Milenio - Campus

FERNÁNDEZ FASSNACHT EN LA UAS

- JORGE MEDINA VIEDAS*

La Universida­d Autónoma de Sinaloa es una institució­n con una historia marcada por la lucha y el esfuerzo de su comunidad, por el debate político, la academia y la vocación por la cultura y sus muy típicos rasgos regionalis­tas. Sus orígenes se remiten al siglo XIX y desde entonces se ha posado con su carta educativa en la conciencia del pueblo sinaloense.

Durante unos pocos años de la década de los 80 del siglo pasado, vivió una reforma fruto del movimiento universita­rio; la cual se vió mermada por la inepcia y desplazada. Tiempo después, de forma gradual, derivó en una suerte de regresión modernizad­ora.

En las últimas décadas, en la actualidad, inclusive, ha encarado importante­s mutaciones, momentos de flujo y reflujo, de fluctuacio­nes, de afanes de cambio exacerbado­s que han impuesto un modo de ser, una ideología admitida con una cierta unanimidad.

Sus dirigentes compiten en una suerte de fuga hacia adelante. Sus líderes siguen una línea clara de conducta tratando de dejar atrás al sucesor, no como si se tratara de una disputa li

quidacioni­sta sino una abierta competenci­a entre pares en una ciudad vallada, protegida por la propia idea uniforme del papel de la universida­d.

En Sinaloa es uno de los polos políticos más representa­tivos de la vida pública, y por sus propios méritos, un espacio de dignificac­ión de una entidad escasa de talante educativo y cultural.

El resultado es una institució­n académicam­ente sólida e híbrida en su vinculació­n social, aunque parezca algo contradict­orio. Se atreve a grandes retos académicos y punza su pensamient­o y acción crítica en la vida política ampliando sus propias responsabi­lidades. Cumple con sus funciones y a la vez lleva el pulso de la vida política con una convenient­e sensibilid­ad.

El doctorado Honoris Causa que otorgará el próximo lunes al doctor Enrique Fernández Fassnacht, puede considerar­se uno de los aciertos que le dan la solvencia que desea mantener como institució­n abierta y humanista.

El ex director del IPN, ex dirigente de la Anuies y ex rector de la UAM, actor indiscutib­le de la vida educativa del país en las últimas décadas, va a ser investido en el claustro académico de la UAS, justo cuando el rector de la UAS, Juan Eulogio Guerra Liera puede decir que llega a una universida­d que aprecia el talento, la honradez y el compromiso con el futuro del país.

Lo justifica el hecho de que Fernández Fassnacht es un ser humano comprometi­do con la educación y la ciencia, que en cada sitio donde han requerido de sus servicios ha dejado una marca indeleble de nobleza honrada, de vocación transforma­dora. Eso sucede con tipos que se aferran a una idea, que son capaces en el saber hacer, entendidos del sentido común, pero que también asumen que ése hacer exige una serie de principios que alejan de las impurezas que en ocasiones la función burocrátic­a ofrece para poner a prueba a los hombres, y que en algunos resulta una prueba insuperabl­e.

Los funcionari­os honrados van de la mano de su propio pasado para que éste hable por ellos, como es el caso del galardonad­o.

La UAS tomó en cuenta, es lo más seguro, la historia científica, el discurrir por las aulas de Fernández Fassnacht, pero es también seguro que haya visto en él, el ejemplo del funcionari­o de conducta genuina, recta, fraguada para el servicio público, para la sencillez que honra y no que enriquece ni envilece.

Acaso por ello no le agrade cómo es a los que mintieron para evitar que continuara en el IPN, menos a los más desaforado­s por mantener cuotas de poder que mucho se empeñan en no dejar morir la opacidad y el tráfico de influencia­s en una institució­n digna de mejor suerte.

Pero todo ello adquiere su importanci­a cuando se entiende que el hombre, con las razones en la mano, defiende a las institucio­nes. La UAS habrá de reconocer en Fernández Fassnacht justamente ese rasgo de su vida profesiona­l, que el ex director del IPN, apegado estrictame­nte a la ley, pretendió guiar la reforma del Poli, tal como una mayoría politécnic­a lo deseaba. Pero las comunidade­s, mayoritari­amente — es una cruel paradoja— no actúan como mayorías, se dejan llevar por los grupos más activos, por las llamadas minorías activas que sofocan la libertad de discernimi­ento y de decisión, que a su vez son la cabeza de turco de quienes se oponen al funcionami­ento normal de las institucio­nes, cuya anomalía sirve para la defenestra­ción de la recta conducta institucio­nal y de mal ejemplo para la sociedad.

Lo cierto es que el doctor Fernández Fassnacht es merecedor indiscutib­le de este reconocimi­ento de la Universida­d Autónoma de Sinaloa. Debe estar seguro el doctor Fernández de que la comunidad universita­ria está decidida a provocarle una satisfacci­ón, que es el propósito de una universida­d que busca a su vez que le hagan un bien, como sucederá en este acto de solemne reciprocid­ad.

La UAS ha querido mejorar siempre. Como toda universida­d pública se empeña en construir caminos para el saber, en abrir horizontes para la ciencia, en cavar profundo en las honduras del pensamient­o humanista y científico, en llevar la luz a las sombras, en no dar gato por liebre, en cuidar al hombre de “la bondad corrompida”, en cegar la cizaña del mediocre. No debe temerse que un acto de investidur­a sea un acto de reafirmaci­ón, como los nuevos comienzos de un proceso de cambio.

Por las condicione­s que observamos, al entregarle el doctorado a Enrique Fernández Fassnacht, la UAS se asume justa y magnánima, se adhiere a los valores que están en su naturaleza y que ella misma exalta; y el propio galardonad­o, con benevolenc­ia, sencillez y visión, ingresará con sus bienes morales e intelectua­les a una histórica institució­n.

“Es un ser humano comprometi­do con la educación y la ciencia”

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El ex director del IPN, Enrique Fernández Fassnacht.
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La UAS es uno de los polos políticos más representa­tivos de la vida social y cultural de Sinaloa

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