LOS TRABAJOS Y DÍAS DE UN RECTOR
El ex rector José Sarukhán nos permite mirar detrás del telón de las instituciones de educación superior
Calificado como un relato de recuerdos sobre sus ocho años como rector de la Unam ( 1988- 1996), José Sarukhán expresa un anhelo en el capítulo final de su libro, Desde el sexto piso: “ojalá estas líneas sirvan para dar cuenta de algunas situaciones y hechos, para mí los más significativos en la historia de la institución en esos años”. Esas “situaciones y hechos” integran un testimonio valioso que, en algunos casos, evocan y dan relieve a las principales acciones realizadas en aquél periodo; pero, en otros develan acontecimientos que modificaron sensiblemente el rumbo de la institución. En ese sentido, el libro es una reflexión serena y meditada, publicado 22 años después de haber concluido su mandato. Aludo a esas dos casos porque algunos de los temas ahí tratados con gran sobriedad muestran, no obstante, los entretelones de la vida política de las universidades y cómo las decisiones que éstas adoptan aparecen matizadas, cuando no influidas, por otras instancias del poder, llámese gobierno o personajes significativos de la propia vida universitaria.
Sobre las primeras, las acciones realizadas, destaco la que juzgo más importante: la academización de la universidad. Con ese nombre se innovó la organización y se fortaleció la planta académica. No sólo se otorgaron reconocimientos y dis- tinciones a la labor desempeñada, ésta se vio gratificada por primera vez con seis distintos programas que, basados en el mérito y logros alcanzados, incluían complementos significativos a las percepciones salariales ordinarias. En estos programas, algunos se dirigieron a regularizar a franjas del personal académico, incluyendo al de los dos sistemas del nivel medio superior, CCH y Preparatorias.
Dentro de esa gran acción debe incluirse la reorganización del posgrado, calificada por el autor como “una verdadera revolución en su conducción académica”. Además, hacia el final del rectorado, se emprendió la evaluación institucional de los posgrados en ciencias, en un esfuerzo conjunto entre la Academia Nacional de Ciencias y su homóloga de los Estados Unidos. En estas actividades participaron pares académicos de una decena de universidades muy prestigiadas del vecino país, otro tanto de institutos de investigación de México, más la Universidad de Guadalajara y la UAM.
En lo que corresponde a los acontecimientos que modificaron sensiblemente el rumbo de la institución destaco el asunto de las cuotas o colegiaturas. Emprendido en 1992, y con la convicción de que “era inaceptable que la gratuidad de la Unam beneficiara en realidad a alumnos provenientes de familias acomodadas”, Sarukhán lo considera un proyecto fallido. Se trató de un proceso bien diseñado, cuidadoso en cada una de sus etapas, incluyendo una amplia consulta, pero que, en su fase final, el entonces regente del DF se encargó de descalificarlo ante el Presidente de la República. En una reunión sostenida en Los Pinos, aquél afirmaba que “él estaba informado de serios problemas que podrían complicar las próximas elecciones estatales”. Después de una confrontación entre regente y rector frente al Presidente, éste dejó en manos del último la decisión: “que yo juzgase, para bien del país, si era conveniente seguir o no con el procedimiento de revisión de cuotas que había iniciado… que de ninguna manera él trataría de influir en una decisión que le correspondía al rector de la Unam”.
Para el rector fue, como él lo dice, la más difícil y dolorosa de las decisiones adoptadas en ocho años. Durante muchas horas sopesó la posibilidad de renunciar al puesto pero, finalmente, decidió que su “responsabilidad como rector era velar por el bien de la institución… con la convicción de que no podía arriesgar la estabilidad y el fortalecimiento académico de la Unam”.
Por supuesto, en el libro hay muchas más acciones relevantes y casos que incidieron o pudieron haber modifi cado el rumbo institucional. Quienes abreven en sus páginas advertirán que trabajar para hacer más grande una universidad tiene que ver con la inteligencia, el entusiasmo, y el afán de hacer bien las cosas en las que se cree. Pero, como José Sarukhán lo advierte: la tarea de un rector “no puede ser la acción solitaria de una persona… tiene que estar asistido por un conjunto de colaboradores cercanos compuesto por personas lo más califi cadas posible”. Muchos rectores en activo podrán aprovechar la experiencia ahí plasmada con la honestidad, agudeza y pasión de un universitario de toda la vida.
EL TEMA de las colegiaturas en la UNAM llevó a Sarukhán a una de las más difíciles decisiones de su vida
Algunos de los temas ahí tratados con gran sobriedad muestran, no obstante, los entretelones de la vida política de las universidades”