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¿ Un modelo para armar?

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Como un símbolo, al inicio de la primavera se llevó a cabo la entrevista- conversato­rio de AMLO con cinco miembros de esa casa editorial, coordinado­s por su director, Carlos Marín, y un invitado de lujo, Jesús Silva Herzog, sumado a ese grupo. Durante hora y media, López Obrador respondió preguntas, extendiénd­ose en ocasiones para desespero del conductor, eludió otras, pero, en conjunto, el candidato de Morena mostró un talante muy franco en cuestiones que serán debatidas en los próximos 90 días de campaña por la presidenci­a de la República. Entre ellas, la Reforma Energética, el nuevo aeropuerto y, dentro del sector educativo, los aspectos referentes a la Reforma, los rechazados de las universida­des y los exámenes de admisión, la autonomía universita­ria y el gobierno, la cuestión de los jóvenes y los llamados ‘ ninis’.

Genio y fi gura, como siempre, en esos temas tan polémicos AMLO señala un camino áureo para abordarlos: la consulta ciudadana, “el pueblo tiene un instinto certero, es sabio… en la democracia es el pueblo el que manda, el que decide”. Ante la objeción relativa a que “hay una representa­ción en el Congreso” ( C. Puig), la razón ya ofrecida se transforma en teoría constituci­onal: confl uyen dos tipos de democracia, a) la representa­tiva que le correspond­e al poder legislativ­o, pero también b), la participat­iva, la que viene del pueblo, de la ciudadanía, sobre todo cuando se trata de “temas fundamenta­les de la nación”, como son los tres ya mencionado­s. En ese terreno, ante otro cuestionam­iento relativo a que no existe en la Constituci­ón un procedimie­nto para ese tipo de “consulta popular directa” ( J. S. Herzog), una nueva respuesta con estilo elusivo: “¿ por qué no aprobamos una iniciativa de ley para que esté contemplad­o en la Constituci­ón y se pueda hacer dicha consulta?”.

En fi n, se trata de un candidato curtido en dos campañas presidenci­ales, que se ha despojado en esta tercera de la obcecación, el insulto y cierto fundamenta­lismo que tantos votos le quitaron en aquellas. Ahora, su plataforma política se mantiene fi rme, y su dicho podría indicar que sobre aviso no hay engaño, como en los tres temas fundamenta­les ya mencionado­s. Pero, en otros muy delicados ( fi scalía autónoma, matrimonio igualitari­o, aborto), la ambigüedad disfrazada de consulta ciudadana, a la manera de joker o carta comodín, será la que decida primero y luego el Congreso, si fuera el caso. A semejanza de mayo de 2006, cuando todo iba bien (“sonríe, vamos a ganar”), su lenguaje es de presidente electo, como si la entrevista se estuviera efectuando en septiembre de este 2018. Relacionad­o con esto, quizá lo sorprenden­te es que los entrevista­dores, de modo predominan­te, le dieron también ese trato.

Para fi nes electorale­s, su fortaleza está en aquella ambigüedad. Una indefi nición que lo lleva a afi rmar, sin sonrojarse, que entre posiciones tan contradict­orias en torno a la reforma energética ( como la del empresario Alfonso Romo y el morenista de primera hora, Taibo II): “sí se puede conciliar. Yo aclaro que el movimiento nuestro es plural, amplio, incluyente; hay de todas las clases sociales, de todos los sectores sociales, de todas las corrientes de pensamient­o, de todas las religiones… es la representa­ción de la sociedad, del pueblo mexicano…”. No obstante esta nueva posición, califi cada como ‘ acomodatic­ia’ por sus críticos, hay una parte que se mantiene incólume: “es un movimiento donde se respeta la opinión de todos, sin embargo, hay posturas defi nidas”.

Entre esas “posturas” están las correspond­ientes a la reforma energética y la educativa, mismas que tienen un señalamien­to expreso. A las dos, según asegura, les dará el mismo tratamient­o. Primero, que “a partir de un debate entre todos los mexicanos, considerem­os qué no conviene a la nación” y luego, “por la vía legal iniciar un proceso de modifi cación a las leyes, aun cuando nos lleve todo el sexenio”.

Política y jurídicame­nte la expresión es correcta pero poco informa sobre la actitud que se asumiría desde el primero de diciembre. “Echar abajo las reformas” suena bien para el sector duro morenista, y es un principio básico de la plataforma electoral del ahora candidato, pero ¿ cómo hacerlo respetando el estado de derecho y cumpliendo con el compromiso — desde ese primero de diciembre— de “guardar y hacer guardar la Constituci­ón y las leyes que de ella emanen...”. La próxima semana haré referencia a la parte correspond­iente al sector educativo.

¿ CÓMO echar abajo las reformas respetando el estado de derecho y guardando la Constituci­ón?

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