Razón e inteligencia contra la barbarie
Desde hace casi cinco décadas, en 1972, que en la Universidad Nacional Autónoma de México no se producía una descarada, atrevida y violenta explosión de porrismo como la ocurrida el lunes pasado al mediodía frente a la Torre de Rectoría. La última se produjo en el auditorio de arquitectura en 1972 cuando dos porros blancos ( la Tota y el Toro) fueron baleados fatalmente por los llamados porros rojos de Derecho, así calificados por las áreas de seguridad e inteligencia de la UNAM durante la administración del rector entonces Pablo González Casanova.
La UNAM entró en franca crisis. Ése fue un elemento decisivo, puesto que el gobierno de Echeverría quería fuera de la universidad a don Pablo. El costo de su permanencia fue muy alto. Don Pablo tuvo que renunciar tiempo después, y en ese contexto de confusión y lucha de fuerzas internas algunas apoyadas por sectores externos, lo sustituyó Guillermo Soberón y el Sindicalismo universitario se convirtió en la lucha hereditaria del 1968.
50 años después, el lunes pasado un autobús circulaba por el segundo piso del periférico, con la velocidad de quien parece llevar una orden militar a cumplir. Dicho y hecho. Se detiene en la zona del estadio de CU y del porromovil, bajan decenas de porros, perfectamente armados.
Son ellos los que minutos más tarde van a atacar a la manifestación pacífica de estudiantes que protestan precisamente en su contra y que se expresa frente a rectoría. La agresión es sangrienta e insolente. A leguas se advierte en los porros agresores que la impunidad es su credencial. Saben que su fuero de facto los protege. Sus prebostes se los han dicho antes. Van a cumplir una misión superior: desestabilizar a la UNAM, lo han hecho siempre, con la provocación que es su método, han logrado mover rectores, incitado huelgas, corrido directores, proteger pillos para que queden impunes, invadir escuelas, frenar proyectos académicos pero sobre todo, defender a sangre y fuego el estatus de delincuencia que los auténticos estudiantes quieren erradicar de la UNAM, desafío que esto sicarios del Campus de CU y de las distintas Escuelas universitarias están dispuestos a custodiar a sangre y fuego.
La comunidad universitaria, autoridades, profesores, estudiantes y trabajadores, sabrán de nuevo derrotar a estas fuerzas ajenas a la UNAM, a los enemigos evidentes de la casa de estudios: A la inteligencia y a las armas de la razón, sumarán la fuerza moral y el orgullo histórico de ser universitarios. Lo veremos.