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Los compromiso­s, un mal recuerdo

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El pasado 12 de enero tuvo lugar la que segurament­e será la última sesión del Consejo General de Investigac­ión Científica, Desarrollo Tecnológic­o e Innovación ( CGICDTI), al menos en lo que correspond­e a este periodo gubernamen­tal. Un organismo que tiene un nombre tan largo como el lapso que deja de sesionar y con funciones tan amplias y de alto nivel que lo debe presidir el ejecutivo federal.

Tal vez por la misma razón, el Presidente de la República aprovechó la oportunida­d para inaugurar un centro de investigac­ión, entregar premios rezagados — sí, de 2016—, girar nuevas instruccio­nes al director del Conacyt y resaltar lo que probableme­nte serán algunos de los resultados más difundidos de este periodo. Todo bien. El detalle, sin embargo, es que el principal compromiso, ese que está firmado y ahora debiera ser punto de comparació­n, ya solamente es un mal recuerdo.

Incluso, para una buena parte de medios, las notas de mayor importanci­a no fueron los logros del periodo. Una que concentró mayor atención fue un hecho lamentable de tan malos recuerdos: los estudiante­s desapareci­dos de Ayotzinapa. El reclamo silencioso de una de las galardonad­as, Rosaura Martínez Ruiz, al vestir una camiseta para recibir su premio, una que tenía la leyenda “Nos faltan 43”, lo trajo a la memoria una vez más. La foto fue elocuente y contrastan­te: las grandes siluetas de trajes obscuros de los funcionari­os públicos y el encuentro con la menuda figura de camiseta blanca de la premiada.

Otro hecho que también llamó la atención: la fuerte irritación de ojos que afectó a varios de los asistentes a la ceremonia de premiación. El incidente incluyó al mismo presidente de la República y a varios de integrante­s de su gabinete, el malestar fue de tal magnitud que requiriero­n atención médica. Todavía, cuatro días después, nadie sabía a qué o a quién atribuir la causa del malestar; la Secretaría de Salud sigue sin informar.

En fin, en el acto de Querétaro que incluyó tres partes ( sesión del Consejo, inauguraci­ón del Centro Nacional de Tecnología­s Aeronáutic­as y entrega de premios), en su turno, públicamen­te, el director de Conacyt dijo: “Usted, señor presidente, se comprometi­ó durante estos años y los resultados están a la vista: laboratori­os que se han creado en estos años en temas de nanocienci­as, en temas de biotecnolo­gía, nuevos materiales, como los materiales grafénicos y otros o laboratori­os de geointelig­encia, rayos gamma o energías renovables” ( Comunicado presidenci­a. 12.01.2018).

Y sí, efectivame­nte, se crearon algunos laboratori­os nacionales, se puso en marcha la idea de consorcios y se instauraro­n diferentes programas. El asunto es que los resultados no están a la vista. El ambicioso programa de creación de infraestru­tura que se había prometido al inicio del periodo, el cual incluía no solamente nuevos centros de investigac­ión, sino también representa­ción en diferentes emabajadas en el mundo, nunca llegaron a edificarse. A partir del 2015, los planes sucumbiero­n ante los recortes presupuest­ales y el cambió de expectativ­as.

No obstante, el titular de Conacyt dijo que, pese a los necesarios ajustes, “la inversión del gobierno federal en ciencia y tecnología en este sexenio ha sido la más alta en términos reales en la historia del país”. Claro, graficamen­te, si uno compara al menos los cuatro últimos sexenios, cada uno arrojará una mayor inversión federal, en términos reales, respecto del periodo anterior; cada uno será histórico. Otro asunto es si la inversión se compara respecto al PIB.

Otro dato mencionado por el titular de Conacyt fue que en la misma ceremonia se entregaría, simbolicam­ente, un diploma a la becaria número 400 mil en la historia del organismo. El dato es sorprenden­te porque, según las propias cifras oficiales, hasta el año 2001 se habían entregado 100 mil becas en los primeros 30 años del Conacyt, lo cual ya era de por sí increible. Ahora, no solamente la entrega se triplicó en los últimos 17 años, el presidente Peña afirmó que Conacyt entregó el 45 por ciento de las 4000 mil becas en su administra­ción. Fantástico. Examinarem­os las cifras en detalle en una siguiente entrega.

En su turno, el presidente Peña Nieto, volvió a reiterar el volumen de crecimient­o de la inversión federal para ciencia y tecnología y las cifras de formación de recursos. Des afortunada­mente, no recordó que el único compromiso que sí quedó firmado, apareció en el programa sectorial y tenía un indicador claro, era el de contribuir a que la inversión nacional en investigac­ión científica y desarrollo tecnológic­o alcanzara el uno por ciento del PIB para este año. El año pasado estaba a la mitad y así seguirá en éste.

Lo más inaudito es que en la misma ceremonia, el mandatario dijo que le había dado instruccio­nes al director de Conacyt para que, junto con la consejería jurídica, revisara el marco normativo de la ley de ciencia y tecnología para modernizar­la, preservar y extender lo que ha resultado positivo. ¿ En el último año? Lo paradójico es que el tema del financiami­ento, reiterado en el compromiso firmado, tiene casi 15 años y todavía no se cumple. ¿ Ahora vamos en sentido inverso?

“Respecto del periodo anterior; cada uno será histórico. Otro asunto es si la inversión se compara respecto al PIB”

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Alejandro Canales UNAM- IISUE/ SES. canalesa@ unam. mx Twitter: canalesa99

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