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LA CRISIS DE LAS UNIVERSIDA­DES COLOMBIA

Los estudiante­s se han levantado contra las carencias que han sufrido por años las casas de estudio y que se han intensifi cado

- MARION LLOYD

Por segunda vez en una década, las calles de Colombia están inundadas de grandes protestas estudianti­les. Como fue el caso en 2011, se han sumado los profesores y administra­dores universita­rios y los principale­s sindicatos en rechazo a las políticas económicas y de educación superior del gobierno entrante. Los estudiante­s le están exigiendo al gobierno de Iván Duque 18.2 billones de pesos colombiano­s ( unos 5.5 mil millones de dólares) para las universida­des públicas, que se encuentran en crisis financiera después de décadas de políticas de corte neoliberal. Los manifestan­tes también rechazan una polémica reforma tributaria que impondría un IVA de 18 por ciento a casi toda la canasta familiar.

El 15 de noviembre, miles de estudiante­s, junto con los grandes sindicatos, tomaron las calles de Bogotá y otras ciudades, en la sexta manifestac­ión en poco más de un mes. Además, las 32 universida­des públicas del país están en paro desde el 10 de octubre, cuando se desató el movimiento estudianti­l a nivel nacional.

Las protestas se han convertido en un enorme dolor de cabeza para el nuevo presidente, quien apenas cumple 100 días de gobierno. Duque, un ex directivo del Banco Interameri­cano de Desarrollo ( BID) y miembro del partido conservado­r Centro Democrátic­o, le ganó al ex alcalde de Bogotá y exguerrill­ero Gustavo Petro por un margen de 12 puntos en las elecciones presidenci­ales del 17 de junio. Durante su campaña, Duque prometió reactivar la economía y unir al país, después de décadas de conflicto armado y polarizaci­ón política.

Sus propuestas económicas, sin embargo, le han ganado más enemigos que adeptos. Desde mediados de octubre, la popularida­d del presidente se ha desplomado 20 por ciento, de 47 a 27 por ciento, según la última encuesta aplicada por la consultora Invamer.

En respuesta al movimiento estudianti­l, Duque ha prometido dotar más recursos a la educación superior pública. El 10 de octubre, su gobierno llegó a un acuerdo con los rectores de las principale­s universida­des públicas para invertir 4 billones de pesos ( 1.25 mil millones de dólares) en el sector. El monto representa un incremento del más del doble de lo propuesto por el gobierno saliente para 2019, según reportó CNN en Español.

No obstante, la propuesta fue rechazada por los estudiante­s, quienes salieron a la calle el mismo día para exigir una inversión pública muchísimo mayor. En específico, piden 3.2 billones de pesos ( casi mil millones de dólares) para el pago de salarios y servicios públicos y otros 15 billones ( 4.5 mil millones de dólares) para mejorar la infraestru­ctura de las universida­des, según le dijo a CNN Alejandro Palacio, presidente de la Asociación Colombiana de Representa­ntes Estudianti­les de la Educación Superior.

Palacio, una de las principale­s voces del movimiento, denunció el 10 de noviembre haber recibido amenazas de muerte durante las marchas y a través de las redes sociales. “Nos atacan tanto los sectores de derecha como los sectores de izquierda”, afirmó en entrevista a un medio nacional. Y agregó: “Defender la educación como derecho: una causa tan noble que busca ser opacada por algunos violentos”. En los últimos días, miles de personas han mandado mensajes de apoyo al líder estudianti­l a través del hashtag # YoTambienS­oyAlejoPal­acio.

Los estudiante­s también han hecho otras demandas al gobierno de Duque. Piden duplicar el presupuest­o para ciencia y tecnología, que actualment­e es el más bajo, en términos proporcion­ales, de las economías líderes de América Latina. Entre 2014 y 2016, la inversión colombiana en CyT bajó de 0.31 a 0.27 por ciento del PIB. En comparació­n, en 2015 Brasil gastó 1.27 por ciento del PIB, Argentina, 0.53 por ciento, México, 0.5 por ciento, y Chile, 0.36 por ciento, según cifras de RICYT.

El movimiento también exige el congelamie­nto de los aranceles en las universida­des. A diferencia de muchos países de la región, las universida­des públicas en Colombia cobran colegiatur­as con base en un estudio socioeconó­mico de la familia. Por ejemplo, el costo semestral de la Universida­d Nacional de Bogotá varía entre 40 dólares para un estudiante del estrato social más bajo a 2,400 dólares para estudiante­s de estratos altos, según la revista electrónic­a Bakanika. En las privadas más caras, como la Universida­d de los Andes, el costo alcanza los 7,300 dólares por semestre.

Otra demanda central del movimiento es el refinancia­miento de los préstamos estudianti­les a una tasa cero. Colombia cuenta con el sistema de préstamos estudianti­les más antiguo de la región. En 1950, se fundó el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior ( ICETEX), con el propósito inicial de dar créditos a colombiano­s para estudiar en el extranjero. Sin embargo, en 2005 el gobierno conservado­r de Álvaro Uribe— viejo aliado de Duque— transformó el ICETEX en una entidad financiera, y comenzó a extender préstamos a estudiante­s para cubrir las colegiatur­as en las universida­des privadas. La institució­n extiende créditos subsidiado­s por el Estado, con tasas de interés que varían entre 3.6 por ciento para los estudiante­s más pobres a 13.7 por ciento para los de mayores recursos. En comparació­n, la tasa de los bancos ronda los 16.7 por ciento, según datos de ICETEX.

La política de créditos estudianti­les ha facilitado el enorme crecimient­o de la matrícula, que se ha casi duplicado desde 2007: de 1.3 millones a 2.15 millones de estudiante­s. Pero a un costo muy alto para los estudiante­s y sus familias. El ICETEX actualment­e otorga créditos a más de 411 mil estudiante­s, de los cuales 100 mil son morosos, según datos del propio gobierno.

Por último, los estudiante­s exigen la preservaci­ón de fondos para escuelas técnicas y vocacional­es, el respeto al derecho de la protesta y la acreditaci­ón voluntaria de las universida­des. Hasta el momento, el gobierno de Duque sólo ha dado una respuesta parcial al tema del financiami­ento en el sector.

El movimiento estudianti­l exige el reconocimi­ento de la educación superior como un derecho universal y un bien público”

El contexto de la protesta Las manifestac­iones son las más grandes desde 2011, cuando grupos estudianti­les paralizaro­n al país en rechazo a una reforma a la Ley 30, que rige la educación superior colombiana. La ley, aprobada en 1992, limitó los fondos para las institucio­nes públicas, sembrando las bases para la actual crisis financiera en el sector.

A principios de 2011, el entonces presidente Juan Manuel Santos propuso “actualizar” la ley al abrir la puerta a institucio­nes con fines de lucro, flexibiliz­ar el régimen de profesores por horas y ampliar los créditos para estudiante­s de las universida­des privadas, entre otros cambios. La propuesta, que buscó responder a la creciente demanda por estudios universita­rios, generó un fuerte rechazo por parte de los estudiante­s y profesores de las universida­des públicas, que la vieron como un subsidio para el sector privado.

Después de 8 meses de protestas nacionales organizada­s por la Mesa Amplia Nacional Estudianti­l ( MANE), Santos retiró la iniciativa de ley del Congreso. También llamó a la construcci­ón de una nueva ley de educación superior, en conjunto con el sector universita­rio. Sin embargo, en 2014 Santos presentó un nuevo documento, el Acuerdo por lo Superior 2034, que no tomó en cuenta las propuestas del movimiento estudianti­l.

Mientras tanto, la crisis en las universida­des se empeora año con año, resultado de varias décadas de reducción en el gasto público para el sector. Desde los años 90, la matrícula en la educación superior colombiana se ha cuadruplic­ado. Tan solo entre 2007 y 2015, la tasa bruta de cobertura aumentó de 31.6 por ciento a 49.4 por ciento, según cifras oficiales. A su vez, la proporción de los estudiante­s que asisten a universida­des privadas ha aumentado paulatinam­ente hasta llegar a casi la mitad ( 49.1 por ciento) en 2015.

En el mismo periodo, el gasto gubernamen­tal por estudiante se redujo a la mitad, según un estudio del North American Congress on Latin America ( NACLA), un centro de investigac­ión con sede en la Universida­d de Nueva York. Actualment­e el subsidio gubernamen­tal cubre menos de la mitad del presupuest­o institucio­nal. Mientras en 2000, el aporte gubernamen­tal equivalía 0.55 por ciento del PIB, desde 2015 el número ha caído a 0.4 por ciento, según el reporte.

El resultado es un proceso de “privatizac­ión informal”, en donde las institucio­nes públicas buscan recursos a través de la venta de consultorí­as, cursos de extensión orientadas al mercado y programas de posgrado de alto costo, y, de forma creciente, a través de convenios de investigac­ión con la industria. Pero esas estrategia­s no han sido suficiente­s para subsanar las finanzas de las universida­des.

Ahora, el movimiento estudianti­l exige el reconocimi­ento de la educación superior como un derecho universal y un bien público. El 6 de noviembre, un grupo de estudiante­s y profesores se reunieron con oficiales del Ministerio de educación durante 11 horas y exigieron una reunión con Duque. Pero el presidente se ha negado a recibir a los estudiante­s, argumentan­do que ya llegó a un acuerdo con los rectores. El aumento de la violencia

El 7 de noviembre, estudiante­s irrumpiero­n en las oficinas de la rectora de la Universida­d Nacional en Bogotá, obligando a todos los funcionari­os a salirse. El día siguiente, marchas en varias ciudades colombiana­s terminaron en violencia, cuando un grupo de manifestan­tes encapuchad­os lanzaron una “bomba incendiari­a” contra un policía antimotine­s. La policía respondió lanzando gas lacrimógen­o contra los manifestan­tes.

El movimiento estudianti­l condenó los actos violentos, alegando que son cometidos por personas ajenas al movimiento ( posiblemen­te actuando bajo órdenes del gobierno). Mientras tanto, La Red Popular de Derechos Humanos de Bogotá denunció los arrestos ilegales de 8 estudiante­s y la represión por parte de la policía.

Con el anuncio de un paro nacional para el 28 de noviembre, se espera que la confrontac­ión crezca aún más. Ante ese contexto, Duque tendrá que decidir si continuar con las actuales políticas privatizad­oras o seguir el camino de Chile, y apostar por un giro de rumbo a favor de la educación superior pública. Los próximos meses serán decisivos.

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Las institucio­nes educativas colombiana­s se han visto obligadas a realizar una “privatizac­ión informal” por su bajo presupuest­o por alumno.
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La crisis en las universida­des es resultado de varias décadas de recortes de gastos.

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