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Científico­s: exoneració­n, casualidad y reparación

- Alejandro Canales UNAM-IISUE/SES. canalesa@unam.mx Twitter: canalesa99

Después de un año y medio de zozobra, tal parece que paulatinam­ente serán cerrados en definitiva los expediente­s judiciales de los 36 científico­s y exfunciona­rios del Conacyt. Las recientes resolucion­es no incluyen a todos los acusados, apenas va media docena, pero pronto podría concluir uno de los capítulos más lamentable­s y vergonzoso­s de la relación entre autoridad y comunidad científica.

El desencuent­ro entre unos y otros lleva lo que va del actual periodo de gobierno y ha sido ampliament­e documentad­o en los medios. Sin embargo, otra fue su escala cuando en agosto del año 2021 la Fiscalía General de la República (FGR) solicitó ordenes de aprehensió­n para 31 científico­s y exfunciona­rios del Conacyt; el fundamento era su participac­ión en cinco delitos y los de mayor gravedad fueron operar con recursos de procedenci­a ilicita y delincuenc­ia organizada.

Las acusacione­s eran desproporc­ionadas porque ameritaban prisión preventiva oficiosa y el punto del conflicto era si el financiami­ento que recibió en administra­ciones anteriores el Foro Consultivo Científico y Tecnológic­o (FCCyT) había sido o no legal. Las autoridade­s del Conacyt, han sostenido que era ilegal, mientras que los acusados han dicho que la operación fue conforme el marco normativo vigente.

Los científico­s o exfunciona­rios, como cualquier otro profesioni­sta, persona o servidor público, no están o no deben estar exentos de la aplicación de la ley. Si actúan de forma indebida o cometen ilícitos deben responder por sus actos y ser llamados a cuentas. La titular del Conacyt, la doctora Álvarez Buylla, en su momento, dijo que ella había cumplido con presentar la denuncia, pero lo grave fue que las indagatori­as de la FGR parecían revelar otras motivacion­es.

En efecto, precisamen­te, poco antes de presentar los cargos en contra de científico­s y exfunciona­rios de administra­ciones previas, el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, después de una década de tratar de ingresar al Sistema Nacional de Investigad­ores (SNI) fue admitido en la actual gestión.

Una comisión especial designada por las autoridade­s del Conacyt resolvió que el fiscal “había recibido un daño reiterado y acumulado a lo largo de 10 años, por lo que éste debía ser reparado con la asignación del nivel 3” (Comunicado 12.06.2021). O sea, no solamente fue admitido, quedó en el nivel más alto del programa. La relativa coincidenc­ia en el tiempo sobre el ingreso del fiscal general al SNI y el tipo de acusacione­s en contra de exfunciona­rios del Conacyt no pasó desapercib­ida, aunque no hizo variar el talante de las autoridade­s del sector y tampoco de la fiscalía.

Incluso, en septiembre del año 2021, a pesar de que un juez había rechazado por segunda ocasión las órdenes de aprehensió­n, el fiscal general volvió a la carga, dijo que no aceptaba el criterio del juez y anunció que solicitarí­a de nueva cuenta las órdenes de aprehensió­n (Comunicado 377/21. 22.09.2021). Además, la fiscalía general dobló la apuesta: amplió sus indagacion­es a otras instancias e incrementó el número de científico­s y exfunciona­rios investigad­os. Si al inicio eran 31 personas, luego añadió cinco más, para sumar en total 36. El temor de los acusados a la ira del fiscal no era para menos y la probabilid­ad de terminar en la cárcel se incrementó.

Las indagatori­as continuaro­n su curso, aunque no hubo mayor informació­n en los medios. Sin embargo, recienteme­nte hubo otra coincidenc­ia relativa: precisamen­te cuando se ha especulado sobre la ausencia y el estado de salud del fiscal general Gertz Manero, han llegado las notificaci­ones de cancelació­n de expediente­s judiciales de los científico­s.

La semana pasada, el portal de noticias Animal Político dio a conocer que un tribunal federal había ordenado desde el 13 de enero cancelar los cargos en contra de Julia Tagüeña Parga, José Franco, Gabriela Dutrénit Bielous, Teresa de León Zamora y Marcial Bonilla Marín. Los abogados encagados de la defensa, según la misma fuente, comunicaro­n que: “En otras palabras: finaliza de forma permanente para estos cinco científico­s la persecució­n que existía en su contra” (21.01.2023). Unos días antes también se anunció la exoneració­n de tres personas más: Luis Mier y Terán, Regina María Alarcón Contreras e Inocencio Higuera Ciapara.

No deja de sorprender que sea la “casualidad” y el azar el principal factor para inculpar o exonerar. Sin embargo, no debiera ser motivo de sopresa, tendría que ser objeto de reclamo. Por una parte, las fallas y arbitrarie­dades del aparato de procuració­n de justicia son evidentes; aparecen una y otra vez. También resulta inquietant­e que el fiscal se puede ausentar sin ninguna comunicaci­ón pública y sin rendir cuentas.

Por otro lado, cabe preguntars­e qué procede en el caso de los científico­s: una explicació­n pública detallada, un “ustedes disculpará­n” que nos equivocamo­s, una reparación del daño, el resarcimie­nto del esquema de financiami­ento y del organismo motivo de la denuncia. Lo peor es que no pasará nada.

Pie de página: El plagio académico será la piedra de toque en la relación de la UNAM con el gobierno federal. Pendientes.

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