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EL 1 POR CIENTO, ¿ MISIÓN IMPOSIBLE?

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En una ceremonia celebrada en Querétaro, el pasado 12 de enero, el presidente Peña y el director general del Conacyt pasaron revista al estado actual que guarda la ciencia y la tecnología en el país. Ambos coinciden en que aquél es bueno, diez meses antes de que cierre el sexenio. Pero también hay otra similitud. Los dos eluden mencionar la principal promesa de campaña, refrendada en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Programa Sectorial respectivo. Me refi ero al ofrecimien­to, convertido en política pública, para que el gasto en el sector alcanzase el 1 por ciento del PIB. En su momento la idea entusiasmó a la comunidad científi ca: desde la presidenci­a de José López Portillo ese fue un objetivo que se vino reiterando sexenio tras sexenio, sin siquiera aproximars­e al logro del mismo. Evocando enero de 2013, a un mes de haber tomado posesión del cargo, el presidente no sólo ofrecía promesas en aquella euforia del Pacto por México, ya mostraba con hechos que aquella meta tantos años ambicionad­a ahora sí era posible. El autor de estas líneas, inclusive, le dedicó al acontecimi­ento dos artículos en este mismo espacio ( Campus 493 y 494, 10 y 17 de enero de 2013), afi rmando que “desde que se fundó el Conacyt, 42 años atrás no había tal cúmulo de defi niciones y acciones consecuent­es con el desarrollo de ese sector”.

Así, en materia de dineros, no solo se aludía a conseguir ese 1 por ciento antes del fi n de sexenio, sino que se mostraban ya algunos “hechos tangibles”: el presupuest­o del sector para el 2013, elaborado ya por el nuevo régimen, tenía un incremento del 18 por ciento; el Conacyt un 13; se creaban dos nuevos programas ( innovación tecnológic­a y el de desarrollo científi co y tecnológic­o) con dotaciones respectiva­s de tres mil y dos mil quinientos millones respectiva­mente.

En los siguientes dos ejercicios fi scales los incremento­s se siguieron dando y todo indicaba que, en esa materia, se transitaba en la línea correcta. Hasta que llegaron los recortes de 2016. No obstante, el sector fue protegido y, puede decirse, bien tratado hasta este 2018, en comparació­n con otros. Pero, desde aquel momento se preveía por algunos analistas que la meta empezaba a ser irrealizab­le. Las fi nanzas públicas del país no daban para cumplir esa prioridad convertida en política pública.

Desde aquél enero el presidente afi rmó que el problema del fi nanciamien­to era muy importante, pero no el principal, reconocien­do “el valor, importanci­a y prioridad que tendría para mi gobierno la inversión que hagamos en CyT…

( pero) no sólo se trata de incrementa­r los fondos de inversión. Se trata de hacer el uso, o un destino óptimo…”. La afirmación tiene sentido, no debería convertirs­e ese asunto en un fetiche, pero, para la comunidad científi ca, conseguir esa proporción del PIB, perseguida durante cuatro décadas, signifi caba la base indispensa­ble para una nueva etapa de políticas públicas, una especie de madurez científi ca y tecnológic­a indispensa­ble para el desarrollo del país.

No obstante la imposibili­dad de alcanzar la meta, la CyT tiene buenas realizacio­nes en el sexenio. El presidente y el director del Conacyt se encargaron de lucirlas en la ceremonia de Querétaro Entre ellas, la notable de 200 mil becas en lo que va del sexenio ( con lo cual se llega a 400 mil desde 1971); un 40 por ciento más de asignacion­es presupuest­ales al sector que en el sexenio anterior ( se llega a 436 mil millones en el quinto año); el monto para incentivos a la inversión privada ( 3,200 millones); o el número de cátedras para jóvenes investigad­ores ( 1,500). A esto habría que agregar el número de investigad­ores del SNI. De los 21,200 de 2012 a los casi 27 mil de 2016, un 27 por ciento de aumento.

A diez meses del fi n de sexenio, el presidente está haciendo balances de su obra en general. Así, en Querétaro, al referirse al conjunto de compromiso­s asumidos en políticas públicas afi rmó: “… si bien a lo mejor no alcanzamos la totalidad del 100 por ciento, sí estamos llegando a un 97, 98 por ciento de cumplimien­to en cada uno de esos compromiso­s que asumí con los mexicanos”. Se trata, estimo, de un juicio apologétic­o, desmedido y contrastan­te cuando se formula frente a una audiencia que debía tener muy presente la principal promesa, la del 1 por ciento. Ni el presidente ni el director del Conacyt hicieron alusión a ella.

En la más optimista de las visiones, el sexenio cerrará con un 0.6 por ciento del PIB en este renglón, muy alejado de la meta. En tiempos de campañas electorale­s la promesa segurament­e será reiterada por los candidatos. ¿ Estaremos frente al preámbulo de una nueva decepción?

“En la más optimista de las visiones, el sexenio cerrará con un 0.6 por ciento del PIB en este renglón, muy alejado de la meta”

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Carlos Pallán Figueroa Ex secretario general ejecutivo de la Anuies capafi 2@ hotmail. com

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