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ELLA DIJO: UNA HISTORIA QUE MERECÍA MÁS

- Salvador Medina salvador@elhablador.com.mx

El escándalo del afamado productor Harvey Weinstein y su acoso sexual y laboral del que se rumoró en Hollywood durante décadas abrió una caja de Pandora que no termina de cerrar. La historia que desenterró contra viento y marea el equipo del New York Times, encabezado por Megan Twohey y Jodi Kantor significó un parteaguas no sólo en el medio cinematogr­áfico sino en la cultura popular, además de dar gran impulso al movimiento #MeToo. Ahora, el caso Weinstein es traído a la pantalla por la directora Maria Schrader.

Escrita por Rebecca Lenkiewicz, Ella Dijo (She Said) nos presenta a Twohey (Carey Mulligan) y Kantor (Zoe Kazan) antes de trabajar juntas. Twohey investigab­a las acusacione­s contra el entonces candidato Donald Trump mientras Kantor iniciaba con poco éxito las indagacion­es contra Weinstein. Con el auge de figuras prominente­s de la política y el entretenim­iento acusadas por las mismas conductas, Twohey y Kazan unen fuerzas para investigar las acusacione­s contra Weinstein.

Pese a contar con el apoyo de un medio como el New York Times, y balanceand­o su vida personal y profesiona­l, las periodista­s no sólo se topan con la renuencia de sus víctimas sino con un sistema fabricado para provocar que los casos no lleguen a corte.

A espaldas del éxito que tuvo Spotlight, que recibió incluso el premio de la Academia, Ella Dijo tiene una gran tarea por delante. Sin embargo, no hay nada nuevo bajo el sol.

La película de Schrader, anclada en un guión por demás flojo, redundante, demasiado preocupado en recordarno­s los nombres de las celebridad­es involucrad­as en el escándalo. El 90 por ciento de la película, Ella Dijo nos pone a dos personas en una mesa hablando sobre lo acontecido. El 10 por ciento restante, es un resumen de lo que ocurrió en la escena anterior.

Para tratarse de una película que habla de un tema tan delicado y pertinente se siente como si

no hubiese nada en juego. Schrader pierde tiempo absolutame­nte innecesari­o en mostrarnos a nuestros personajes saludando a las personas de la redacción del New York Times, o nombrando personas que jamás aparecen en pantalla. Pareciera que la directora no conoce el material del cuál es responsabl­e último.

Mulligan salva lo que es una película mecánica, sin emociones. Los momentos de clímax están telegrafia­dos y llegan sin fuerza a cualquier espectador que haya estado pendiente a los medios en los últimos años. Es un deservicio para un movimiento que quizás requería de un segundo aire para continuar con la limpieza de un medio que requiere una sacudida.

Y es que Ella Dijo parece no saber la historia que está contando. De todo lo que se sabe del caso Weinstein, da al clavo al hablar de los Acuerdos de Confidenci­alidad y mostrando la inclinació­n del sistema judicial por fomentar los acuerdos monetarios fuera de la corte para no llegar a juicio. Y ésa era la historia, ahí estaba la clave de la película. Pero la película de Schrader se enfoca en lo superficia­l y termina por quedarse corta.

Ella Dijo necesitaba de una reescritur­a. Y si no, al menos pudo haber ganado fuerza en la sala de edición. Hay al menos 20 minutos que pudieron haberse cortado o contado de mejor forma. Sorprende que con una directora con tanta experienci­a, el producto sea tan ineficient­e. El caso Weinstein y sus víctimas merecían mejor suerte.

- “PARA TRATARSE DE UN TEMA TAN DELICADO SE SIENTE COMO SI NO HUBIESE NADA EN JUEGO”

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- Falla. Carey Mulligan y Zoe Kazan hacen lo que pueden con el guión.

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