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Agenda en vilo

- Alejandro Canales UNAM- IISUE/ SES. canalesa@ unam. mx Twitter: canalesa99

Al fi nal de este mes concluye el periodo ordinario de sesiones de la LXIII legislatur­a. En materia de ciencia y tecnología son muchos y variados los pendientes, no solamente los que están apilados en comisiones, también está lo que anunció el presidente Enrique Peña hace casi tres meses y nada parece ocurrir. Ya no es novedad.

Ante el fi nal del periodo, la Academia Mexicana de Ciencias ( AMC) se apresuró a publicar un exhorto a los legislador­es, con carácter de urgente, para que aprueben una de las iniciativa­s más recientes que remitieron los senadores a los diputados ( 23.03.2018). Se trata de una modifi cación al artículo 29 de la ley de ciencia y tecnología que eliminaría trámites innecesari­os y facilitarí­a la importació­n de insumos para el sector. Sin embargo, los diputados no han dicho que sí y tampoco que no. No es el único caso.

Otras dos iniciativa­s más han remitido los senadores a la cámara baja. Una de ellas para modifi car normas del sector agropecuar­io y desarrollo rural, concernien­tes a la transferen­cia e innovación tecnológic­a; pasó a los diputados desde febrero de 2016. Tampoco han dicho nada. Otra reforma plantea incluir a los titulares de la Defensa Nacional y de Marina en el Consejo General de Investigac­ión Científi ca, Desarrollo Tecnológic­o e Innovación ( CGICDTI). Este último proyecto tiene dos años en el cámara baja e incluye la propuesta de que el ejecutivo federal y los secretario­s de Estado puedan nombrar suplentes a ese Consejo.

De hecho, el Consejo, tal y como está la ley actual, segurament­e usted lo recordara, no se reúne las dos veces al año que debiera, simplement­e por la difi cultad de que el presidente de la República o los secrtarios de Estado hagan un espacio en su agenda de actividade­s para asistir a las sesiones.

Un proyecto de decreto más pasó de los senadores a los diputados y estos lo rechazaron y regresaron a la cámara de origen en noviembre del año pasado. Es una ligera modifi cación al primer párrafo del artículo 51 de la ley de ciencia y tecnología, en el cual se añade que se “procurará aprovechar e impulsar las capacidade­s y ventajas competitiv­as de las entidades federativa­s o regiones” en materia de asociacion­es estratégic­as, alianzas tecnológic­as, consorcios u otras fi guras.

Además, están tres proyectos de ley que los propios diputados han impulsado y falta la aprobación de los senadores. Uno de ellos propone modifi car el artículo 40 de la norma sectorial para priorizar los proyectos que contribuya­n al combate de los efectos del cambio climático. Otro plantea cambiar el artículo 2 de la misma ley para que quede establecid­o como una política de Estado el impulso al desarrollo de vocaciones y capacidade­s científi cas para incrementa­r la resilencia a efectos del cambio climático. El tercer proyecto propone que el

Consejo — sí, ese que no se reúne dos veces al año— sesione cuatrimest­ralmente de forma ordinaria y que el presidente y los secretario­s de Estado puedan designar suplentes con nivel mínimo de subsecreta­rios u homólogos.

También hay que añadir otros 11 proyectos de ley que tiene pendientes la comisión de ciencia y tecnología de los diputados. Son proyectos presentado­s por los mismos diputados, entre el año pasado y el actual, que están a la espera de ser dictaminad­os. Incluyen propuestas de muy diverso orden, desde incentivar el interés por la ciencia hasta impedir los recortes al presupuest­o asignado, o bien, ampliar todavía más la representa­ción en el Consejo General, con una representa­nte del Inmujeres y con la Secretaría de Cultura.

A los proyectos anteriores se suman tres más, los cuales deben ser dictaminad­os por la comisión de ciencia y tecnología y, al menos, por otra comisión más. Uno para favorecer la inclusión de personas con discapacid­ad; otro para la exenciones al pago de aranceles y a la importació­n de insumos para la investigac­ión científi ca; y otro más para la creación de la “Universida­d Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológic­o de México”, con sede en Jalisco. Sí, así como se escribe.

Finalmente, están las instruccio­nes del pasado mes de enero del presidente Peña Nieto al director de Conacyt, para que presentara al Congreso, junto con el consejero jurídico, una reforma de ley que modernizar­a el marco normativo del sector y “lo exitoso se extendiera en el tiempo”. Tal parece que, por un lado, la idea era sostener el respaldo gubernamen­tal en materia de fi nanciamien­to a pesar de los cambios de administra­ción. Por otro lado, buscar algún mecanismo institucio­nal de continuida­d en la dirección de las políticas sectoriale­s. Y pues no, ni uno ni otro.

También, es sabido que muchas iniciativa­s se presentan no con el afán de ser aprobadas, sino como una forma de aparecer en tribuna y fi gurar en los registros, lo cual podría explicar el volumen. Lo cierto es que no existe un plan ni una jerarquiza­ción de proyectos. Además, esta legislatur­a acumula, en total, un rezago de casi cinco mil iniciativa­s.

Quizás, en las últimas sesiones veremos en acción, en el pleno, la maquinaria de aprobación en serie: una inciativa tras otra, sin debate, sin consderaci­ón ninguna y casi que sin presentaci­ón alguna. Ahí, tal vez, estarán algunas del sector. Nada es seguro.

“Es sabido que muchas iniciativa­s se presentan no con el afán de ser aprobadas, sino como una forma de aparecer en tribuna y fi gurar en los registros”

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