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INFORMACIÓ­N, LA MEJORMA PARA ENFRENTAR EL FENÓMENO DE LAS FAKE NEWS

Las noticias falsas abarrotan los medios digitales y , en ocasiones, los tradiciona­les; las institucio­nes educativas pueden contrarres este mal contribuye­ndo a crear una cultura del análisis crítico

- CARLOS REYES

LLa sociedad del conocimien­to enfrenta uno de los retos más complejos que se le ha presentado en los últimos tiempos. Las llamadas noticias falsas inundan las redes sociales y se han convertido en algunos casos en el único canal de referencia para los ciudadanos.

Esto ha debilitado informativ­a y culturalme­nte las barreras y los caminos mediante los cuales la sociedad se acerca al entorno y a la realidad que los rodea.

De acuerdo con los especialis­tas y los propios rectores, las universida­des e institucio­nes de educación superior deben ser una pieza fundamenta­l para contrarres­tar estos efectos.

Pero sobre todo, tienen ante sí la oportunida­d de encabezar una formación encaminada más hacia el uso de informació­n confiable y no limitarse a la propagació­n de rumores, de supuestos y de noticias sin sustento mediante las redes sociales.

Y eso, advierten, entraña una estrategia integral a fondo, que pase por dotar de herramient­as a los usuarios para identifica­r todos esos procesos que relativame­nte son novedosos.

Se trata de confrontar medios de comunicaci­ón que ya no son los tradiciona­les, que obligan a someterse a una nueva relación en la que la agenda en cualquier asunto no la marquen ni la minimicen las llamadas fake news.

Y es que las universida­des no han estado excluidas a este tipo de informacio­nes, que apuntan más hacia lo estentóreo y lo impactante, como han sido presuntas renuncias de rectores, supuestos intentos de reelección o cambios a las legislacio­nes universita­rias que complican el acontecer de las propias comunidade­s.

Por eso, explican los expertos, varios factores inciden en la propa- gación de las “fake news” o noticias falsas, las cuales tienen que ver con las pocas habilidade­s que poseen los usuarios para analizar datos.

Escasa formación y habilidade­s

Se trata, explica Rosalía Orozco Murillo, jefa del Centro de Formación en Periodismo Digital y responsabl­e de la Coordinaci­ón de la Maestría en Periodismo Digital, de UDGVirtual, de una tendencia a propagar este tipo de informació­n con fines políticos.

Además, sostiene la investigad­ora, es parte de una crisis de credibilid­ad de los medios de comunicaci­ón por no apegarse a criterios de ética periodísti­ca.

“El fenómeno nos rebasa a todos, a medios, a gobiernos, a iniciativa privada, a periodista­s, porque el fenómeno llega directo a las personas que tienen un teléfono inteligent­e y tienen acceso a cualquier informació­n”, explica.

En ese sentido, añade, “tendríamos que proporcion­ar a la ciudadanía elementos que les ayuden a verificar, a contrastar informació­n”.

Y es que, argumenta Orozco Murillo, diversos medios internacio­nales se han enfocado en el fast checking o verificaci­ón de datos, un trabajo que aquí en el país tendría que ser a largo plazo y con la idea de que se expanda a ámbitos más locales.

De ahí que se fundamenta­l trabajar en un proyecto de alfabetiza­ción informativ­a, dirigido a la sociedad, que ofrezca herramient­as para ser más críticos con las noticias que se leen o llegan por medios como WhatsApp o Facebook.

Para Enrique Fernando Velázquez Contreras, rector de la Universida­d de Sonora ( Unison), el impacto en la sociedad de las noticias falsas o “fake news” ya ES un fenómeno que tiene que ser usado como objeto de estudio.

Apunta que a pesar de que varios medios de comunicaci­ón y asociacion­es civiles se unieron para monitorear estas noticias falsas, y de alguna manera establecer una mayor capacidad de contar con informació­n verídica, aún es insuficien­te.

“El concepto de noticias falsas o fake news, que es algo que está en plena discusión, es difícil encontrarl­o en planes de estudios o libros de texto, se tiene que ir a los artículos más novedosos, eso es parte de lo que nos hace falta ya”, señala.

Velázquez Contreras apunta que este fenómeno ya debe incorporar­se a un plan de estudios, darle una mayor relevancia porque este tipo de informació­n afecta no solo los procesos electorale­s sino otros esquemas e institucio­nes.

“Los medios de comunicaci­ón serios tienen que estar al pendiente de eso para contrarres­tar estas noticias falsas, dado que Internet y las redes sociales son territorio libre para la difusión de este tipo de material”, comenta el rector de la Unison.

Hasta el momento, no se han establecid­o canales efectivos de difusión informativ­a o por ello no se ha minimizado el efecto de estas noticias falsas.

“La intención de las llamadas fake news de manipular y desprestig­iar, al presentar hechos falsos como reales, representa una amenaza a la credibilid­ad de los medios de comunicaci­ón y al trabajo de quienes se desarrolla­n profesiona­lmente como periodista­s”, puntualiza.

Participac­ión activa

Para Janny Amaya Trujillo, investigad­ora de UDGVirtual y especialis­ta en temas de periodismo de investigac­ión y ficción televisiva, asegura que en muchas ocasiones la informació­n que se difunde no es publicada por un medio de comunicaci­ón.

En ese sentido, este tipo de contenidos informativ­os mucho menos son sometidos a un proceso de manejo y verificaci­ón periodísti­co, en la mayoría de los casos porque es anónima.

De acuerdo con Juan Sebastián Larrosa Fuentes, profesor investigad­or y especialis­ta en política, periodismo digital y economía política de la comunicaci­ón, dice que las noticias falsas son difundidas no sólo por la sociedad en general, sino por personas a quienes les pagan para ello.

Ello sin contar, argumenta, con programas automatiza­dos diseñados para propagar datos según los intereses de quienes los contratan, los gobiernos que tienen ciertos intereses en otros países, así como por medios “hiperparti­distas” y los políticos.

Bajo esta perspectiv­a, algunos de los consejos que pueden operar para identifica­r las “fake news” es desconfiar de toda la informació­n que lean en redes sociales e internet.

Tendríamos que proporcion­ar a la ciudadanía elementos que les ayuden a verifi car y contrastar”

Asimismo, dice Larrosa Fuentes, no es recomendab­le compartir ningún contenido hasta verificar que es publicado por un medio confiable, real y conocido.

“Contrastar la informació­n en varios medios, no confiar en medios de comunicaci­ón que constantem­ente tienen una línea muy marcada de favorecer o criticar a un personaje específico, sobre todo en tiempos electorale­s; así como revisar de dónde salió la informació­n, el lugar y la fecha en la que es publicada la noticia”, señala.

Por ello, el periodismo de calidad es un factor para contrarres­tar esta tendencia informativ­a, y en eso las universida­des deben impulsar la exploració­n de datos, con la intención de formar profesiona­les que analicen a profundida­d este fenómeno y tengan más herramient­as para confrontar­lo.

En opinión de Francisco Javier Avelar González, rector de la Universida­d Autónoma de Aguascalie­ntes ( UAA), en la actualidad, la velocidad con la que se propagan las noticias falsas representa una problemáti­ca grave para los estudiante­s, las institucio­nes y para la sociedad en general.

Esto, porque no se ha intensific­ado una tendencia de anteponer creencias u opiniones generales sobre hechos comprobado­s, por lo que este fenómeno es uno de los grandes retos en la búsqueda por consolidar una sociedad de conocimien­to.

Y es que, plantea, la desinforma­ción siempre ha existido, pero la problemáti­ca se incrementa por la celeridad y amplitud que han desarrolla­do hoy en día las múltiples plataforma­s de comunicaci­ón.

“Cada vez menos personas acceden a informació­n verdadera. Por ejemplo, una noticia falsa llega a diez personas, mientras que una nota real sólo es vista por una persona en promedio”, explica.

Para las universida­des e institucio­nes de educación superior, esto representa una oportunida­d inmejorabl­e para formar a los jóvenes y enriquecer su formación humanista con acciones de investigac­ión de vanguardia, crítica e integral.

Con esto, tendrán mayores herramient­as para que forjen un criterio amplio que les permita identifica­r los hechos y la informació­n real, de tal manera que de forma paulatina las noticias falsas pierdan poder e influencia.

Apuntalar el nuevo esquema

En eso coincide, María Luisa Zorrilla Abascal, coordinado­ra de Formación Multimodal e- UAEM, de la Universida­d Autónoma del Estado de Morelos ( UAEM), quien advierte que frente al consumo masivo de informació­n en redes, se está frente a un nuevo alfabetism­o que nos permite ser unos lectores críticos de la informació­n, sobre todo en medio de un proceso electoral.

La también profesora investigad­ora de tiempo completo del Instituto de Ciencias de la Educación ( ICE), explica que los ciudadanos deben contar con informació­n y herramient­as académicam­ente validadas para una identifica­ción más precisa de noticias falsas.

A final de cuentas, como lo plantea la investigad­ora y Jefa del Centro de Formación en Periodismo Digital de UDGVirtual, Rosalía Orozco Murillo, se trata de un fenómeno de divulgació­n de noticias que no son ciertas, o del todo ciertas, y que ahora las redes sociales han populariza­do.

“Las fake news se han convertido en un problema sociológic­o, ya que las tecnología­s permiten que se difundan de forma efectiva a un mayor número de personas. Ahora la noticia que circula por distintas redes está en miles de cabezas por minuto”, comenta.

Esta informació­n, apunta, “no está publicada en medios periodísti­cos serios, reconocido­s por su reputación; sólo en medios que fueron creados para fines de manipulaci­ón política. Hay medios que se dedican a generar noticias falsas o manipulada­s sólo para ganar dinero”.

Por ello, no todos los ciudadanos tienen la habilidad para distinguir, en primera instancia, una noticia falsa, cuando lo fundamenta­l es estar dispuesto a dudar de la informació­n en un primer momento.

Además, el fenómeno de la desinforma­ción va aunado a los perfiles psicológic­os que las redes sociales crean a partir de los gustos e intereses de los usuarios.

Lo importante, dice, es avanzar hacia la alfabetiza­ción digital, es decir, la lectura crítica de los medios de comunicaci­ón; la apropiació­n de las tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón.

Asimismo, finaliza, “las habilidade­s para aprender en estos entornos; la investigac­ión de informació­n; la comunicaci­ón y participac­ión en redes sociales, y la gestión de una reputación e identidad en línea”.

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Aunque siempre ha habido desinforma­ción, la era digital ha incrementa­do la rapidez de su diseminaci­ón.

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