Evocación y actualidad / I
En este 2018 se cumplen cien años del Movimiento de Córdoba ( MC), aquel acontecimiento identifi cado con frases que se estrenaban, como reforma universitaria, y acciones que por primera vez se implantaban en el mundo de la educación superior, como autonomía institucional o cogobierno estudiantil. El MC no es el único y el primero que en América Latina enarbola esas banderas, pero sí el de mayor impacto, probablemente por el tipo de oposición que hicieron tanto las autoridades universitarias como algunas gubernamentales. De acuerdo con ello, a partir de 1918, con el MC podría decirse que se inaugura también una temática: la relación entre Estado y universidad y, más frecuentemente, el confl icto entre instituciones de educación superior y gobiernos, llámense nacionales o locales.
Lo obtenido por los estudiantes cordobeses en sólo seis meses de aquel año prefi gura el ideario que campeó durante todo el siglo, mismo que aún a veces ilumina a algunas casas de estudio en el continente. Pero también, como se ha visto a lo largo de las diez décadas transcurridas, para transformar a una institución no basta con incluir en la normatividad los puntos de aquel decálogo; como ejemplo que se repite, el cogobierno puedes estar establecido en una Ley Orgánica o su equivalente, sin que por ello ser trate de una institución democrática. El apego al espíritu de las leyes no siempre es un rasgo defi nitorio de las universidades de América latina, nada distinto de lo que sucede en un buen número de sociedades nacionales y su precario estado de derecho ( la “estafa maestra” en México y la impunidad de ahí resultante, hasta ahora, es una muestra palpable).
Cuestiones como estas rodean el tema de Córdoba. Un movimiento que se da en un momento y lugar determinados y que, dependiente de un contexto político y social específico, sus situaciones se repiten y se han reproducido a lo largo del siglo. Se trata, con frecuencia, de lecciones no aprendidas debidamente por gobiernos, autoridades universitarias o movimientos estudiantiles; pero también, en el anverso, de una guía para impulsar el desarrollo institucional, a pesar del tiempo transcurrido. Pareciera, a veces, una causa de carácter intemporal, permanente.
La serie de textos que hoy se inicia tiene como propósito recordar el acontecimiento, precisarlo y contribuir al análisis de un fenómeno que tiene muchas facetas. En
1978, Juan Carlos Portantiero califi có al MC y sus efectos como “la más vasta empresa de reforma ideológica que ha conocido el continente en este siglo”. Ya entonces la expresión resultaba polémica por el comparativo de superioridad, ahora seguramente lo sea más. Empero, eso no le resta importancia a un fenómeno que, estando presente en las IES, fácilmente se extiende y se ha ramifi cado al medio social que las envuelve ( tal sería el caso de la Huelga y la Autonomía del ‘ 29 en México y sus efectos políticos en la campaña electoral de ese año).
El MC se desarrolla en un periodo que va de marzo a septiembre de 1918. En ese lapso se pasa de un reclamo estudiantil menor, casi baladí ( corregir fallas de gestión académica o el régimen de internado), como sucedió en París o México medio siglo después, a un confl icto severo con autoridades que se propaga por todo el país, para culminar con una Reforma Universitaria que se convertirá en paradigma o aspiración de los movimientos democratizadores de las casas de estudio en todo el continente.
Sin embargo, en el caso de Córdoba la coyuntura es determinante en el triunfo de la causa. Un gobierno nacional, el primero que en toda la historia política argentina es elegido por voto universal y obligatorio ( el de Hipólito Irigoyen), resultó políticamente proclive a dicha causa. La universidad sería así una institución que enfrente a la oligarquía y los gobiernos dictatoriales. Pero, con ello se sellaba también su destino: el triunfo, sus conquistas, durarán lo mismo que ese régimen. Pronto, a la luminosidad de la Reforma Universitaria le sobreviene el retroceso con que los gobiernos de facto sometieron a todas las instituciones educativas que habían prosperado bajo el infl ujo democrático… y así una alternancia de ciclos que va hasta 1983.
La serie que hoy inicia se prolongará a lo largo de varias semanas. No será continua, irá dando saltos, permitiendo el tratamiento de otros temas. Aunque es muy probable que algunos de estos últimos abreven en esa intemporalidad, o actualidad permanente, del Movimiento de Córdoba.
“Lo obtenido por los estudiantes cordobeses en sólo seis meses de aquel año prefi gura el ideario que campeó durante todo el siglo”