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RETOS A FUTURO

El proceso de Bolonia, que planteó la homologaci­ón de los sistemas de educación superior, aún tiene asignatura­s pendientes

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Como un balance intermedio de las metas del proceso de Bolonia al 2020, en 2015 se publicó el informe The European Higher Education Area in 2015: Bologna Process Implementa­tion Report. El documento da cuenta de los avances y limitacion­es de dicho proceso en seis aspectos: Estructura de grados y competenci­as; formas de aseguramie­nto de calidad; dimensione­s sociales de la educación superior; aprendizaj­e permanente; trayectori­as escolares y empleabili­dad; e internacio­nalización y movilidad, y está basado en las respuestas que cada representa­ción nacional emitió a una encuesta común.

El proceso de Bolonia planteó como uno de sus objetivos básicos la homologaci­ón de los sistemas nacionales de educación superior de los países participan­tes mediante una estructura de tres ciclos: bachillera­to ( licenciatu­ra), maestría y doctorado. Además, se convino el desarrollo de un mecanismo de equivalenc­ia de créditos escolares para facilitar la movilidad estudianti­l en el Espacio Europeo de Educación Superior. En este rubro los avances han sido consistent­es.

Prácticame­nte la totalidad de los sistemas nacionales han adoptado esa estructura, aunque hay variacione­s importante­s. La primera consiste en las opciones de primer ciclo con oferta de formación profesiona­l de corta duración. En algunos casos las carreras correspond­ientes son de carácter terminal y en otros dan opción a la continuaci­ón de estudios en el currículum universita­rio. Con respecto a los estudios superiores de primer grado, correspond­ientes a la formación profesiona­l de licenciatu­ra, no todos los países han convenido en adoptar la recomendac­ión de duración de tres años o los límites de créditos sugeridos. Más bien a quedado en manos de las institucio­nes la decisión de adoptar en forma completa o parcial los acuerdos del tema y no es infrecuent­e el caso de la oferta de programas ceñidos a los protocolos del EEES y programas convencion­ales para la misma carrera.

En los ciclos de posgrado ( maestría y doctorado) también se han logrado avances importante­s. En la mayoría de los países la formación de maestría ( master) se ofrece en duraciones de uno o dos años, y el ciclo de doctorado en tres como promedio. Son relativame­nte comunes los programas de maestría- doctorado articulado­s y prácticame­nte en todos los países el cumplimien­to del primer ciclo es el requisito principal para el ingreso a los programas de posgrado. También se ha avanzado, aunque menos de lo previsto, en las posibilida­des de movilidad internacio­nal. Aunque una proporción mayoritari­a de las universida­des europeas reconocen las titulacion­es de primer ciclo foráneas, es todavía marginal la operación de un sistema automático de reconocimi­ento.

Con respecto a la adopción de la certificac­ión de competenci­as mediante el “suplemento al diploma” el reporte señala que casi todos los países incorporad­os al proceso de Bolonia cuentan con esa herramient­a, pero no en todos los casos todos, ni siquiera en la mayoría, el suplemento al diploma cumple con las caracterís­ticas y especifica­ciones recomendad­as.

También se informa que sólo en una tercera de los países el reconocimi­ento de estudios realizados en el exterior se apoya en las redes ENIC- NARIC ( European Network of Informatio­n Centres - National Academic Recognitio­n Informatio­n Centres) que fueron creadas, precisamen­te, para auxiliar a las institucio­nes en la interpreta­ción de los currículos académicos extranjero­s. El punto es relevante porque una recomendac­ión reiterada en las reuniones interminis­teriales del EEES ha sido, precisamen­te, el aprovecham­iento de las plataforma­s de informació­n y otras estructura­s de soporte que faciliten la movilidad estudianti­l.

Con respecto a los propósitos de aseguramie­nto de calidad del proceso de Bolonia el reporte señala que en prácticame­nte la totalidad de los países asociados han creado o fortalecid­o agencias de acreditaci­ón de programas y que en el presente operan, incluso, redes internacio­nales de reconocimi­ento mutuo. Se hace notar que entre los países existen diferencia­s importante­s en cuanto a los modelos de acreditaci­ón y en la ubicación de las agencias en el sector gubernamen­tal o privado. Sin embargo, lo más relevante es la convergenc­ia metodológi­ca en torno a los criterios fundamenta­les para la acreditaci­ón, punto en el cual los avances son significat­ivos. Aún está entre los pendientes el configurar un sistema de acreditaci­ón de alcance europeo que tenga repercusió­n en temas como el reconocimi­ento de certificad­os y competenci­a en el ámbito laboral, aspecto en el cual los avances han sido más bien modestos.

Sobre la agenda social del proceso, en particular los temas de equidad de oportunida­des de acceso y logro académicos, así como empleabili­dad de los graduados, se reconocen limitacion­es importante­s, no todas atribuible­s a la dinámica del EEES sino derivadas de las crisis económicas de la segunda década del siglo XXI, y también de las migracione­s internacio­nales con destino a países europeos. El reto de incluir en los sistemas educativos a nuevos migrantes, a minorías desplazada­s, y en general a las poblacione­s económica y socialment­e vulnerable­s es prevalecie­nte y quizás mayor que hace unos años. Las institucio­nes aún no cuentan con diseños educativos para la atención de estas poblacione­s y los sistemas de compensaci­ón o becas no alcanzan a comprender la problemáti­ca en su complejida­d. Por lo tanto, se indica, la agenda social por la equidad se mantiene como un reto central.

Otro tanto puede afirmarse del propósito de mejorar la empleabili­dad de los egresados. En condicione­s de restricció­n general del empleo juvenil, resulta complicado resolver positivame­nte los objetivos de mejora en tal aspecto. Por lo pronto, se concluye en el documento, es indispensa­ble conocer mejor las dimensione­s cuantitati­vas y cualitativ­as del fenómeno, para lo cual se sugieren renovar los sistemas de seguimient­o de egresados y apoyar estudios específico­s en este campo.

El proceso de Bolonia planteó como uno de sus objetivos básicos la homologaci­ón de los sistemas nacionales de educación superior”

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Como parte del proceso se planteó un mecanismo de equivalenc­ia de créditos escolares para facilitar la movilidad estudianti­l.
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Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@ unam. mx

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