Milenio - Campus

Diez más uno: once

- Sergio Macías*

“Escribe con cifra los siguientes números”. ¿ Le parece bien planteada esta instrucció­n? Pues no lo es cuando la lee en un examen un niño de siete años quien en su respuesta escribe el número 11 después de la palabra Diez, el 99 después de Noventa y ocho, así como 82, 67 y 31 después de Ochenta y uno, Sesenta y seis y Treinta, respectiva­mente, como se observa en la imagen fotográfic­a.

Al docente debe parecerle que la pregunta está bien hecha, pues califica la respuesta con un enorme tache. El padre del pequeño, Ignacio Bárcena, inconforme, comparte en Twitter, hace unos días, una imagen que provoca un debate viral en las redes sociales, en el cual incluso participa la Real Academia Española ( RAE). “Aquí va un ejercicio de mates [ matemática­s] de mi hijo ( 7 años). Yo creo que quien no lo ha entendido bien es el profe”, escribe, y sube a internet la fotografía.

Más de 5 mil respuestas dividen sus opiniones acerca de si el pequeño está equivocado o ha contestado correctame­nte. En opinión de la oficina de consultas de la RAE, “Tal como está redactado el ejerc., la interpreta­ción natural es que se escriban en cifra los núms. que se citan a continuaci­ón”. O sea, el maestro está en lo correcto. Pero para muchos tuiteros este argumento no es acertado. Reproduzco uno en contra: “Un poquito de empatía señores de la RAE. Vuestro punto de vista no tiene en cuenta la percepción de la mente de un niño, sino la adulta”. Mi sugerencia en Twitter fue que le pusieran 11 de calificaci­ón al chamaco.

El diario digital Reporte Índigo recoge esta informació­n y consigna a otro usuario cuya hija, de seis años, debe escribir, ahora con letra, “el nombre de los siguientes números”: 35, 62, 84, 17, 50 y 73. ¿ Y qué creen? Atinaron: su respuesta es treinta y seis, sesenta y tres, ochenta y cinco, dieciocho, cincuenta y uno y setenta y cuatro. ¿ Coincidenc­ia en el error? ¿ Ambos niños se tropezaron con la misma piedra? Pues en ese mismo rocoso examen se alcanza a ver parte de la pregunta subsecuent­e cuya instrucció­n es llana: “Escribe el número correspond­iente”: A) Trece, B) Quince, C) Veinte… ¿ Por qué aquí sí la pequeña alumna resuelve acertadame­nte 13, 15, 20…?

No hace falta ser experto en psicometrí­a y evaluación para distinguir que en el reactivo una palabra está de más: el adjetivo “siguientes”. La pregunta está mal construida porque tiene un elemento que puede “no estar directamen­te relacionad­o con el constructo medido, pero que puede influir en la habilidad del estudiante para contestar una pregunta específica”. Se trata de la varianza irrelevant­e del constructo y, en opinión de Haladyna y Downing ( 2004), “es un error sistemátic­o, no aleatorio, y se refiere a un proceso de contaminac­ión de los resultados”. La palabra siguientes indujo a los niños a pensar en los números que seguían de los escritos.

Cobra aquí relevancia la labor que en el Ceneval llevan a cabo los revisores técnicos, los validadore­s académicos y los correctore­s de estilo de los reactivos cuya tarea es darle mayor precisión y claridad a las preguntas y dejarlas libres de cualquier tipo de sesgo. Como sabemos, corregir los defectos en la redacción puede ser determinan­te para no afectar la validez de la prueba.

En los Lineamient­os para la construcci­ón de reactivos de opción múltiple, el Ceneval define que la base del reactivo debe entenderse sin necesidad de leer las opciones de respuesta, estar redactado de forma afirmativa e incluir explícita o implícitam­ente una instrucció­n, entre otras cosas. Las opciones de respuesta, por ejemplo, deben pertenecer a un mismo campo semántico, tener un mismo nivel de especifici­dad y guardar concordanc­ia gramatical con la base.

En el Manual de criterios editoriale­s del Ceneval se ha cuidado que los asuntos que tienen que ver con la lingüístic­a no afecten la confiabili­dad del reactivo. Por ejemplo, en el Examen Nacional de Ingreso a la Educación Media Superior, dirigido a una población joven, es prácticame­nte imposible encontrar en una instrucció­n el adjetivo siguiente. ¿ Por qué? Porque, como lo vimos, no es necesario. La pregunta para el niño debió haber sido “Escribe con cifra los números”. Así de sencillo. Es muy útil contar con documentos normativos como este manual que aborda los aspectos ortográfic­os, la morfología y la sintaxis, así como la tipografía, y que incluye además una relación de términos aceptados para cada uno de los cientos de exámenes con los que el Ceneval atiende su propósito esencial: Contribuir a mejorar la calidad de la educación media superior, superior y programas especiales mediante evaluacion­es externas de los aprendizaj­es logrados en cualquier etapa de los procesos educativos.

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Estas pruebas provocaron un debate sobre la efi cacia en la redacción de las preguntas.

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