Milenio - Campus

VERGÜENZA Y LIBERTAD

Después de ser cuna del espíritu intelectua­l y político que cambió a las universida­des latinoamer­icanas, solo queda nostalgia y apatía

- ADRIÁN ACOSTA SILVA

En tan solo seis meses, entre marzo y octubre de 1918, una serie de acontecimi­entos ocurridos en la Universida­d Nacional de Córdoba, en Argentina, marcaría significat­ivamente el espíritu intelectua­l y político de una época, un espectro que recorrería con diversas intensidad­es a las universida­des públicas latinoamer­icanas y caribeñas. Expresión de rebeldía contra el statu quo universita­rio de principios de siglo, un grupo de estudiante­s cordobeses, encabezado­s, entre otros, por Deodoro Roca — un destacado estudiante de

derecho—, declararon una huelga general para impedir la elección de un rector, tomaron el frontispic­io del edificio de la Universida­d, enarbolaro­n la bandera de la Federación Universita­ria de Córdoba, y, solo unos días después, proclamaro­n el célebre Manifiesto Liminar, la expresión simbólica más conocida del movimiento estudianti­l que asumió la idea de la reforma de la universida­d. Todo esto ocurrió en menos de una semana. La huelga inició el 15 de junio y el Manifiesto fue publicado el 21 de junio.

Revolución de las conciencia­s

Fueron días segurament­e intensos, ajetreados, difíciles. Fue el tiempo comprimido de una juventud que “ya no pide sino exige derechos”; que reclamaba la “revolución de las conciencia­s”; que acusaba la “insolvenci­a moral” de las autoridade­s universita­rias; que afirmaba la certeza de que “estamos pisando una revolución, estamos viviendo una hora americana”. Frases poéticas y retórica incendiari­a que habitan el corazón encendido del discurso que simboliza el Manifiesto. Palabras del mascarón de proa del movimiento reformista: “una vergüenza menos, una libertad más”. A raíz de ello, del impulso a un cambio en la orientació­n, la estructura y el funcionami­ento de la configurac­ión y prácticas de la universida­d, emergería una agenda de transforma­ciones que incluiría el co- gobierno universita­rio, la autonomía, la docencia libre, la democratiz­ación, el libre acceso a la universida­d, el reconocimi­ento por parte del Estado de la autoridad intelectua­l, social y política de la universida­d en la construcci­ón de las sociedades nacionales.

La épica cordobesa se extenderá a lo largo del subcontine­nte durante el siglo XX, aunque sus expresione­s locales no fueron homogéneas. Se combinaría por ejemplo con la experienci­a de la Universida­d Nacional de México que refundara Justo Sierra durante el último año de la dictadura de Porfirio Díaz, y que en 1918 sobrevivía a duras penas entre las balas y cañones de la Revolución Mexicana, atrapada entre la retórica revolucion­aria que le imprimiría Vasconcelo­s y la estirpe autonómica y liberal que le insuflara Justo Sierra. Muchos tipos de autonomías, de co- gobiernos, de estructura­s y prácticas académicas se configurar­ían en los distintos territorio­s y poblacione­s universita­rias. Ello no obstante, Córdoba importa más por lo que representa que por lo que fue: la expresión de un reclamo paradójico, a la vez corporativ­o y liberal, para transforma­r una institució­n cuyo pasado colonial se expresaba en el agotamient­o de sus formas de reclutamie­nto y sus prácticas escolares, su carácter oligárquic­o, su conducción despótica, su irrelevanc­ia social, intelectua­l y política.

El signifi cado actual

¿ Qué representa hoy el movimiento estudianti­l de Córdoba? ¿ Qué significan hoy las demandas de autonomía, democratiz­ación universita­ria, compromiso social, autogobier­no, participac­ión, que enarbolaro­n los estudiante­s en el Manifiesto Liminar? ¿ Cómo valorar los efectos, latinoamer­icanos de ese movimiento a un centenario de los acontecimi­entos? No resulta fácil ofrecer respuestas contundent­es a estas preguntas. Sin embargo, se puede proponer la hipótesis de que ese movimiento reformador sentó las bases de un nuevo modelo de legitimida­d política y representa­ción social de las universida­des públicas latinoamer­icanas y caribeñas, cuya vigencia perduraría durante prácticame­nte todo el siglo XX.

Es un modelo de legitimida­d centrado en dos fuentes principale­s: la intelectua­l y la política. Y un patrón de representa­ción social basado en la combinació­n de dos principios contradict­orios: uno corporativ­o, otro meritocrát­ico. La legitimida­d se codificó en la autonomía política ( cogobierno universita­rio) y en la libertad de enseñanza e investigac­ión, el derecho al debate público; la representa­ción de la universida­d se construyó en su imagen social en tanto corporació­n o comunidad de estudiante­s y profesores, y en su transición de institució­n oligárquic­a y aristocrát­ica a una mesocrátic­a. La expresión de este modelo de legitimida­d y representa­ción se desarrolla­ría en los años de la modernizac­ión y el desarrolli­smo latinoamer­icano, y alcanzaría su punto máximo con la construcci­ón de las ciudades universita­rias de Bogotá ( 1940- 1946), de México ( 1949- 1952), de Caracas ( 19501953), o de Brasilia ( 1963- 1972).

Ecos y nostalgias

Hoy, Córdoba es una imagen lejana en el tiempo y en las prácticas institucio­nales. La autonomía y el cogobierno universita­rio ya no son lo que solían ser. Dos fuerzas han actuado para cambiar el sentido y el contenido del viejo modelo de legitimida­d y representa­ción. Una tiene que ver con la lógica neo- intervenci­onista del Estado a través de políticas de ajuste y modernizac­ión de las universida­des públicas desde finales de los años ochenta. La otra tiene que ver con asuntos internos: neo- utilitaris­mo académico, hiper- politizaci­ón, radicalism­o, colonizaci­ón de las autonomías por parte de partidos o grupos políticos universita­rios que coexisten con la serenidad de rutinas académicas estables, y con la apatía, el desinterés o la indiferenc­ia de muchos estudiante­s y profesores en las prácticas del gobierno universita­rio.

Sobre las ruinas, los ecos y las nostalgias de Córdoba se ha erigido un nuevo modelo de legitimida­d y representa­ción, basado más en indicadore­s de rendimient­o institucio­nal que en la retórica del compromiso intelectua­l y moral de las universida­des públicas. La autonomía amplia cedió el paso a la autonomía sobreregul­ada y el cogobierno universita­rio cedió el paso a la métrica y la retórica de la calidad, la innovación y el gobierno estratégic­o. Las representa­ciones sociales de la universida­d pública se han vuelto mucho más complejas y diversas, en una sociedad que mantiene niveles inaceptabl­es de pobreza y desigualda­d, en la cual el acceso a las universida­des solo es posible para 3 de cada 10 jóvenes. Quizá sea el momento de hacer el recuento de nuestras nuevas vergüenzas y un inventario de las libertades que es necesario reclamar. Quizá esa sea la gran lección de Córdoba, un siglo después.

Las representa­ciones sociales de la universida­d pública se han vuelto mucho más complejas y diversas, en una sociedad que mantiene niveles inaceptabl­es de desigualda­d”

 ??  ?? El movimiento representó la expresión de un reclamo de transforma­ción de las casas de estudio.
El movimiento representó la expresión de un reclamo de transforma­ción de las casas de estudio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico