FERNÁNDEZ FASSNACHT EN LA UAS
La Universidad Autónoma de Sinaloa es una institución con una historia marcada por la lucha y el esfuerzo de su comunidad, por el debate político, la academia y la vocación por la cultura y sus muy típicos rasgos regionalistas. Sus orígenes se remiten al siglo XIX y desde entonces se ha posado con su carta educativa en la conciencia del pueblo sinaloense.
Durante unos pocos años de la década de los 80 del siglo pasado, vivió una reforma fruto del movimiento universitario; la cual se vió mermada por la inepcia y desplazada. Tiempo después, de forma gradual, derivó en una suerte de regresión modernizadora.
En las últimas décadas, en la actualidad, inclusive, ha encarado importantes mutaciones, momentos de flujo y reflujo, de fluctuaciones, de afanes de cambio exacerbados que han impuesto un modo de ser, una ideología admitida con una cierta unanimidad.
Sus dirigentes compiten en una suerte de fuga hacia adelante. Sus líderes siguen una línea clara de conducta tratando de dejar atrás al sucesor, no como si se tratara de una disputa li
quidacionista sino una abierta competencia entre pares en una ciudad vallada, protegida por la propia idea uniforme del papel de la universidad.
En Sinaloa es uno de los polos políticos más representativos de la vida pública, y por sus propios méritos, un espacio de dignificación de una entidad escasa de talante educativo y cultural.
El resultado es una institución académicamente sólida e híbrida en su vinculación social, aunque parezca algo contradictorio. Se atreve a grandes retos académicos y punza su pensamiento y acción crítica en la vida política ampliando sus propias responsabilidades. Cumple con sus funciones y a la vez lleva el pulso de la vida política con una conveniente sensibilidad.
El doctorado Honoris Causa que otorgará el próximo lunes al doctor Enrique Fernández Fassnacht, puede considerarse uno de los aciertos que le dan la solvencia que desea mantener como institución abierta y humanista.
El ex director del IPN, ex dirigente de la Anuies y ex rector de la UAM, actor indiscutible de la vida educativa del país en las últimas décadas, va a ser investido en el claustro académico de la UAS, justo cuando el rector de la UAS, Juan Eulogio Guerra Liera puede decir que llega a una universidad que aprecia el talento, la honradez y el compromiso con el futuro del país.
Lo justifica el hecho de que Fernández Fassnacht es un ser humano comprometido con la educación y la ciencia, que en cada sitio donde han requerido de sus servicios ha dejado una marca indeleble de nobleza honrada, de vocación transformadora. Eso sucede con tipos que se aferran a una idea, que son capaces en el saber hacer, entendidos del sentido común, pero que también asumen que ése hacer exige una serie de principios que alejan de las impurezas que en ocasiones la función burocrática ofrece para poner a prueba a los hombres, y que en algunos resulta una prueba insuperable.
Los funcionarios honrados van de la mano de su propio pasado para que éste hable por ellos, como es el caso del galardonado.
La UAS tomó en cuenta, es lo más seguro, la historia científica, el discurrir por las aulas de Fernández Fassnacht, pero es también seguro que haya visto en él, el ejemplo del funcionario de conducta genuina, recta, fraguada para el servicio público, para la sencillez que honra y no que enriquece ni envilece.
Acaso por ello no le agrade cómo es a los que mintieron para evitar que continuara en el IPN, menos a los más desaforados por mantener cuotas de poder que mucho se empeñan en no dejar morir la opacidad y el tráfico de influencias en una institución digna de mejor suerte.
Pero todo ello adquiere su importancia cuando se entiende que el hombre, con las razones en la mano, defiende a las instituciones. La UAS habrá de reconocer en Fernández Fassnacht justamente ese rasgo de su vida profesional, que el ex director del IPN, apegado estrictamente a la ley, pretendió guiar la reforma del Poli, tal como una mayoría politécnica lo deseaba. Pero las comunidades, mayoritariamente — es una cruel paradoja— no actúan como mayorías, se dejan llevar por los grupos más activos, por las llamadas minorías activas que sofocan la libertad de discernimiento y de decisión, que a su vez son la cabeza de turco de quienes se oponen al funcionamiento normal de las instituciones, cuya anomalía sirve para la defenestración de la recta conducta institucional y de mal ejemplo para la sociedad.
Lo cierto es que el doctor Fernández Fassnacht es merecedor indiscutible de este reconocimiento de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Debe estar seguro el doctor Fernández de que la comunidad universitaria está decidida a provocarle una satisfacción, que es el propósito de una universidad que busca a su vez que le hagan un bien, como sucederá en este acto de solemne reciprocidad.
La UAS ha querido mejorar siempre. Como toda universidad pública se empeña en construir caminos para el saber, en abrir horizontes para la ciencia, en cavar profundo en las honduras del pensamiento humanista y científico, en llevar la luz a las sombras, en no dar gato por liebre, en cuidar al hombre de “la bondad corrompida”, en cegar la cizaña del mediocre. No debe temerse que un acto de investidura sea un acto de reafirmación, como los nuevos comienzos de un proceso de cambio.
Por las condiciones que observamos, al entregarle el doctorado a Enrique Fernández Fassnacht, la UAS se asume justa y magnánima, se adhiere a los valores que están en su naturaleza y que ella misma exalta; y el propio galardonado, con benevolencia, sencillez y visión, ingresará con sus bienes morales e intelectuales a una histórica institución.
“Es un ser humano comprometido con la educación y la ciencia”