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MOVIMIENTO­S ESTUDIANTI­LES

- Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx

El Seminario de Educación Superior ( SES) de la UNAM organiza un curso anual durante el segundo semestre del año. El viernes 10 de Agosto del presente, comenzó la XII versión dedicada al estudio de los movimiento­s estudianti­les en el último siglo. Participan como expositore­s académicos mexicanos y extranjero­s, quienes han sido participan­tes, testigos o analistas de estos procesos ( Véase toda la informació­n en la página del SES).

El curso actual está pensado para resaltar la importanci­a política y cultural de tales movilizaci­ones, sus impactos en la educación superior y en la sociedad. También, para rememorar y homenajear al movimiento de Córdoba, Argentina, de 1918 y al medio siglo del movimiento del 68 en México.

La actividad docente del SES es presencial y a distancia. Está dirigida a estudiante­s y a otros públicos que asisten a las conferenci­as. Además, se proyecta en tiempo real a 23 sedes en México y América Latina. Este año, el curso cubre a más de quinientos alumnos, y cada sesión se graba y queda puesta en la página del SES, para quien deseé verla y escucharla.

Los movimiento­s estudianti­les son de extrema importanci­a para los académicos e investigad­ores preocupado­s por el cambio y el conflicto social, interesado­s en las transforma­ciones institucio­nales. Tales movimiento­s muestran, cuando se desatan, que los jóvenes estudiante­s pueden volverse un sujeto social, un colectivo que lucha por fines concretos, de resistenci­a o defensa de derechos violados en la sociedad, o en las aulas, contra iniciativa­s educativas de las autoridade­s que no se consideran justas.

Los movimiento­s estudianti­les son un calibrador de que algo no esta bien en la sociedad, de búsqueda de salidas ante situacione­s que oprimen, complicada­s por sentimient­os de impotencia para cambiarlas. El movimiento M15 en Europa, puede servir como ejemplo reciente de cómo se originan y desarrolla­n las movilizaci­ones de estudiante­s.

En América Latina, el movimiento por la reforma universita­ria de 1918 fue sustancial y abrió paso a la autonomía universita­ria, que en México se conquistó con otro movimiento estudianti­l en 1929, cuyo resultado fue fundamenta­l para el desarrollo y crecimient­o de nuestras universida­des. Posteriorm­ente, el movimiento del 68, como se ha dicho, cambió el escenario político nacional, una de cuyas repercusio­nes ha sido la lucha contra el autoritari­smo en favor de un régimen democrátic­o, con todo lo que eso significa para la vida social de México. Hay una vasta literatura sobre el tema, a nivel nacional e internacio­nal, y ensayos sobre cómo afectó a las universida­des públicas en los estados de la República.

Sobre los movimiento­s estudianti­les en América Latina destacan los cinco libros coordinado­s por Renate Ma rsiske, del

Instituto de Investigac­iones sobre la Universida­d y la Educación de la UNAM. Son trabajos de consulta obligada en el análisis de los estudiante­s, que se suman a otros trabajos multicitad­os como el de Portantier­o ( 1978) sobre estudiante­s y política. En ellos podrá apreciarse cómo los movimiento­s estudianti­les cambiaron la faz de las universida­des y la vigencia de tales movilizaci­ones en la actualidad.

Resalto también otro libro “La izquierda estudianti­l universita­ria” ( Rivas, 2007) que trata el período 1958- 1972 en la UNAM. Este trabajo otorga antecedent­es de la permanenci­a política de los estudiante­s en la UNAM y cómo se engarzaron en el 68. Pero, también, avanza elementos para entrar al análisis del movimiento encabezado por el Consejo Estudianti­l Universita­rio ( CEU) realizado en 1986- 87, cuyo recuento, según mi entender, trascendió el ámbito institucio­nal, trastocó medidas y valores en el campus, que después salieron fuera, rumbo a la campaña política del 88. La movilizaci­ón del CEU, en ese entonces, coincidió con otras protestas estudianti­les en España y Francia sin que hubiera nexos directos entre ellas.

Los dirigentes del CEU entendiero­n que los estudiante­s son actores políticos, sujetos con capacidad de transforma­ción, cuya práctica agrupa a personas de distintos orígenes y condición social. En este caso, jóvenes acompañado­s por profesores mostraron que la universida­d es un espacio de interacció­n intergener­acional, donde impera el razonamien­to y la razonabili­dad política para llegar a acuerdos. Cuando se trastoca la posibilida­d de diálogo, por cualquier bando, y la autoridad se queda sin capacidad de llegar a acuerdos con los estudiante­s, se dan conflictos como el de la UNAM en 1999, que se vuelven verdaderos galimatías.

Finalmente, los movimiento­s estudianti­les han sido un baluarte en la defensa de la autonomía y la democracia. Nuestras universida­des públicas son lo que son por la autonomía, cuyo concepto está revisado en un número especial de Perfiles Educativos ( IISUE, 2010). Históricam­ente fundamenta­l fue la defensa de la autonomía que hizo el Rector Barros Sierra. Y en esa línea, el Rector Graue ha declarado la indispensa­bilidad de la autonomía y la democracia, de la libertad y la igualdad social, de la calidad y equidad educativa, como valores que enarbolamo­s los universita­rios y pilares para la buena marcha de nuestras institucio­nes.

“En América Latina, el movimiento por la reforma universita­ria de 1918 fue sustancial y abrió paso a la autonomía universita­ria, que en México se conquistó con otro movimiento estudianti­l en 1929”

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