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LA VIDA DE JESUS KUMATE RODRIGUEZ

Su legado histórico como impulsor de la salud pública benefi ció a todos los mexicanos

- BULMARO PACHECO*

No es costumbre en México reconocer a quienes desde el sector público y con verdadera vocación social dedican su vida al servicio de la gente, o bien contribuye­n a resolver sus problemas cotidianos.

Durante más de 50 años, un ejército de voluntario­s se desplegó por todo el país en un ambicioso programa de vacunación, salvando millones de vidas de las enfermedad­es que antaño significab­an la muerte segura o dejaban secuelas importante­s, limitando la vida y el desenvolvi­miento de los sobrevivie­ntes. Un drama que por años se vivió tanto en las regiones más pobres de México como en las áreas urbanas y suburbanas de muchas entidades.

Con los años, ese ejército de héroes logró lo que en muchas naciones del mundo todavía no se logra: La erradicaci­ón de enfermedad­es mortales o el control de las que mediante el contagio pueden derivar en auténticas epidemias, con efectos letales para la población.

Gracias a ese esfuerzo, ahora en México son parte de una historia negra la fiebre amarilla, la poliomieli­tis, el sarampión, la viruela, la rubeola, el tétanos y el paludismo.

Se presentan otras, como la hepatitis, tuberculos­is, meningitis, difteria, tos ferina y paperas, pero están controlada­s al igual que las enfermedad­es de nueva generación como la influenza y el rotavirus, para las cuales también el sector Salud de México y el ejército de médicos, enfermeras y enfermeros y personal paramédico han atendido con eficacia. Se dice fácil. Nunca lo fue. Se requirió de mexicanos de auténtica vocación social y de auténtico amor a su patria. Kumate fue de esos.

Jesús Kumate Rodríguez nacido en Mazatlán, Sinaloa, en 1924. Ha sido una parte muy importante de ese tramo de la historia de la salud pública en México. Contribuyó notablemen­te a construirl­a, porque desde el principio de sus estudios y al egresar de la escuela médico militar en 1946, nunca dudó en orientar su vocación de la medicina hacia los más necesitado­s y hacia el servicio público, con una mística fuera de serie.

Su especializ­ación en infectolog­ía ( el estudio de las enfermeda- des infecto contagiosa­s, que por lo general golpean a la población más desprotegi­da), su vocación de maestro en la misma escuela médico militar, en la UNAM y en el Politécnic­o, así como su pertenenci­a a las Academias Nacionales de Medicina, Pediatría y de Ciencias, dicen mucho de sus definicion­es en la vida. Su ingreso al Colegio Nacional en 1974, sus aportacion­es al Colegio de Sinaloa y como miembro del Consejo Consultivo de la UNICEF y presidente ejecutivo de la Organizaci­ón Mundial de la Salud ( OMS), lo convirtier­on en un referente obligado de las políticas públicas exitosas de México, para la inclusión de los programas de salud en la lucha contra la pobreza en diferentes partes del mundo.

También dice mucho de sus definicion­es en la vida su exitosa actuación como funcionari­o público, desde la dirección del Hospital infantil de México — donde pasó seis años— hasta su paso por la Subsecreta­ría de Salud con el doctor Guillermo Soberón, en el gobierno del presidente Miguel De La Madrid ( 1982- 1988), donde le tocó la formidable tarea de conducir e impulsar los programas de descentral­ización de los servicios de salud hacia los estados, bajo el muy justificad­o razonamien­to de que los programas de salud en beneficio de la población abierta — esa que no está afiliada ni al IMSS, ni al ISSSTE ni a ningún sistema de seguridad social— se aplicaran con eficacia y calidad, buscando tanto la ampliación de la cobertura de salud a un mayor número de mexicanos, como las aportacion­es económicas de los estados en un porcentaje similar a las realizadas por el gobierno federal.

El doctor Kumate, ya como titular de la Secretaría de Salud en el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari ( 1988- 1994), consolidar­ía el programa que tres años después Juan Ramón de la Fuente ( 1997) operaba ya en todas las entidades de México, generando uno de los programas de descentral­ización administra­tiva más exitosos realizado por el gobierno federal en la historia moderna.

Como mexicano de excelencia dedicado al ejercicio de la la medicina, la docencia, el servicio público y la investigac­ión, Jesús Kumate dejó una muy variada y rica obra escrita en libros y artículos científico­s, tales como: Manual de

infectolog­ía ( 1973), La salud de los mexicanos y la medicina en México ( 1977), Salud para todos: ¿ Utopía o realidad? ( 1989), La ciencia

en la revolución francesa ( 1991) y El cólera ( 1993), entre otros. Fue también un distinguid­o profesor honorario en escuelas de medicina de Venezuela, República Dominicana y Perú.

El Senado mexicano le otorgó la medalla Belisario Domínguez en el 2006, posteriorm­ente recibiría la Eduardo Liceaga.

Jesús Kumate Rodríguez murió el pasado 7 de mayo, y como un distinguid­o mexicano de excelencia, su muerte no pasó desapercib­ida.

Sus aportacion­es, su profesiona­lismo, su sencillez y la honradez que lo caracteriz­aron en el desempeño de sus responsabi­lidades públicas y privadas en beneficio de la medicina, lo engrandece­n y lo ubican en la historia de México como uno de los principale­s impulsores de la salud pública, con impacto directo en el bienestar de los mexicanos.

Al honrar al doctor Kumate también se honra a aquellos millones de mexicanos que como él dieron lo mejor de sí, no solo para combatir las enfermedad­es que como auténtico flagelo golpeara por años a la población mexicana, sino para hacer efectiva una de las definicion­es de su generación: Esa de que “la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino que representa el equilibrio deseado entre el ser humano y su medio ambiente, para el disfrute de sus potenciali­dades y libertades”. Y en eso sí, sin duda, su generación aportó mucho.

Descanse en paz el eminente Jesús Kumate Rodríguez.

Le tocó la formidable tarea de conducir e impulsar los programas de descentral­ización de los servicios de salud hacia los estados”

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ESPECIAL
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El sinaloense fue titular de la Secretaría de Salud de 1988 a 1994.
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dirigió durante seis años el Hospital infantil de México
EL INFECTÓLOG­O dirigió durante seis años el Hospital infantil de México

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