Cultura de la incongruencia
La cultura por la cultura y el arte por el arte, como abstracciones nobles, nos juegan muchas veces muy malas pasadas y nos conducen a incongruencias patológicas. Por ejemplo, el cinéfilo que se conmueve ante el vagabundo de la película, y que incluso simpatiza con él, pero que ya fuera de la sala cinematográfica se topa con los vagabundos reales y lo que siente por ellos es repugnancia y aprensión. O bien, el gran lector de novelas que experimenta dolor y profunda consternación por las desdichas de los personajes ficticios ( obviamente sublimados por la literatura), pero que en la calle, en la vida cotidiana, es prácticamente indiferente ante la miseria y la desgracia del prójimo.