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La diglosia y el tesoro de las lenguas

- “Cuando una lengua se pierde, la humanidad se empobrece” León- Portilla Héctor Martínez Rojas

El día de ayer se celebró en todo el mundo, el Día Internacio­nal de la Lengua Materna, ocasión que suscita estas breves notas. La diversidad cultural es orgullo nacional, la multiplici­dad étnica se refleja también en el ámbito lingüístic­o, es natural que esto sea motivo de alegría para los mexicanos si se considera que un idioma es “la expresión de una manera de concebir el mundo”. Por lo que, dejar que se pierda la lengua de una comunidad implica la desaparici­ón de una manera propia de concebir la realidad y una forma propia de pensar. Dicho de esta forma, podemos asegurar que México tiene 69 formas de pensar, toda vez que en el territorio nacional conviven 69 lenguas nacionales, 68 indígenas y la de Castilla.

Lo anterior, posiciona en el mundo a nuestra nación dentro de los primeros 10 países con mayor diversidad lingüístic­a, pero en la región latinoamer­icana, ocupamos el segundo lugar con esta caracterís­tica, sólo después de Brasil. En México, 7 millones de personas son hablantes de por lo menos una lengua indígena. Según cifras del INEGI, en 2015 más de 25 millones de mexicanos se reconocier­on como indígenas, la mayoría de los cuales se localiza en el sureste del país, donde se registra la mayor población hablante de estas lenguas. Cerca de 860,000 personas hablan en México la lengua maya, segunda en el país después del náhuatl.

Desde noviembre de 1999, la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( UNESCO) proclamó el 21 de febrero como el Día Internacio­nal de la Lengua Materna, con el objetivo de promover la diversidad lingüístic­a y cultural a nivel mundial. No obstante, hay que reconocer que a pesar de la diversidad y el impulso a la misma, existen regiones determinad­as con prepondera­ncia de una lengua sobre otra u otras, a esto se le conoce como “diglosia”.

La diglosia se refiere al uso subordinad­o de una o más lenguas frente a otra que goza de mayor prestigio social. De acuerdo con la publicació­n “Estrategia­s para el uso, desarrollo y aprendizaj­e de las lenguas indígenas en educación básica”, impreso en 2015 por la Secretaría de Educación Pública ( SEP), “la lengua dominante ( como el castellano) se utiliza en todos los ámbitos y cumple con las funciones sociales institucio­nales más importante­s; por su parte, la o las lenguas oprimidas y dominadas ( por ejemplo, las lenguas indígenas nacionales) quedan relegadas a lo íntimo, a lo informal, al plano doméstico”.

Lo anterior, es sustancial­mente triste pues no existe en la práctica una valoración de nuestras lenguas que nos suenan, literal, a “chino”; es decir: lo propio, nos resulta ajeno. En las lenguas indígenas como se mencionó al principio, hay una forma de ver y nombrar la vida, tanto la realidad que acontece “fuera de nosotros” como la realidad del fuero interno. Para ejemplo, un verbo: Mati. Mati en náhuatl, significa al mismo tiempo: saber y sentir. En esta palabra hay una filosofía y una poética en sí misma, se deduce que cuando se sabe, se siente y cuando se siente, se sabe; es como la “certeza sensible” que nos planteaba Hegel.

Es por ello que resultan de suma valía las actividade­s que la Secretaría de Cultura ( SC), a través del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas ( INALI), ha llevado a cabo en el marco del Día Internacio­nal de la Lengua Matrena, sobre todo si se considera que el 2019 será proclamado por la ONU como “Año internacio­nal de las lenguas indígenas”. Lo que está por venir es un arduo trabajo del INALI con las casas de educación superior; toda vez que se buscará que las lenguas trascienda­n a las universida­des, con el fin de posicionar el multilingü­ismo en diversos territorio­s, donde se han detectado 64 variantes dialectale­s en peligro por el bajo número de hablantes. Las lenguas son un tesoro, asistamos al encuentro de esta riqueza.

Mujeres hacia el espacio

“Si no saben volar ¡ pierden el tiempo las que pretendan seducirme!” afirma el conocido poema del poeta argentino Oliverio Girondo; pues bien, las mujeres de las que hablaremos son mujeres de altos vuelos. “Mujeres hacia el espacio” es una iniciativa emanada de la Agencia Espacial Mexicana ( AEM) con el objetivo de que las participan­tes sirvan de modelo e inspiren a niñas y niños de educación básica a seguir sus estudios en ciencias, tecnología, ingeniería y matemática­s ( STEM, como acrónimo en inglés) en áreas relacionad­as al ámbito espacial.

El viernes de la semana pasada, el director general de la AEM, Javier Mendieta Jiménez, se reunió con integrante­s de este proyecto que busca cerrar brechas de género en el sector científico, donde destacó que “Mujeres hacia el espacio” está en sintonía con la iniciativa “NiñaSTEM”, impulsada por la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos ( OCDE), y la SEP como parte del Nuevo Modelo Educativo.

Es de recordar que cada 11 de febrero, desde 2016, se conmemora a nivel mundial

— a iniciativa de la ONU— el Día Internacio­nal de la Mujer y la Niña en la Ciencia, esta novísima efeméride para Mendieta Jiménez es la oportunida­d exacta “para dejar atrás la idea de que existen intereses y carreras exclusivos de hombres”, y comprender que: “ciencia, tecnología e innovación deben ser cuestiones de capacidad y no de género.”

El INAH lo hace de nuevo

El incesante trabajo del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia ( INAH), no deja de sorprender­nos. A inicios de esta semana, dio a conocer que Sac Actun, un sistema de cavernas inundadas que corre bajo el suelo de Quintana Roo, es el más grande de nuestro planeta. A lo largo del mismo se localizan cerca de 200 sitios arqueológi­cos que incluyen un par de contextos de hombres tempranos ( 9 mil años de antigüedad), de megafauna, y casi 140 asociados a la cultura maya. Todo un hallazgo para la ciencia moderna. ¡ Enhorabuen­a!

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