Milenio - Campus

Cepal: educación, pobreza y covid/ I

- Carlos Pallán Figueroa Ex secretario general ejecutivo de la Anuies capafi2@ hotmail.com

El pasado 24 de noviembre, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe presentó el Panorama Social de América Latina, su informe anual, con un subtítulo: “La transforma­ción de la educación como base para el desarrollo sostenible”. Como organismo especializ­ado, integrante de la ONU, y al igual que la Unesco o la Unicef, la Cepal está interesada y comprometi­da con los llamados Objetivos del Milenio, aquellos adoptados por los miembros de la ONU para reducir la pobreza y sus efectos negativos, entre ellos los relacionad­os con la situación educativa en el mundo. De ahí que la dedicatori­a de la Cepal en esa temática resulte ahora (tras los tres años de pandemia) sumamente pertinente.

La idea central del Informe es la siguiente: el deterioro en los niveles de bienestar de la población en América Latina, el estancamie­nto en logros educativos y el alza en los índices de pobreza, observados desde 2015, se han incrementa­do con la pandemia del covid-19. Esta última, que está por entrar en su cuarto año, aunada a los factores anteriores, ha generado ya lo que el documento califica como una crisis social. Esta última, tal como se está viviendo en el mundo y en la región puede identifica­rse por varios aspectos, entre ellos: a) la guerra en Ucrania; b) la baja en el crecimient­o económico; c) la lenta recuperaci­ón en el empleo (particular­mente en empleos de calidad); d) la inflación, sobre todo en los precios de alimentos y energía; e) una caída importante en la inversión, la pública y la privada. De acuerdo con todo ello, el Panorama Social se dedica en sus 275 páginas (con sus decenas de cuadros, gráficas y anexos) a documentar detalladam­ente todas esas variables, llegando en varias de las situacione­s descritas hasta el nivel de los países de la región.

Esa crisis social tiene su particular reflejo en la esfera educativa. De ahí que en la reciente Cumbre sobre la Transforma­ción de la Educación, celebrada dos meses atrás en Nueva York, en el marco de la Asamblea General de la ONU, el propio secretario general de esa entidad, Antonio Guterres, haya expresado que “la crisis educativa hace necesario repensar el propósito y los contenidos de la educación en el siglo XXI”. En particular para América Latina, en dicha Conferenci­a se propusiero­n cuatro áreas clave en las cuales sería indispensa­ble trabajar: a) contar con escuelas inclusivas, equitativa­s, seguras y saludables; b) desarrolla­r, dentro del ámbito del aprendizaj­e, las competenci­as indispensa­bles “para la vida, el trabajo y el desarrollo sustentabl­e”; c) invertir y mejorar todo lo relacionad­o con los docentes, la enseñanza y su profesiona­lización; d) cualquier transforma­ción en el ámbito educativo actual presupone, y debe centrarse, en lo que concierne al aprendizaj­e y la transforma­ción digital.

Cada una de esas áreas clave hace referencia a diferentes acciones o programas que responderí­an a la pregunta elemental de “cómo hacerlo”. Dichas áreas adoptan en el documento una nueva nomenclatu­ra: “vías de acción”, jugando el mismo papel. Así, por ejemplo, se alude o incluyen las siguientes vías: a) ampliar la cobertura escolar para la primera infancia, acelerar los avances en la universali­zación de la enseñanza secundaria, articular la educación con otros sectores de política pública para reducir las brechas de inclusión; b) retomar los procesos de evaluación relacionad­os con la desaparici­ón de institucio­nes y con la operación de la educación a distancia, aprovechar las lecciones de innovación derivadas de la pandemia, potenciar el desarrollo de las competenci­as cognitivas y socioemoci­onales; c) incorporar las estrategia­s exitosas para renovar las formas de enseñar así como para alcanzar mayores coberturas, revaloriza­r y profesiona­lizar a los docentes; d) aprovechar las tecnología­s digitales para la recuperaci­ón de aprendizaj­es y la calidad de los mismos, fortalecer la gestión educativa y las instancias de inclusión, contar con un sistema de informació­n para integrar a las comunidade­s educativas frente a cualquier crisis; e) mejorar el financiami­ento de la educación para que sea posible la inclusión laboral dentro de un trabajo docente dirigido a un mundo en transforma­ción.

El Informe de la Cepal tiene una amplia y detallada referencia a la educación en la región así como en los diferentes países que la integran. Todo ello con una relación constante con las diferentes variables que le dan dimensión al tema de pobreza, antes de la pandemia y en los tres años siguientes. Esto se abordará la próxima semana.

CRISIS. ES NECESARIO REPENSAR LOS CONTENIDOS EDUCATIVOS, DIJO EL TITULAR DE LA ONU.

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