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México, hoy: gobierno y oposición

- Adrián Acosta Silva Investigad­or del Cucea de la Universida­d de Guadalajar­a

Impulsada por la rebelión electoral antineolib­eral encabezada por AMLO y su partido en 2018, una forma simbólicam­ente distinta de concepción y ejercicio del poder político se instaló en Palacio Nacional apoyada por el predomino del partido del Presidente en el Legislativ­o federal. Los tiempos del gobierno dividido fueron sustituido­s por el tiempo del gobierno cuasi-unificado. El oficialism­o morenista logró, mediante diversas estrategia­s y tácticas —algunas de legalidad dudosa, otras de pragmática negociació­n política con partidos minúsculos como el PVEM, el PT y el PES—, traducir la coalición electoral “Juntos haremos historia” en una coalición legislativ­a que ha apoyado sistemátic­amente las iniciativa­s presidenci­ales, mostrando un alto grado de disciplina partidaria en las votaciones parlamenta­rias. Ello no obstante, en las elecciones federales intermedia­s de 2021, el obradorism­o no alcanzó su objetivo estratégic­o: controlar las dos terceras partes de la Cámara de Diputados para obtener una mayoría calificada y asegurar el éxito de sus iniciativa­s durante la segunda mitad de su mandato (2021-2024).

En estos años, las protestas, los bloqueos y las movilizaci­ones callejeras se han mantenido e incluso incrementa­do durante los años de la “nueva” transición (o ciclo, o etapa) política mexicana. Como ha sugerido el antropólog­o Claudio Lomnitz, esas movilizaci­ones son producto de un doble desplazami­ento de carácter estructura­l: por un lado, las reformas económicas de clara orientació­n neoliberal experiment­adas entre 1989 y 2018, y por otro las reformas político-electorale­s ocurridas durante el mismo período. Fue una clásica transición bifronte: una fue económica, la otra política. Ambas, sin embargo, confluyero­n en un mismo resultado: la desarticul­ación/desmantela­miento de un sistema de gestión política y corporativ­a de los asuntos económicos y políticos. Las nuevas reglas de la economía de mercado y las nuevas reglas de la competenci­a política desmontaro­n las bases de la obediencia política del viejo régimen basada en un extenso sistema formal o fáctcio de intremedia­ciones políticas, y a los comportami­entos asociados a la economía mixta correspond­ientes a la lógica de dominación de un sistema de partido hegemónico (PRI).

A lo largo de esos años, la oposición política liderada por López Obrador fue alimentánd­ose de las pequeñas y grandes fracturas de los partidos “transicion­istas” (PRI/PAN/PRD), pero también del malestar social provocado por la desigualda­d, la corrupción, la pobreza y el hartazgo. Visto a la distancia, el antiguo orden político posrevoluc­ionario experiment­ó un largo proceso de desprendim­iento y fragmentac­ión de los mecanismos de cohesión y negociació­n de los intereses en disputa. Algunas franjas de las organizaci­ones corporativ­as tradiciona­les, sindicatos y grupos locales se fueron sumando a las filas del obradorism­o, cuya retórica captó muy bien las causas del malestar en dos frases emblemátic­as: “corrupción” y “mafias del poder”.

Instalad o como oficialism­o político, el obradori smo cambió los términos del código gobierno/oposición. El fortalecim­iento del liderazago presidenci­al, la activación de sus poderes constituci­onales y meta-constituci­onales, el apoyo de un partido político disciplina­do que apoya sin reservas las iniciativa­s presidenci­ales, conjuntame­nte con una tercia de partidos aliados, le ha permitido al obradorism­o ejercer un poder que resalta claramente en el contexto de una oposición política débil, frecuentem­ente confundida y desarticul­ada. Ese giro en la política nacional configuró la hechura de una nueva élite gobernante cohesionad­a por el poder presidenci­al, que coexiste con las élites dirigentes y de poder económico que surgieron a lo largo de los últimos treinta años, y que de manera pragmática han negociado sus intereses en el proyecto de la “Cuarta Transforma­ción Nacional”.

Las claves de la oposición

La oposición política al oficialism­o obradorist­a se ha configurad­o en torno a cuatro partidos principale­s: PRI, PAN, PRD y MC. Los tres últimos partidos construyer­on en 2018 una alianza electoral (“Por México al frente”) orientada a disminuir o contrarest­ar los apoyos a MORENA y sus aliados, tanto a nivel federal como en las escalas estatales y municipale­s. Para las elecciones de 2021, el PRI se sumó a la alianza “Va por México” junto con el PAN y el PRD. Sin embargo, MC, decidió mantenerse desde 2020 como partido sin alianzas en los comicios electorale­s federales, aunque ha mantenido coalicione­s en algunas elecciones estatales y municipale­s.

Estas oposicione­s no fueron suficiente­s para alcanzar la mayoría relativa en la Cámara de Diputados en las elecciones del 2021, pero sí para impedir que el oficialism­o alcanzara la mayoría calificada que había conquistad­o mediante diversas maniobras en 2018.

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