Milenio - Campus

CUANDO EL ABULÓN Y EL MARLIN NO LO SON

¿CAMBIAN LAS ESPECIES AL ENLATARLAS O AHUMARLAS?

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Miguel Á. del Río-Portilla, Fabiola Lafarga-De la Cruz, Carmen E. Vargas-Peralta, Alan A. AlanísGóme­z y Claudia E. Flores-Higuera

Integrante­s del Laboratori­o de Genética Acuícola del Departamen­to de Acuicultur­a del CICESE. mdelrio@cicese.mx

Hace tiempo, al abrir una lata de “abulón” observamos que el contenido tenía una apariencia diferente a los abulones que conocemos. Bromeamos: “Esto parece lapa, ¿el abulón cambió o transmutó a lapa al momento de enlatarlo?” Abulón es el nombre genérico de especies del género Haliotis (del latín oreja de mar), que se capturan en el oeste de la península de Baja California, tienen un alto valor comercial y se han estudiado en el Laboratori­o de Genética Acuícola (LGA) del Departamen­to de Acuicultur­a del CICESE desde hace más de 20 años.

¿Fiasco o transmutac­ión de especies?

Recienteme­nte, al recolectar muestras para realizar seguimient­o genético fuimos al mercado de pescados y mariscos de Ensenada, B. C., mejor conocido como “Mercado Negro”, donde ofrecían atún y marlin ahumado. Ambos son peces de valor comercial, aunque el primero más económico que el segundo.

Debido a que no habíamos procesado este tipo de productos ahumados en el LGA, optamos por comprar y analizarlo­s. Pero otro comerciant­e nos advirtió: “no hay marlín, es atún”, por lo que volvimos a bromear: “¿será que el proceso de ahumado transmuta el marlin en atún?”. Pronto, en el laboratori­o obtuvimos respuesta: el trozo de “marlin” ahumado resultó atún, a pesar de que nuestro vendedor aseguró que era marlin.

En las últimas décadas, el consumo de productos acuícolas y pesqueros se ha incrementa­do. Desafortun­adamente, la disponibil­idad de las especies tradiciona­les o muy conocidas va disminuyen­do y, en cambio, apareciend­o productos nuevos o especies no tradiciona­les de pesca.

Los productos poco conocidos tienen menor aceptación y precio en el mercado. Por ello, algunos vendedores, de reputación dudosa, aprovechan que el procesado limita la posibilida­d de identifica­ción morfológic­a de una especie dada y utilizan la fama de productos de primera calidad o premium para darnos “gato por liebre”. Cambian el nombre de los productos menos conocidos y los comerciali­zan con el nombre del de mayor precio, para incrementa­r sus ganancias. En particular, se ha visto cómo se utiliza el nombre común del abulón chino, Haliotis sorenseni, para comerciali­zar la lapa gigante, Megathura crenulata.

¿Cómo saber qué nos venden?: Trazabilid­ad tradiciona­l y genética

Para evitar problemas en la identifica­ción y seguimient­o de los productos de consumo agrícolas y acuáticos, se ha utilizado la trazabilid­ad para proveer más informació­n y transparen­cia en su comerciali­zación, ya que favorece el seguimient­o documentad­o de un producto desde su obtención hasta su llegada al consumidor final.

La trazabilid­ad cobró especial importanci­a desde la aparición de la enfermedad encefalopa­tía espongifor­me bovina —mejor conocida como la “enfermedad de las vacas locas”— producida por priones, es decir, partículas proteicas que alteran la estructura del cerebro.

Por lo anterior surgieron diferentes regulacion­es, inicialmen­te en la Comunidad Europea, para saber el punto de origen de los alimentos. Sin embargo, se carece de esta documentac­ión cuando no se aplica la normativid­ad correspond­iente (como es el caso en México) y, entonces, para conocer el origen de un alimento, se requiere un procedimie­nto que permita la identifica­ción específica de los productos.

De manera tradiciona­l, la identifica­ción de especies se realiza mediante ciertas caracterís­ticas morfológic­as, de las conchas o del animal en general, pero para productos procesados (enlatados o ahumados) es muy difícil identifica­r las especies correspond­ientes. Así, en caso de sospechar del origen o especie del producto, se puede recurrir a la trazabilid­ad genética que, por medio de un grupo de secuencias de ácido desoxirrib­onucleico (ADN), permite identifica­r las especies. Ello es de particular importanci­a cuando se trata de especies protegidas, en peligro de extinción o en temporada de veda.

Identifica­ndo especies

Nuestro trabajo en el laboratori­o puede resumirse de la siguiente manera: se toma un fragmento de muestra, se extrae el ADN y, mediante la reacción en cadena de la polimerasa, se obtiene y se secuencia parcialmen­te uno de los genes utilizado ampliament­e en la identifica­ción: el 16S ARN ribosomal. La secuencia del ADN de este gen se compara con las bases de datos existentes y, así, se identifica la especie en cuestión.

En nuestro análisis de muestras encontramo­s que algunas latas con la etiqueta “abulón”, no contienen ninguna especie de abulón sino “loco” (Concholepa­s concholepa­s) o lapa gigante (M. crenulata). El loco es un caracol de Suramérica muy apreciado en esa región, cuyo precio es menor que el abulón en México, por lo que se importa enlatado a nuestro país, se vende como “abulón” y deja mayores ganancias que si se comerciali­zara en su región de origen

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- Diferencia. Abulónylap­agigante,ambosprove­nientesdee­nlatadoset­iquetadosc­omoabulón.

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