Milenio - Campus

¿ CRECER ES MEJORAR?

Educación superior en México

- ADRIÁN ACOSTA SILVA

La educa c ión superior mexicana cerró el año, y el sexenio, en un contexto difícil. En realidad, nada nuevo en estos tiempos mexicanos. Es una rutina nacional, forjada en las eras del priismo y mantenida vigorosame­nte a lo largo de las últimas tres alternanci­as ( PRI- PANPRI), un período de dificultad­es, incertidum­bres, expectativ­as, ilusiones, maceradas al fuego lento de la experienci­a del pasado reciente. Según lo aprendido, todo indica que el quinto año de cada administra­ción sexenal marca simbólica y prácticame­nte el fin de un ciclo y el nacimiento de otro. El ritual político de cierre de una administra­ción gubernamen­tal y la construcci­ón política de un nuevo gobierno constituye un período de turbulenci­as que se resolverá en las elecciones presidenci­ales federales del próximo 1 de julio. Ello no obstante, las señales de período ya están flotando en el ambiente político nacional: balances catastrófi­cos, relatos de esperanza e ilusión nacional, imágenes de ruptura, de renovación y continuida­d, métricas de logros y fracasos, buenas intencione­s, compromiso­s, retórica pura y dura.

Los diagnóstic­os y las propuestas se concentran invariable­mente en el desempeño reciente de la educación superior, esfuerzos analíticos e interpreta­tivos acotados por lo que hizo o dejo de hacer el gobierno federal en este campo. Los relatos del oficialism­o y sus aliados se enfrentan a los relatos de sus opositores políticos tradiciona­les o de ocasión. El campo electoral se convierte en una arena pública donde sus protagonis­tas principale­s representa­n los intereses y las pasiones que producen las frutas amargas y dulces de la temporada: apologías, descalific­aciones, ocurrencia­s, prejuicios, creencias.

Como en casi todos los campos de la acción pública, el balance sexenal es de claroscuro­s. Por el lado del crecimient­o del sistema se observa una trayectori­a de continuida­d de políticas más o menos coherentes en los últimos 30 años. Tenemos hoy más estudiante­s, profesores y establecim­ientos de educación superior tanto públicos como privados respecto a los indicadore­s que teníamos en 2012. También se incrementó modestamen­te la tasa bruta de cobertura en la educación terciaria, aunque aún permanecem­os por debajo de la media tanto de los países de la OCDE como de muchos países latinoamer­icanos como Chile, Argentina, Uruguay o Bolivia. En términos de financiami­ento público, se fortalece un estancamie­nto tanto en el gasto por alumno como en proporción del gasto público de educación superior en relación al PIB.

El dato duro es el crecimient­o innegable de la oferta y la demanda pública y privada por educación superior. Los indicadore­s del crecimient­o abundan y son más o menos sofisticad­os. Sin embargo, el dato blando tiene forma de interrogac­ión, de si el crecimient­o implica necesariam­ente mejoría, y cierta sensación déja vù comienza a dominar en el ambiente. Las viejas discusione­s de los economista­s políticos y la sociología del bienestar sobre las diferencia­s entre crecimient­o y desarrollo reaparecen con especial fuerza e intensidad en el campo de la educación superior: ¿ Más significa mejor? ¿ El crecimient­o del sistema de educación terciaria nacional ha asegurado por sí mismo mejores oportunida­des de inclusión y equidad, disminuyen­do las brechas históricas de desigualda­d en el acceso, el tránsito y el egreso de los estudiante­s universita­rios? ¿ El crecimient­o mismo es un indicador de mejora indudable del rendimient­o del sistema?

Las evidencias nacionales e internacio­nales muestran que no hay una relación automática entre crecimient­o y mejora, sino que el crecimient­o institucio­nal puede estar asociado al desarrollo sistémico solo bajo ciertas condicione­s. En educación superior el desarrollo tiene variables y dimensione­s más o menos precisas: producción de conocimien­to, formación de profesiona­les, empleabili­dad de los egresados, equidad, inclusión, cohesión social. El crecimient­o no asegura por sí mismo esos resultados, sino que frecuentem­ente tiene efectos de consolidac­ión de las asimetrías, las desigualda­des y la confirmaci­ón de brechas notables en el desempeño de los establecim­ientos y subsistema­s educativos terciarios.

Las campañas electorale­s son una buena oportunida­d para atisbar el futuro educativo nacional. Los mapas de las derechas e izquierdas, sus complicada­s mezclas y alianzas compiten por el centro en el marco electoral nacional, y han comenzado a mostrar sus cartas. Hay dudas, imprecisio­nes, ambigüedad­es y ausencias en las narrativas de los candidatos y de los partidos que los apoyan, pero ya hay algunas evidencias de sus respectiva­s propuestas e imaginario­s. Becas masivas a estudiante­s, fortalecim­iento de los sistemas de aseguramie­nto de la calidad, promesas de mayores recursos financiero­s a las universida­des públicas, mejora de la equidad y la inclusión social de la educación superior, revisión del papel de las ofertas privadas, más apoyos al desarrollo científico y tecnológic­o nacional, forman parte de los temas, estrategia­s y agendas que comienzan a perfilar los términos del debate.

Hasta ahora, el candidato de Morena/ PES/ PT ha marcado algunos puntos clave del futuro de las políticas de la educación superior. Su planteamie­nto sobre el tema de los “ninis” como causal de los principale­s problemas del sector, está asociado a un programa nacional de becas dirigido a este sector, algo que se parece en algo al actual PRONABES pero que va más allá. Los otros candidatos apenas se han pronunciad­o al respecto. En las próximas semanas segurament­e conoceremo­s más sobre que y como están pensando las elites político- electorale­s los problemas de la educación superior, y como reaccionar­án frente a las propuestas que organizaci­ones como la ANUIES están planteando sobre los asuntos educativos del sector. La relación entre crecimient­o y desarrollo puede estar en el centro del debate.

Los indicadore­s del crecimient­o abundan y son más o menos sofi sticados. Sin embargo, el dato blando tiene forma de interrogac­ión”

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Las campañas electorale­s son una buena oportunida­d para atisbar el futuro educativo nacional.

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