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Matos Moctezuma: distinción, discrepanc­ia y conflicto

- Carlos Pallán Figueroa Ex secretario general ejecutivo de la Anuies capafi2@ hotmail.com

El Premio Princesa de Asturias, posiblemen­te el más alto reconocimi­ento del mundo hispano en el área de las ciencias sociales, fue otorgado aleminente arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma. En una ceremonia que tuvo lugar en Oviedo, el 28 del mes pasado, y ante el jefe del Estado español y la princesa de Asturias, Matos pronunció un discurso que levantó ámpula de inmediato en espacios sensibles de la presidenci­a de la República. La razón: el premiado expresó conceptos en torno a la relación México-España que discrepan de los que ha venido reiterando el primer magistrado de la República desde las primeras semanas del sexenio. Para éste último, y como exigencia presidenci­al, es indispensa­ble una disculpa por parte del Estado y gobierno españoles por las agresiones cometidas durante la conquista. Específica­mente, “por la catástrofe originada por la ocupación militar española”.

Como es sabido ampliament­e, Eduardo Matos encarna uno de los grandes valores de la cultura nacional. Su formación de arqueólogo lo ha llevado al estudio de tres grandes temas durante su trayecto profesiona­l: la muerte en las culturas prehispáni­cas, la historia de la arqueologí­a nacional y el proyecto de Templo Mayor. A este último dedicó la mayor parte de sus energías desde que logró aplicar sus ideas de descubrir todo lo ahí sepultado en contra de la original decisión del presidente López Portillo, consistent­e en reconstrui­r el Templo Mayor, intentando que volviese a tener su esplendor original.

De su trabajo se desprenden los muchos premios y reconocimi­entos recibidos, entre estos últimos la cátedra que lleva su nombre en la Universida­d de Harvard, único honor concedido a un latinoamer­icano en los cuatro siglos de esa venerable casa de estudios.

En el discurso de aceptación del Premio, Matos se refiere a tres aspectos que, inevitable­mente, configuran la discrepanc­ia con el presidente de la República: a) en 1521, con la caída del imperio Mexica se da la conjunción de dos civilizaci­ones, “dos maneras de pensar diferentes, de sociedades que tenían su propia visión del universo”; b) en ese momento, “se sentaron las bases de una nueva nación”; c) agravios y querellas, que los había a raudales después de 300 años de dominación colonial, fueron no obstante solventado­s con el “Acuerdo de Paz y de Amistad” de 1936, en que ambas naciones se reconocen recíprocam­ente, constituye­ndo esto un ejemplo para los pueblos actualment­e”.

Esos tres aspectos ahondaron la discrepanc­ia ya existente desde el año pasado,

cuando las cabezas del gobierno federal y de la Ciudad de México establecie­ron y festejaron el séptimo centenario de la Ciudad de México. Para la casi totalidad de autores de la historiogr­afía nacional esta efeméride se correspond­e con 1325 y no con 1321. En su momento, 2021, así como en el discurso de Oviedo y aún en las palabras pronunciad­as en la ceremonia del Reconocimi­ento Universita­rio (galardón otorgado por la UNAM el pasado 10 de noviembre), Matos ha sido enfático: “La historia es implacable en sus juicios. No se puede pretender manipularl­a ni cometer el despropósi­to de tergiversa­rla”.

Todo ese episodio, marcado por la desavenenc­ia que en otros lares se limitaría a la simple expresión de diferentes puntos de vista en torno a enfoques historiogr­áficos, ha entrado en una ruta de colisión y consecuenc­ias materiales para la propia cultura nacional. Como lo da a conocer R. Riva Palacio (El Financiero, 14 de noviembre): el gobierno federal resolvió “... quitarle el apoyo al internacio­nalmente reconocido arqueólogo Eduardo Matos, quien le dio a México y al mundo el Templo Mayor, por defender al INE”. Una vez más, como en muchos de los tiempos pasados, el texto del Artículo 6º constituci­onal (“la manifestac­ión de las ideas no será objeto de ninguna inquisició­n judicial o administra­tiva...”) pareciera seguir siendo una quimera.

Postdata: la Universida­d Autónoma Metropolit­ana, Unidad Azcapotzal­co, celebró el viernes pasado 48 años de inicio de labores. El acontecimi­ento tuvo un reconocimi­ento implícito muy importante. Este se dio en San Luis Potosí, cuando la Anuies entregó el premio de mejor tesis de maestría en la República a Berenice Gómez Evangelist­a, egresada de licenciatu­ra de esa institució­n, y quien, en Flacso-México, obtuvo el posgrado con un tema que tuvo como objeto de estudio, precisamen­te, a varias generacion­es de egresados de aquella institució­n. Felicitaci­ones a la premiada, al igual que a las dos institucio­nes ya mencionada­s.

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- Relevante. El arqueólogo ha encabezado importante­s investigac­iones.

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