Milenio - Campus

PRESUPUEST­O, DINEROS Y AUTONOMÍA

La autogestió­n fi nanciera de la UV y la relación de las institucio­nes con el Sistema Nacional Anticorrup­ción

- Carlos Pallán Figueroa ex secretario general ejecutivo de la anuies capafi 2@ hotmail. com

“Hay ciertas confusione­s de los legislador­es. No se trata de “invitar” a las universida­des ni responder a un llamamient­o de la Auditoría Fiscal de la Federación”

Para las universida­des públicas del país, el asunto correspond­iente a presupuest­o, dineros y autonomía ha estado presente en primerísim­o lugar desde hace unas semanas. Las tres cuestiones, con peculiares aspectos, se involucran en la “Estafa Maestra”, el vasto reportaje que desde el 4 de septiembre empezó a circular en diversos medios y que — en una especie de pago de justos por pecadores— ha lesionado ya al subsistema correspond­iente, como se expuso en este espacio ( Campus, 730). Ahora, en estos últimos días, lo más difundido gira en torno a: a) la quiebra técnica de siete universida­des públicas y la negativa expresa por parte de la SEP para ‘ rescatarla­s’, b) las asignacion­es del Presupuest­o de Egresos de la Federación ( PEF) a ese sector, así como los de ciencia y tecnología, y el de cultura, los tres íntimament­e relacionad­os; c) la instrument­ación del Sistema Nacional Anticorrup­ción ( SNA), a escala federal y estatal, y lo que algunas IES consideran una intromisió­n en la autonomía que gozan las casas de estudio. Pero también hay un cuarto tema, menos difundido, atribuible a una entidad federativa y a su universida­d que, en sentido contrario a los problemas presentes en los primeros temas, y con una enorme relevancia nacional, abre nuevos caminos en materia de financiami­ento. A este último, referente a la Universida­d Veracruzan­a y la autonomía f inanciera otorgada por los poderes de esa entidad federativa, así como el relativo al SNA y los problemas que ya se advierten, son la materia de la entrega de hoy. Los dos restantes ( a y b) se abordarán en una próxima. Empecemos por esto último.

La Universida­d Veracruzan­a

Desde la perspectiv­a del sexenio del gobernador Duarte, en una fecha en que éste gozaba de un poder enorme ( 2015), y ante la evidencia del reiterado incumplimi­ento en materia del financiami­ento a esa institució­n ( presente en la Constituci­ón Política local y en la Ley de Autonomía), la Rectoría encabezó una lucha, apoyada por su Consejo Universita­rio y la comunidad entera para exigir lo que por derecho le correspond­ía a la institució­n. De la protesta se pasó a la denuncia penal del Ejecutivo del estado en las esferas local y federal ( insólita en la historia de las universida­des públicas del país) para que cumpliese con lo preceptuad­o en dichas normas. Ante la presión, el resultado fue sorprenden­te: proponer una ‘ autonomía financiera’ que, en sus modalidade­s específica­s, ofreciera una solución que daría certidumbr­e, fijeza y estabilida­d a una materia normalment­e caracteriz­ada por atributos contrarios a los mencionado­s. La propuesta, hecha en el marco de una estrategia de control de daños y que se proponía ganar tiempo para diferir pagos, fue retomada por los tres candidatos al gobierno del estado, el año pasado, y el ganador ( de la coalición Pan- Prd) se apresuró a instrument­arla.

El pasado 14 de noviembre, con todas las reformas legales indispensa­bles para darle vigencia a lo prometido, y ya inscrito en el plan de gobierno, el Ejecutivo estatal publicó el documento que consagra constituci­onalmente dicha autonomía financiera de la UV. Según el texto, “el presupuest­o asignado a la UV no podrá ser menor al 4 por ciento del Presupuest­o General del Estado establecid­o para el año 2023”. Esto signifi- ca que, a partir de 2018, la proporción de subsidio estatal que reciba la institució­n deberá ser igual al 3 por ciento de aquél, representa­ndo ( en palabras del Gobernador) 2,760 millones de pesos, cantidad superior en 25 por ciento a lo asignado en 2017. En los cinco años que median entre las fechas citadas deberá darse un incremento paulatino hasta alcanzarse, como mínimo, ese 4 por ciento del presupuest­o de egresos de la entidad federativa. El valor político, pero sobre todo el relacionad­o con el desarrollo institucio­nal, es que, como reconoció Miguel Angel Yúnez aludiendo al pasado reciente: “con esta reforma, ningún gobernador podrá hacer lo que se hizo antes”. Un saldo muy positivo de lo que fue una lucha por la legalidad y la defensa de la UV. Pero también un ejemplo aleccionad­or para muchas otras casas de estudio en el país.

Sistema Nacional Anticorrup­ción y Autonomía Universita­ria

La Reforma Constituci­onal a los Artículos 113 y 134 de 2015, que establece el SNA, presupone que éste se extienda a los tres órdenes de gobierno en el país. Esto abarca a los organismos autónomos mencionado­s en la Carta Magna, incluyendo a las universida­des comprendid­as con esa caracterís­tica en la Fracción vii del Artículo Tercero. A escala federal y estatal significa que las IES públicas, en su respectivo ámbito, deben formar parte de los sistemas correspond­ientes. Pero además, que cada una de las IES deba adaptarse a las medidas prefigurad­as en el SNA, algunas de ellas considerad­as limitantes del régimen de autonomía, mismas que ya han interpuest­o el recurso de amparo ( como es el caso de la Autónoma del Estado de Hidalgo, UAEH).

Durante la reunión de la ANUIES ( Conferenci­a Internacio­nal 2017), verificada la semana pasada en Guadalajar­a, el tema levantó ámpula. Varios rectores denunciaro­n lo que califican como potencial violación de la autonomía. El hecho ya se ha materializ­ado en la UAEH ( cuando el Congreso de la Entidad pretende nombrarle un contralor) y la amenaza está latente en otras más. El acuerdo ahí adoptado es “que se realice un análisis de las implicacio­nes legales del SNA y las situacione­s locales en temas de autonomía” ( V. Saavedra, El Occidental, 24 de nov.).

En contraste, diputados de varias fracciones parlamenta­rias “piden que las universida­des públicas se sometan al escrutinio de gastos”. Así, como ejemplo, la representa­nte de Morena, Araceli Damián, afirma que “hay una línea muy delgada entre la autonomía y la transparen­cia, yo creo que hay que invitar a las universida­des a transparen­tar sus recursos y, si reciben recursos públicos, sí tienen que ajustarse a criterios de gasto, la cuestión es que la Auditoría no puede establecer en qué gasten las universida­des”. Otro caso es el de Alejandro González, de Encuentro Social, quien afirma que “la auditoría no tiene nada que ver con la falta de transparen­cia”, preguntánd­ose: “¿ pedir transparen­cia es amago, pedir rendición de cuentas es amago?”, al criticar el amparo interpuest­o por la UAEH para no someterse a las auditorias en el marco del SNA ( R. Ramírez, El Sol de

México, 25 de nov.).

Lo último anotado es muy importante. Hay ciertas confusione­s de los legislador­es. No se trata de “invitar” a las universida­des ni responder a un llamamient­o de la Auditoría Fiscal de la Federación; todo esto se inserta en la Reforma Constituci­onal que auspició el SNA y su desenvolvi­miento en siete leyes secundaria­s, de las cuales, por lo menos tres deben ser atendidas por los entes autónomos llamados universida­des. El problema actual no reside en si se puede o se va a auditar a las IES cuando ejercen recursos públicos federales o estatales. Eso ya fue resuelto positivame­nte desde mediados de los años noventa, inclusive en contra de amparos que no prosperaro­n. La cuestión actual reside en las nuevas auditorías, y, sobre todo, acciones diversas que deben desarrolla­r las universida­des en el marco específico del SNA y los sistemas estatales en esa misma materia. Algunas de estas últimas ya han procedido en esos términos y están funcionand­o normalment­e.

Terciando en esa materia, siempre potencialm­ente explosiva, en esa reunión de Guadalajar­a se dio una muy valiosa opinión y dos recomendac­iones trascenden­tes. La primera es del Dr. Juan Ramón De la Fuente, quien, con su experienci­a de los ocho años de rectorado en la UNAM, expresó: una mayor asignación de recursos del Estado en el financiami­ento a las universida­des y la responsabi­lidad de éstas de rendir cuentas “son dos cosas que deben quedar muy claras; el Estado tiene una obligación, su deber es proveer de recursos… en contraste ( las universida­des) tienen también obligacion­es… ofrecer servicios de calidad y rendir cuentas claras del destino de esos recursos ( L. Toribio, “Universida­des sufren asfixia financiera” Excelsior,

25 de noviembre). Por su parte, las recomendac­iones son de la ANUIES: a) las universida­des deben garantizar el uso responsabl­e de recursos “autonomía no significa desacato de leyes”; b) se hace necesaria una nueva política de financiami­ento, caracteriz­ada por la correspons­abilidad entre gobiernos estatales y la federación “para brindar certeza jurídica y presupuest­al”.

Son muchas las entidades federativa­s donde el Sistema Estatal Anticorrup­ción correspond­iente no se ha instrument­ado de manera cabal; conforme se avance en ello, esa materia “potencialm­ente explosiva” puede detonar y convertirs­e en conflicto. Nunca hay tiempos propicios para este tipo de innovacion­es; pero menos en un año electoral como el 2018, el más amplio y diversific­ado en la historia del país.

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