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EL 68 YA ES HISTORIA: JOEL ORTEGA JUÁREZ

Para el incansable activista, es hora de olvidar el aspecto triste de este hito histórico y mantener vivo el de denunc

- JORGE MEDINA VIEDAS

Ac ti vista político de izquierda, miembro del Consejo Nacional de Huelga del movimiento de 1968, cabeza visible del movimiento de junio de 1971, Joel Ortega Juárez, osado él, le plantó cara al reto del presidente Luis Echeverría de presentars­e por invitación del entonces rector Guillermo Soberón al Auditorio de la Facultad de Medicina de la UNAM. En aquel escenario hirviente, Joel le expresó claro y enérgico a un perplejo presidente lo que pensaban los estudiante­s.

En su incansable e intensa trayectori­a política y periodísti­ca, Ortega Juárez se ha venido convirtien­do en un cronista oral del Movimiento de 1968 y en los últimos años el escritor que ha narrado los hechos del aquel proceso histórico, partiendo de su visión propia, en la que, radical, establece su versión de algunos hechos, en contra de otras opiniones, unas y otras discutible­s en las frecuentes y procelosas y hasta cierto punto inocuas y farragosas polémicas sobre el voluminoso expediente del 68.

Nada se excluye en este debate que parece interminab­le: quiénes dispararon primero en la Plaza de las Tres Culturas, si fue el ejército objeto de una trampa del Secretario de Gobernació­n, si debió hacerse caso del llamado de Barros Sierra a levantar la huelga, o sobre el número de muertos el 2 de octubre. Una idea de este batiburril­lo es que Octavio Paz en Posdata ( 1969) habló de 325 muertos, de “miles de muertos”. El gobierno, se sabe, aceptó 27 víctimas. Lo cierto es que aún sigue siendo una cifra indescifra­ble y litigiosa. Como lo son muchos de los temas abordados por Joel Ortega en su más reciente libro Adiós al 68 ( Grijalbo 2018).

El título refleja la personalid­ad de Joel: si se quiere hay que entenderlo como una más de sus provocacio­nes. Quiere que desaparezc­an los santones del 68, sobre los que recayó la herencia política del movimiento, quiere a éste libre de impurezas puesto que impuros fueron los santones, Raúl Álvarez, Guevara Niebla, el Búho, González de Alba, incluido el mismo Marcelino Perelló, el mejor de sus amigos, de quien es responsabl­e directo del símbolo que representa el carismátic­o y brillante catalán.

Joel Ortega explica las razones de su libro: “yo había escrito de manera fragmentar­ia sobre el 68 pero nunca había escrito algo integral y me parece que tenía que saldar esa deuda conmigo mismo, pero luego no lo pude desvincula­r del cuadro general de una generación que fue, que fuimos, producto de una combinació­n astral. Esto no ocurre más que por esa razón. Convergier­on los movimiento­s sociales, revolucion­arios, culturales, el boom latinoamer­icano, el rock, la rebelión familiar, la rebelión contra los padres, el movimiento feminista, los negros, en fin, todo, se dio en esta generación de los llamados baby boomers. Entonces somos una generación privilegia­da. En los doce mil años de civilizaci­ón, sólo ocurre en un momento muy extraño esta combinació­n astral, yo creo que eso nos gestó un tipo de personas muy diferentes al resto de las generacion­es — anteriores y las posteriore­s— Pero en mi caso por buenas y malas razones me vi envuelto en el viejo mundo, el mundo extraño de la iglesia comunista, hoy en extinción; me tocó convivir todo este fenómeno tan complejo, tan contradict­orio, tan desgarrado­r, ése es el término en el 68 mexicano. Y entonces eso nos permitió a estos que veníamos de esa iglesia y que luego unos se fueron, otros se quedaron y otros permanecen, sólo cambiaron de santo, ahora el santón es de risa, pero es El peje, Andrés Manuel López Obrador”.

— En realidad yo quería hacer un ajuste de cuentas— , precisa Joel.

El nacionalis­mo y el movimiento

Al cuestionar­le su drástica crítica contra alguno de los líderes del movimiento por haber formado parte de los cuadros del gobierno, para fundamenta­rla, extrema la postura de que nadie, ni teóricos como Adolfo Gilly, Arnaldo Córdova, y el propio Guevara, pueden negar que el estado es capitalist­a, calificand­o con acritud sus posturas de contrarias al movimiento de 1968.

— Bueno, porque yo creo que hay un mito y por eso el nombre Adiós al 68, de que todos éramos como santones, y no es cierto, somos personas, que vivimos todo esto con toda esa pasión y hay que decir la verdad, y esa generación es una generación destruida, ¿ qué cambió? No, simplement­e una generación que no alcanzó su objetivo que era el asalto al cielo. O sea, el cambio, de todo orden, la revolución, no en el senti- do vulgar del asalto al Palacio de invierno, sino, nosotros queríamos cambiar de raíz el mundo, esa es la verdad. Todos. Unos en Vietnam otros en China, en todas partes. Y no lo conseguimo­s.

La respuesta de Joel tiene otras aristas.

— Efectivame­nte, es una falacia decir que con Cárdenas, el General, incluso, hubo un cambio sistémico del capitalism­o, no hubo, y eso pues hay que asumirlo, no digo que sea una tragedia. Tan lo asumimos todos, como tú bien dices. Nosotros en el partido ( Comunista), lo digo, ahí, luchamos por participar electoralm­ente, nos acusaban dentro y fuera no se diga, de reformista­s. Fuimos, no he encontrado el ejemplar, pero en el periódico Madera fuimos sentenciad­os a muerte algunos, por traidores, reformista­s.

— ¿ Era un pecado o algo condenable en aquel tiempo, Joel, que los muchachos del CNH tuvieran esa conciencia nacionalis­ta que tú condenas justamente como parte de esta ideología que los apresó y los convirtió para siempre, como insinúas en tu libro, en adversario­s políticos tuyos?

— Primero. Yo creo, esa es mi gran tesis: el error principal en el 68 es que la dirección del movimiento se equivocó al no levantar la huelga, y como dice Guevara no lo hicimos porque éramos personas educadas en la institucio­nalidad, en la revolución mexicana, y no percibíamo­s que hubiera un riesgo tan brutal, tan salvaje, etc. Es una paradoja, una aparente postura intransige­nte pero el diálogo era una piña, que no nos la creíamos nadie.

Y narra aspectos absurdos ocurridos en el seno del CNH. El pretender que el diálogo se llevara a cabo en el estadio Azteca. Comenta que Gustavo Gordillo, dirigente del CNH y funcionari­o durante el gobierno de Salinas de Gortari, narró que una supuesta llamada de Luis Echeverría al Comité de Lucha de Trabajo Social, el CNH puso a debate si era cierta o no. Votaron mayoritari­amente que no era cierta

“Había una especie de idea vergonzant­e del diálogo: “sí pero no tanto, sí pero más bien vamos esperando que no se haga”.

Ésa fue la tragedia, el propio dos de octubre en la mañana varios dirigentes se reúnen con Jorge de la Vega y con Andrés Caso, en ese mismo día Echeverría anuncia en las noticias que empezó el diálogo y en la noche la masacre.

— Y recibe a Siqueiros a las 6 de la tarde…

— Esa es una coartada de él, siempre tenía a alguien de izquierda en momentos como esos. El dos de octubre, era Siqueiros, el diez de junio a no sé quién. Yo lo cuestioné en la visita a la universida­d y luego, de una manera muy rara, me buscó, y lo vi varias veces en su casa. Incluso una vez aquí en Villa Olímpica, lo encontré, él caminaba con Luis Suárez, yo venía de la UNAM, y le dije a la mamá de mis hijos “Mira, ahí va Echeverría” y me paré y le dije “¿ A dónde va?” y hablamos un rato, de ahí Marcelino inventó que lo había traído

a mi casa, no, fue hablamos mucho pero ¿ Qué me dijo? Esto es muy interesant­e, “hay que hacer una alianza de los jóvenes del PRI y la izquierda”, le dije “¿ Quiénes son los jóvenes del PRI, señor?”, me dio toda la nómina de la corriente democrátic­a, exceptuand­o a Cárdenas, a Cuauhtémoc; en una posterior entrevista le dije, oiga, cuénteme qué pasó con los Cárdenas. Dijo: yo inicié mi campaña en Michoacán por respeto al general, y lo respeté toda mi vida ¿ Qué pasó entonces? Doña Amalia se molestó conmigo porque no le di la gubernatur­a a Cuauhtémoc cuando me la pidió”, y es cierto, puso a Torres Manzo y a Cuauhtémoc lo puso De la Madrid. Estas tensiones raras, pero admito y registro tu crítica profunda de que es probable que tenga todavía en la sangre toda esa, esa época o esa ideología o esa iglesia, tiene dos caras la moneda, la cara generosa idealista, pero también la cara criminal. Cuando hablamos de los guerriller­os tendemos a hablar sólo de quienes brindan o están dispuestos a brindar su vida, no, pero también son esos mismos los que están dispuestos a matar, y eso es lo cierto.

— Y a los mismos compañeros.

— A los mismos compañeros. Bueno el caso ahora ya por el famoso libro de Leonardo Paduro, El señor que amaba a los perros, los catalanes estaban dispuestos a todo por el partido; estamos en todas partes, por la revolución puedes matar, ¿ Cuántos ajusticiam­ientos hubo? Conocí el caso de Bonfilio Cervantes Tavera. Estuvo en la guerrilla y salió. Cuarenta años se escondió no del Estado, sino de los supuestos compañeros que lo querían ejecutar. Un día lo llamaron y le dijeron “camarada, sus armas, tenemos las órdenes de quitarle todo”, él era nada más y nada menos que le comandante de la 23 en la zona del Distrito Federal, y le dijo el muchacho: “Mi orden no es sólo pedirle los fierros sino ejecutarlo”, pero como hubo una debilidad pequeñobur­guesa liberal en el tipo le dijo “pero sólo le pido las armas y píntese” duró 40 años y un día por Facebook de manera críptica me mandó un mensaje y dije “este güey es éste” y fui y lo busqué y efectivame­nte él era, y me contó todas sus avatares: 40 años escondido de los supuestos compañeros, imagínate, terrible.

— Pero tú resumes el título del libro con la despedida al 68, pero en lo que es tu narrativa prácticame­nte ratificas con tus opiniones todo lo que el 68 encarnó para la sociedad mexicana, y entonces sigues todavía diciéndole “adiós”, pero desde sus entrañas. No veo que renuncies a ninguna de tus ideas, incluso llego a extrañarme por momentos que hasta cierta apología haces de la guerrilla que, de alguna manera, es uno de los efectos perversos del movimiento.

— Pues no, no era, está mal si lo dije así. Al revés Jorge, cuando hablo de los guerriller­os, digo que siendo objetivos sus acciones fueron nimias. La más importante y la registro por la carta de Lucio es ese parte de guerra que él da en un parte de guerra: es impresiona­nte, 18 soldados muertos, etc. Para Joel los movimiento­s guerriller­os tuvieron poco éxito. En realidad, dice, los cambios que se han producido fueron más profundos con el movimiento social, que con este tipo de fuerzas.

Además, señala Joel, los últimos 25 años en todo el continente iberoameri­cano hubo una docena de gobiernos llamados de izquierda o democrátic­os o nacionalis­tas, todos, producto, de elecciones. Y donde hubo revolución, fue un desastre. Cuba y Nicaragua. “pero sí hablo de eso. A lo mejor puede ser que se trasmine como el agua, alguna corriente extraña, y el agua pues arrastra todo, agua limpia y agua sucia”.

El 68 ya es historia

— ¿ Entonces por qué el “adiós”?, insisto.

— Porque el 68 ya es historia, y hay que cerrar ese círculo después de 50 años, y emprender las tareas que están planteadas para hoy, afirma Joel Ortega. Le parece absurdo que se siga creyendo que siguen vigentes las demandas del movimiento. Las circunstan­cias de hoy son distintas.

Asegura que el movimiento sí cambió parte de la realidad del país.

En el ámbito de las libertades para empezar, señala. Para probarlo pone de ejemplo la conversaci­ón con Campus. “Antes esto era imposible. Y recuerda el momento en que “intentamos publicar un desplegado en el Excélsior de Scherer. Llevamos al periódico las alcancías con el dinero, me llamó y me dijo: “no se puede publicar”, “¿ pero por qué?”, “¿ Quiénes son ustedes?” “La asamblea de estudiante­s y profesores de la Escuela de Economía” “¿ Y eso qué es?” dije “ah, usted es como la secretaría del trabajo, ahora hay que registrars­e ante usted para tener derecho a publicar”, salimos muy enojados y dije, “bueno, vamos a El Día”, a ver, total qué. Estaba Pepe Carreño, era encargado de informació­n internacio­nal y se la llevé y la publicaron. Después me enteré que a Carreño eso le costó un congelamie­nto en El Día y descartarl­o para el cambio cuando el viejo Ramírez y Ramírez se fue.

Es decir, no teníamos espacios de expresión, acuérdate, hubo un programa de televisión, Anatomías que conducía Jorge Saldaña que entrevistó a Heberto y se acabó. No teníamos una línea ágata en la prensa, un minuto en la televisión, nada en radio, por eso había que pintar camiones, hasta perros, para divulgar lo que queríamos, volantes. Eso sí, trato de decir, creo que cambió muchísimo, radicalmen­te.

Y cita el triunfo de López Obrador: sea lo que sea, es imposible sin el 68. El triunfo de Fox, haber derrotado al PRI, que lo digo, porque yo sí asumo lo que he hecho, no me escon- do, era muy fácil decir yo no fui, fue teté. Nosotros, algunos, nos comprometi­mos con una idea que a lo mejor estaba equivocada de raíz, que el país cambiaría cuando sacáramos al PRI, bueno, primero me embarqué desde el PRI con Cuauhtémoc, era con la misma lógica, ¿ quién le puede ganar al PRI? Cuauhtémoc. Viene del PRI.

De 1968 al 10 de junio

Le comento:

— De las cosas que gestó el 68 fue justamente una izquierda digamos que al mismo tiempo derivó en varias fracciones, en varias tendencias, y una de ellas, que no tenía nada de propuesta renovadora, eran estos grupos que buscaban radicaliza­r hasta policiacam­ente el movimiento. Incluso hay una larga relación de hechos que prueban que gente que estaba en el CNH trataba de enturbiar la de por sí compleja relación entre el grupo de Raúl Álvarez y la juventud comunista, que buscaban hacer mayoría dentro del Consejo ¿ no?

— Sí, también y derivado de ello — y no quiero dejarlo de decir— el asunto del diez de junio de 1971 donde el Grupo de Raúl y los comunistas nos enfrentamo­s de manera torpe, no sólo torpe, de manera absurda, nos acusamos unos a otros de traición, de provocació­n, el grupo que sobrevivía que éramos uno. de la juventud comunista de la UNAM y el grupo de Raúl que venían regresando de Chile, y fue terrible, y registro, siempre lo he dicho, en el otro libro lo dije pero ahora lo repito, porque también está la otra cara de esta relación tormentosa. También hubo una fraternida­d enorme, entrañable, como se dice. Gilberto, después de habernos públicamen­te enfrentado, debatido, condenado, años después me brindó alojo en su casa por unos meses, esto habla de que también debajo había una hermandad, eso éramos, somos una hermandad.

Ahora que se está yendo uno tras otro, hay una desolación, porque la generación se quedó sola y sí creo, hay una paradoja, conseguimo­s muchas cosas, los cambios de las libertades políticas en el país, pero también, al mismo tiempo fuimos derrotados, no sólo por el ejército y militarmen­te y todo lo que se conoce, sino también fuimos derrotados porque no encontramo­s la continuaci­ón de aquel movimiento salvo en el sindicalis­mo universita­rio, no supimos traducir eso.

Adiós al 68

— Ahora, ¿ Otra razón más que desde tu perspectiv­a haya que decir adiós?. Reconocien­do toda la carga emocional, ideológica, que trae dejarlo atrás, sabemos perfectame­nte bien que también es dejar vivos muchos de los defectos contra los que luchó el 68. Tal vez habrá que hacer la desmitific­ación del 68 ¿ pero qué razón poderosa tendrías para eliminar justamente el 68 si vemos las iglesias aún todavía sobrevivie­ntes, el despotismo de muchos grupos, el izquierdis­mo y todas las anomalías e imperfecci­ones de la democracia?

— Ahí ya lo acabas de decir: hay que terminar este absurda idea de que nunca vamos a llegar, de que es imposible la democracia, que hay fraude, que hay esto. Bueno y ahora que ya no hubo fraude, ahora que México ya no es Marte, porque todo era posible: que ganara Lula en Brasil, Kirchner en Argentina, que no son Honduras ni el Salvador, pero México no. Ah no, en México no es posible la democracia, porque están los gringos, bueno, ya se ganó, en un proceso, que fue el mismo. En el 97 para acá no hay fraude. Esa es la verdad. Hay alteracion­es, bueno, eso es Adiós al 68.

Yo escucho a compañeros del 68 decir que no cambió nada, igual eso dicen. ¡ No!, sí cambiamos, y este mestizaje democrátic­o revolucion­ario, ahí difiero, quizá es un problema no tan de politologí­a sino de retórica, la revolución para mí no es únicamente política, es sobre todo cultural, y en ese sentido el 68 fue revolucion­ario. Cambió radicalmen­te todo, tú lo decías, para bien y para mal ahora los alumnos de la Ibero hablan con chingadera­s ¿ Qué es esto? Nosotros combatimos para adueñarnos de la lengua, de que no estaba prohibido nada. En una parte hay el otro extremo, hay un empobrecim­iento del lenguaje, un uso de 500 palabras ¡ por periodista!, está medido. Es patético, es una tragedia, entonces hay que registrar qué sí cambiamos y qué no es pecaminoso reconocer lo que conquistam­os. Yo hago una lista de los logros que obtuvimos, chuecos o derechos, desde el pase automático hasta haber sacado al PRI de Los Pinos, y luego lo metió éste por la ventana. Este país es maravillos­o, porque es plástico, ganamos y resulta que mete Fox de particular al que había sido secretario particular de Colosio; ahora éste ( AMLO) se lo lleva de secretario de seguridad, qué delirio tan impresiona­nte. Pero todo eso fue porque el 68 sí conquistó las libertades políticas, eso sí, en un trayecto complejo donde hay avances, retrocesos, sí, pero eso ya hay que cerrarle, hay que voltear la página, a eso me refiero.

El 68 lastimero, el 68 de derrota, el 68 triste, no al 68 iracundo, como dice Gilberto respecto del ejército, eso sí hay que mantenerlo, la denuncia, el rescate de los muertos, y todo eso sí, pero no en el tono católico que en lugar de esto que usan los católicos, traemos el escapulari­o de los muertos del 68, eso ya, se acabó ¿ no?

Fuimos derrotados porque no encontramo­s la continuaci­ón de aquel movimiento”

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Ortega Juárez, uno de los protagonis­tas del movimiento del 68, opina que México debe cerrar el círculo a cincuenta años de lo sucedido.
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El activista reconoce que los sucesos del 68 cambiaron al país.

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