ARRANCA SEXENIO SIN POLÍTICA PÚBLICA DE EDUCACIÓN SUPERIOR
La colaboración exacta del próximo gobierno con las casas de estudio públicas es aún incierta ya que las propuestas han sido
Carlos Reyes
SConsejo Mexicano de Investigación Educativa ( COMIE), sostiene que una de las cartas de presentación que ha mostrado el nuevo gobierno ha sido la del inminente recorte al gasto de las instituciones de educación superior, lo cual es inaceptable.
Los primeros planteamientos para la educación son el recorte presupuestal, es aterrador, lo que significaría quitarle a la educación superior pública 32 por ciento o más, hasta 35 por ciento, lo cual me parece verdaderamente una aberración en el contexto en el que estamos”, considera.
Aunado a esto, dice, no se han presentado metas claras y específicas en materia de cobertura y otros indicadores, lo cual deja en entredicho el objetivo que persigue la próxima administración.
“Detrás de la propuesta de estas 100 universidades, evidentemente está el de la cobertura, de la gratuidad y el acceso a la educación superior, pero no conocemos el dato, pero no sabemos qué es lo que se está planteando el gobierno”, explica.
En contra sentido, comenta la también Investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana ( UAM), Unidad Xochimilco, existe un discurso que apunta a la masificación de la educación superior sin criterios académicamente aceptables.
“Lo que sí tenemos es un discurso de decir ‘ que todos entre, que la cobertura sea total’, pero eso es un discurso de campaña que ahora no hemos visto en concreto con cifras, que nos digan cuál es la aspiración del nuevo gobierno para la cobertura”, puntualiza.
En ese sentido, Imanol Ordorika Sacristán, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México ( UNAM), advierte que la actitud del presidente electo frente a las universidades ha estado marcada por declaraciones muy contradictorias.
“Primero se reunió con los rectores de ANUIES y se comprometió públicamente, como presidente electo, a dar el presupuesto de 2018 más la inflación, y ahora estamos hablando de 35 por ciento de recorte, entonces, hay un abismo de diferencia”, plantea.
Sostiene que en el equipo de López Obrador hay dos tendencias que coinciden de manera muy fuerte, “y son muy peligrosas, de desacreditar a las universidades públicas del país”, y de las que, en algún modo, el propio López Obrador es parte.
“Una tendencia es la de Alfonso Romo, que se propone dos cosas, autonomía, que es ninguna regulación, y segundo, financiamiento público para las privadas, cómo logramos canalizar recursos públicos a las privadas, vía las becas de 3 mil pesos”, comenta.
Un camino que, a decir de Ordorika Sacristán, le permite al nuevo gobierno una vía rápida de atención a cientos de miles de jóvenes en la educación superior con criterios muy débiles.
La otra vertiente, comenta, la encabeza discursivamente Raquel Sosa, pero también López Obrador, en el sentido de que las universidades públicas gastan mucho.
“Entonces hay una percepción de que son espacios ineficientes, metidos en la corrupción, privilegiados, en ese esquema, la idea de las 100 universidades pega bien porque también garantiza una cobertura relativamente rápida, de muy pocos estudiantes”, comenta.
Además, la Cámara de Diputados, añade, le podría endosar un gasto innecesario a las universidades públicas cuando incluya la gratuidad de este nivel educativo dentro del artículo tercero constitucional.
“Todavía no se dan cuenta que la gratuidad cuesta mucho dinero, en la UNAM poco porque 20 centavos por estudiante no es una gran aportación, pero en universidades como Nuevo León