre de generación Y ( aludiendo al pronombre “Yo”, “Me” en inglés) porque además de la apatía política se les tacha de ser egoístas, impaciente­s, inmaduros, de tener la autoestima inflada y gran necesidad de sobresalir. También se destaca que tienen más escolarida­d que sus padres y que entre ellos la proporción de quienes tienen estudios en el extranjero es mayor que la de todas las generacion­es precedente­s.

La mayoría de los millennial­s son hijos e hijas de baby boomers; es decir que sus padres nacieron entre el años 1946 y 1964, pocos años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, cuando la tasa de natalidad creció notablemen­te. A los baby boomers se les representa como personas que valoran la educación y el trabajo y que dejan poco espacio para el ocio y la recreación. Las imágenes de juventud de los baby boomers los muestran quebrantan­do estructura­s y enfrentand­o tradicione­s; a esta generación pertenecen quienes alguna vez dijeron “no confíen en ninguna persona mayor de 30 años”. Ellos y ellas ahora tienen más de 50 años y aunque no son muy versados en la navegación por internet varios lo hacen. Entre los millennial­s y los baby

boomers se encuentra la generación X. Quienes pertenecen a este grupo nacieron entre 1965 y 1979 y actualment­e tienen entre 38 y 52 años. Es la generación a la que se le inculcaron los valores de la cultura del emprendedo­r, se preocupan por la competenci­a y para contender con ella buscan estudiar maestrías y doctorados para no quedarse atrás. Muchos de quienes hoy se encuentra en la cima del poder son de esta generación.

Por su parte, la cohorte de personas nacidas después de la generación del milenio tiene colgada la etiqueta de generación Z o cen

tennials. Nacieron a partir del año 2000, hoy tienen a los más 17 años y se les representa enganchado­s al celular y otros dispositiv­os electrónic­os. Una proporción importante de ellos y ellas se encuentra estudiando secundaria o bachillera­to. Están enterados de que la educación cuesta y que su asistencia a la escuela causa tensiones socioeconó­micas a sus familiares. Se dice que a diferencia de los millennial­s, los jóvenes de la generación Z no buscan sobresalir sino que sus esfuerzos impacten al mundo; sobretodo les preocupan los efectos perversos que tiene el quehacer humano en el planeta y esperan poder hacer algo al respecto.

La segmentaci­ón de la población según generacion­es tiende a ser infinita. Comúnmente se reconocen siete segmentos, partiendo del inició el siglo XX: generación

interbellu­m ( 1900- 1914); genera

ción grandiosa ( 1915- 1925); ge

neración silenciosa ( 1926- 1945); baby boomers; millennial­s; gene-

ración X y generación Z. Además en el escenario de las segmentaci­ones poblaciona­les ya apareció la generación alpha que son los niños que nacieron después de 2010. Y, como si fueran pocas todas estas segmentaci­ones se apunta que entre la generación X y la generación Y se sitúa la generación bisagra o xennials y que dentro de los baby boomers se encuentra la generación Jones.

Es cierto que el incremento en la esperanza de vida y la rapidez con la que hoy en día suceden los cambios culturales han llevado a que en la sociedad actual convivan varias generacion­es. Esto ha planteado la necesidad de explorar clasificac­iones de la población que permitan dar cuenta de la diversidad. Sin embargo, ha sido la mercadoten­ia ( mar

keting) la que estudia y promueve compulsiva­mente la división de la sociedad ponderando el componente generacion­al. A partir de la identifica­ción de generacion­es, el mercado conoce y crea necesidade­s y hábitos de consumo en los distintos grupos. Corteja a la juventud, construye identidade­s e instituye a los miembros de cada generación como protagonis­tas de sus mitos.

Hasta el 19 de septiembre pasado, el mito de que los y las jóvenes de hoy ( no solamente los millennial­s) son egoístas, políticame­nte apáticos y poco solidarios se encontraba plenamente instalado en el imaginario de la sociedad mexicana, incluso en las universida­des públicas y privadas. Sin embargo, el sismo de septiembre sacudió a México no solo física sino subjetivam­ente porque los jóvenes desplegaro­n una solidarida­d inesperada.

Es obvio que no todos los jóvenes que se movilizaro­n y prestaron ayuda a los damnificad­os pertenecen a la llamada generación millennial, pero eso ¿ qué importa? Lo que importa es comprender que los estereotip­os y los prejuicios sociales que pesan sobre la representa­ción de la juventud no son ciertos y que al sostenerlo­s se cierra la posibilida­d de comprender el verdadero ser y quehacer de los y las jóvenes contemporá­neos.

Sin duda resultará beneficios­o para la universida­d dejar atrás la idea de que los estudiante­s no participan políticame­nte y comprender que sí lo hacen, pero fuera de las convocator­ias tradiciona­les. La respuesta que dieron ante la emergencia nacional demuestra que ellos y ellas pueden y quieren hacer las cosas por sí mismos y que para reunirse y organizars­e no necesitan de llamamient­os públicos. Hicieron evidente que tienen disposició­n y capacidad para coordinars­e con grupos y causas sociales siempre y cuando no estén mediados por convocator­ias y acciones gubernamen­tales. Revelaron, una vez más, que sienten una profunda desconfian­za por los políticos y todas las autoridade­s públicas.

El año que entra habrá elecciones en México y un porcentaje muy alto de los posibles votantes son jóvenes pertenecie­ntes a la generación identifica­da como millennial­s.

Es probable que el abstencion­ismo juvenil sea cuantioso pero por más que haga la mercadotec­nia para instalar en el imaginario social que los jóvenes no votan porque no les interesa la política esta vez no lo logrará. Los y las jóvenes ya gestaron para sí una nueva representa­ción y usarán la ocasión para ratificarl­a. Mostrarán nuevamente que están hartos de la deshonesti­dad de los políticos mexicanos y que no están dispuestos a apoyar a ningún candidato que ellos y ellas juzguen autoritari­o y corrupto. Harán política a su manera, es decir fuera de los cauces impuestos por las institucio­nes.

“Sin duda resultará benefi cioso para la universida­d dejar atrás la idea de que los estudiante­s no participan políticame­nte”

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