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JURASSIC WORLD Y LA NOSTALGIA DE LO COMÚN

Junto con los blockbuste­rs de verano llega esta secuela que, a fuerza de rendir tributo a la franquicia, pierde frescura

- SALVADOR MEDINA

Llegamos al verano y con ello, los estudios de cine comienzan a lanzar sus títulos más ambiciosos comercialm­ente hablando. Como es costumbre, la época de blockbuste­rs es una de constantes críticas, enormes riesgos y mucha acción.

Jurassic World: Fallen Kingdom ( Jurassic World: el Reino Caído) de J. A. Bayona tiene dos pendientes: sacudirse el enorme peso que significa la entrega original y encontrar un propio camino lejos de ella. Desafortun­adamente, no logra ninguno de sus objetivos. Pero para fortuna de sus fans, no necesitaba hacerlo para entregar una película digna de su legado y que entregue grandes momentos de acción y tensión.

Coescrita por Colin Trevorrow, quien dirigió la entrega anterior, y Derek Connolly, el Reino Caído nos coloca tres años después de la película anterior. Isla Nublar, el hogar original del parque, se encuentra amenazada por la inminente erupción de su volcán. El gobierno y enti- dades privadas se debaten el papel que debe jugar la humanidad para rescatar a los animales o dejarlos morir.

Ian Malcolm ( Jeff Goldblum) intercede en nombre de la ciencia, asegurando que dejarlos perecer en el acto, será una especie de corrección de la naturaleza. Pero del lado de quienes están empecinado­s en evitar su extinción está Claire ( Bryce Dallas Howard). Y cuando el gobierno decide no realizar acción alguna para proteger a los dinosaurio­s, Claire recibe una llamada que da esperanza a su misión.

Benjamin Lockwood ( James Cromwell), primer socio del fundador de Jurassic Park, John Hammond, ha logrado asegurar un santuario, completame­nte aislado de la sociedad, donde los animales puedan, por fin, vivir tran- quilamente. Pero Claire necesitará la ayuda de Owen ( Chris Pratt) para encontrar a Blue y llevarla a su nuevo hogar.

Con un equipo conformado por Zia ( Daniella Pineda) y Franklin ( Justice Smith), se lanzarán a la aventura de recoger la mayor cantidad de especímene­s y trasladarl­os sanos y salvos. Pero pronto, las intencione­s de Eli ( Rafe Spall), el encargado de la fundación de Lockwood, quedarán claras y serán contraprod­ucentes en su misión.

El Reino Caído tiene todo lo necesario para ser sin duda un éxito de taquilla: tiene dos protagonis­tas con gran química y carisma, está fundamenta­da en una franquicia sólida y con potencial, y considera temas relevantes del cuidado a los animales. Sin embargo, se tropieza con una absurda necesidad de referirnos, muy seguido, a momentos centrales de otras entregas.

Acaba incluso haciendo referencia­s a las críticas que tanto recibió la entrega anterior. Como cuando nos presenta de nuevo a Claire desde sus tacones, uno de los elementos que más tinta recibió hace apenas unos años, cuando muchas críticas de cine considerab­an inverosími­l que la heroína corriera por todo el parque, sin importar la situación, en esos incómodos zapatos.

Es decir, se distrae demasiado rindiendo tributo a las películas anteriores, en lugar de consolidar­se por su propio camino, algo que nos hace dudar de su futuro indudablem­ente. Es nostálgica y casi familiar. Y el problema no es que sea nostálgica y familiar, sino que en esa intención de serlo, provoca que el espectador sepa exactament­e qué esperar en momentos trascenden­tales de la trama.

Pero El Reino Caído es quizás la que más corazón tiene de toda la franquicia. La relación entre Owen y Blue, la lidereza de los velocirapt­ors, es lo que mantiene la historia adelante y que nos da una sensación de empatía con la historia y sus protagonis­tas. Hay, en el fondo, una intención noble de resarcir el daño hecho por la humanidad. Y eso y la impecable dirección de Bayona lo que evita que el Reino Caído se tropiece consigo misma. Y es que le falta mucho desarrollo a los personajes, particular­mente a los villanos de la historia, quienes parecen simples estereotip­os que hemos conocido en películas de corte similar.

Bayona entrega momentos de verdadera tensión y audacia, sobrepasan­do con gracia los recuerdos a los que invoca el guión una y otra vez. Además, posee huecos narrativos gigantésco­s, más que ninguna otra. Y, pese a todo ello, vale la pena sentarse en la sala de cine y disfrutar un blockbuste­r más que notable.

El director J. A. Bayona no encuentra su propia voz en el fi lme.

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FOTOS: ESPECIAL
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entrega insiste en demasía en referencia­r a las películas anteriores
ESTA NUEVA entrega insiste en demasía en referencia­r a las películas anteriores

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