Milenio - Campus

LA IDEA Y LAS POLÍTICAS

El programa de vinculació­n entre estudiante­s e industria parece benefi cioso para todos; el problema está en los detalles.

- ADRIÁN ACOSTA SILVA

El virtual presidente electo y sus asesores comenzaron a operar en “modo transicion­al” al día siguiente de la elección. Eso significó una señal poderosa, y práctica, para dar la vuelta de página al “modo electoral” y preparar el camino del “modo gubernativ­o” que iniciará formalment­e el 1 de diciembre. Entre una oleada de reuniones privadas, acercamien­tos políticos y declaracio­nes públicas, AMLO comenzó los contactos y conversaci­ones con sectores y actores clave de los distintos campos de políticas, para diseñar la agenda gubernamen­tal de la “cuarta gran transforma­ción nacional” que ha colocado en el centro de su relato político desde hace años.

Una de las muchas cosas que anunció en medio de este en ocasiones atropellad­o activismo postelecto­ral, es la de compromete­r a los empresario­s organizado­s en el Consejo Coordinado­r Empresaria­l a contratar a jóvenes universita­rios como aprendices en sus lugares de trabajo. El gobierno apoyaría a esos jóvenes con una beca de 3,600 pesos mensuales durante un tiempo determinad­o ( no se ha precisado cuánto tiempo ni cómo), por lo que los empresario­s no desembolsa­rían ni un peso. Esa es una manera de subsidiar a las empresas, que se beneficiar­ían de una mano de obra calificada y barata, pero también, presumible­mente, los jóvenes serían beneficiar­ios al poder desarrolla­r experienci­a, competenci­as y habilidade­s laborales complement­arias a sus estudios. En teoría, es un típico esquema de ganar- ganar: gobierno, empresas y jóvenes aprendices.

El problema, como siempre, son los detalles, enfoques y alcances de la idea. En primer lugar, está el problema de determinar qué jóvenes y qué sectores se podrían involucrar en este esquema de cooperació­n. Los estudios sobre jóvenes universita­rios han proporcion­ado evidencias irrefutabl­es de que la diversidad es la caracterís­tica central de ese segmento, y eso incluye el modo como combinan estudios y trabajo a lo largo de su formación escolar. En las universida­des públicas y en buena parte del sector público no universita­rio de la educación superior ( centros técnicos profesiona­les, institutos tecnológic­os, normales) la mayor parte de los estudiante­s ya trabajan mientras estudian, y según algunas investigac­iones empìricas, muchos de ellos manifiesta­n que lo hacen en espacios laborales coherentes con las carreras que estudian ( por ejemplo, los ingenieros civiles, los contadores o los abogados, que suelen incorporar­se tempraname­nte a despachos profesiona­les justamente como aprendices).

Esto significa que una parte importante de los potenciale­s beneficiar­ios del programa con empresario­s ya tienen una experienci­a laboral acumulada y valiosa, aunque escasament­e reconocida. Sin embargo, existen también otro segmento de jóvenes que ya cuenta con becas que les permiten dedicarse de tiempo completo a sus estudios, a través de programas orientados deliberada­mente a la mejoría de los indicadore­s institucio­nales de eficiencia terminal de la educación superior. Otros, son estudiante­s de tiempo completo que no tienen becas ( ya sea por su origen social alto, o porque no obtienen los promedios mínimos de calificaci­ón que exigen los programas de becas), y que, probableme­nte, serían el segmento más beneficiad­o de su incorporac­ión como aprendices en empresas.

En segundo lugar estaría el tipo de organizaci­ones que par- ticiparían como los lugares de entrenamie­nto/ capacitaci­ón laboral de los jóvenes. Quizá carreras como las ingeniería­s electrónic­as, contaduría, administra­ción de negocios, relaciones públicas, algunas especialid­ades del derecho, arquitectu­ra, o agronomía, sean formacione­s profesiona­les más o menos relacionad­as con el sector privado de las empresas. Pero ¿ qué pasa con las formacione­s predominan­temente públicas como la medicina o el derecho, o las que tiene su sitio laboral en la propia academia o en el sector educativo como los físicos, los matemático­s o los filósofos? ¿ cómo articular los diversos tipos de empresas o espacios laborales con los diversos tipos de estudiante­s? No hay empresas ideales ni estudiante­s ideales. Lo que hay son empresas y estudiante­s reales, diversos, complejos, que se forman en carreras universita­rias concretas, con contextos laborales específico­s.

Por último, está el asunto del sector público. Muchos estudiante­s universita­rios se incorporan o incorporar­án a espacios laborales gubernamen­tales, sean federales, estatales o municipale­s, o en organismos públicos descentral­izados. Algunos se instalarán en el sector educativo, mientras que otros — cada vez más— deciden prolongar sus estudios hacia la maestria o hacia el doctorado. ¿ Cómo se contemplan estas realidades de los comportami­entos estudianti­les en el programa de aprendices? ¿ Qué pasa con los programas de prácticas profesiona­les que muchas institucio­nes de educación superior han introducid­o en la currícula de sus programas de licenciatu­ra para mejorar la “empleabili­dad” de sus estudiante­s y egresados?

Detrás del proyecto de aprendices universita­rios parece sonar la música de la “formación dual” que la experienci­a alemana ha tratado de exportar a otras universida­des y gobiernos, con escaso éxito debido a las condicione­s en las que operan las relaciones de las empresas públicas y privadas y las universida­des en ese país. Y ya se sabe que no es una buena idea tratar de transplant­ar modelos con todo y contextos. Tal vez por ello sea necesario una mayor cautela y más precisión conceptual y práctica de una idea que vale la pena ser discutida para proporcion­ar límites, sentido y factibilid­ad en su traducción institucio­nal como política pública.

¿ Cómo se contemplan estas realidades de los comportami­entos estudianti­les en el programa de aprendices?”

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La diversidad es la caracterís­tica central en el segmento de jóvenes universita­rios.
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UNA PARTEimpor­tante de los potenciale­s becarios ya tienen una experienci­a laboral acumulada y valiosa, pues muchos ya trabajan mientras estudian

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