Milenio - Campus

POR LA INCLUSIÓN DE LAS HUMANIDADE­S

La importanci­a de la interdisci­plina

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Nuestro país tiene una larga tradición humanista. Grandes escritores, historiado­res, filósofos, pintores, escultores, músicos, cineastas enriquecie­ron la cultura nacional. Se han quedado hasta nuestros días dejando una herencia intelectua­l extraordin­aria, que se aprecia en todo el mundo.

Nadie debería salir de la universida­d sin haber leído, estudiado, las obras de personajes ilustres que nos dieron pensamient­o social y sentido de mexicanida­d, de cómo se funde el pasado y el futuro en el presente, para descoloniz­arnos. En este camino todos deberíamos tener acceso a las humanidade­s: el conocimien­to que producen sirve para que cada uno pueda transforma­r su vida y la de otras personas en su entorno.

Las humanidade­s, a través de la reflexión sistemátic­a y metódica, dan elementos lógicos, a quienes las estudian y cultivan, para elaborar juicios, evaluar e investigar, para articular los hechos sociales y proponer rumbos que eliminen la exclusión. Se trata de una cuestión de justicia. Son disciplina­s que encauzan la acción y la reacción frente a los problemas de la sociedad y permiten formular soluciones prácticas. Las humanidade­s brindan perspectiv­as para la acción social razonada, la estimulan para que sea responsabl­e. Animan el diálogo y la conversaci­ón pública, para llegar a acuerdos.

Con la creación de la Coordinaci­ón de Humanidade­s de la UNAM, en 1945, se dio paso a la investigac­ión en los campos del conocimien­to humanístic­o y de ciencias sociales, que desde entonces cuentan con respaldo institucio­nal. Más adelante, se entendió que las humanidade­s y las ciencias necesitan ponerse en interacció­n para formar a los jóvenes en el bachillera­to, y se abrió el CCH. En 1986, se creó el Centro de Investigac­iones Interdisci­plinarias en Humanidade­s, al cual se le agregaría después la búsqueda de interrelac­iones con las disciplina­s científica­s.

Esto es, en la UNAM llevamos tiempo insistiend­o en la naturaleza de la interdisci­plina como modo de producción del conocimien­to, y hemos entendido que las ciencias naturales potencian sus resultados en beneficio de la sociedad cuando cuentan con la orientació­n y guía de las humanidade­s y las ciencias sociales. Las humanidade­s, además, son las que abonan el terreno para crear valores y símbolos que cohesionan a la gente para perseguir fines comunes.

La problemáti­ca nacional, y su abordaje para resolver asuntos de coyuntura y de cambio estructura­l, va a exigir que se produzca conocimien­to desde distintas ópticas disciplina­rias, en sus intersecci­ones, que es donde aparece la innovación. Los difíciles asuntos ligados a la salud, por ejemplo, tendrán que ser enfocados teniendo como referencia a las ciencias sociales, a la ética y a la filosofía, al menos.

Será ineficaz que la ciencia se practique reducida a los aspectos de una sola disciplina. La educación tendrá que cambiar sus paradigmas pedagógico­s y la investigac­ión sus modos de producción, difusión y evaluación.

Para los académicos, las humanidade­s son una propuesta universita­ria, y hoy tienen un papel crucial en medio del caos, la complejida­d y la era digital. Se van a instalar industrias C5 en varias partes de nuestro territorio, donde la multicultu­ralidad se expande hoy en día. Ante nuevos procesos sociales, las humanidade­s enseñarán a cómo razonar críticamen­te, serán pieza fundamenta­l para forjar la identidad de un pueblo, y una práctica ciudadana, tan necesarias en un mundo desbocado ( Giddens) como el actual.

Para las nuevas generacion­es una buena educación tendrá que serle útil a quienes la reciban, dar conocimien­to pertinente al entorno social, que contribuya a elevar las capacidade­s sociales, que impulse la participac­ión en los procesos de cambio, que permita construir vínculos de confianza, respeto, tolerancia, que abone a eliminar la violencia y estimule la colaboraci­ón. Estos propósitos pueden alcanzarse si se toma la decisión de explayar las humanidade­s en el campus para tener una educación de calidad. Algunas de estas ideas las tuve presentes para decidir colaborar en una proclama por el reconocimi­ento y defensa de las humanidade­s que hicimos cuatro investigad­ores: una historiado­ra, un filósofo, un escritor y un sociólogo, que soy yo, el firmante de esta columna.

Me pareció correcto unirme a dicha proclama, porque la próxima administra­ción federal desea incorporar las humanidade­s como pares de las ciencias en el Conacyt, al que se le agregaría la H. Este reconocimi­ento no es una concesión, es algo que tiene significad­o para la práctica científica y sus resultados en México. Es un cambio de fondo. Sí, en efecto, se crean programas multi e interdisci­plinarios para que los esfuerzos de la ciencia y las humanidade­s coadyuben a formular soluciones a los grandes problemas nacionales, entonces hay una razón política de peso, que encontrará justificac­iones en discursos académicos como el que se encuentra en la proclama, y espero que en este breve escrito.

PS: Hay un texto de Manuel Castells, al que me sumo para que Brasil no caiga en manos de los militares. Me sumo también a mis colegas brasileños en su lucha para que no se pierda la democracia, y a mis colegas mexicanos preocupado­s por América Latina.

“Los difíciles asuntos ligados a la salud, por ejemplo, tendrán que ser enfocados teniendo como referencia a las ciencias sociales, a la ética y a la fi losofía,”

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Humberto Muñoz García UNAM. Seminario de Educación Superior, IIS. Profesor de la FCPS. recillas@ unam. mx

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