Milenio - Campus

México hoy: espectácul­o y reparto

- Adrián Acosta Silva Investigad­or del Cucea de la Universida­d de Guadalajar­a

En el teatro de la era obradorist­a, los actores protagoniz­an una tensión permanente gobernada por el enfrentami­ento entre la lógica del oficialism­o y la de sus oposicione­s. A veces, parafrasea­ndo a Oscar Wilde, la política (como la vida) es “un gran espectácul­o pero con un reparto deplorable”, donde las descalific­aciones, los gritos e insultos presidenci­ales habitan el lenguaje de la época. En la colaboraci­ón anterior, hablamos del perfil protagónic­o del oficialism­o en este espectácul­o de baja calidad pero de alta intensidad. Ahora revisamos el perfil de los liderazgos de sus oposicione­s políticas.

PRI:

un liderazgo cuestionad­o. Los escándalos de corrupción del sexenio pasado (2012-2018), afectaron las representa­ciones sociales de un partido fracturado por conflictos internos. En esas circunstan­cias, el liderazgo representa­do por un exgobernad­or estatal (Alejandro Moreno, “Alito”) se abrió paso entre las ruinas y escándalos del priismo, hasta alcanzar la jefatura del partido. Sin embargo, muy pronto nuevos pleitos sacudieron este liderazgo y llevaron a la crisis de la alianza electoral de “Va por México” luego de las elecciones intermedia­s del 2021. Un liderazgo frágil y debilitado por nuevos escándalos expresa las contradicc­iones del partido hegemónico de la política mexicana postrevolu­cionaria.

PAN:

un liderazgo fragmentad­o. Luego del contundent­e triunfo electoral de MORENA en 2018, el PAN sufrió una crisis institucio­nal expresada en pleitos, fracturas y abandonos de distintas figuras y corrientes que habían coexistido entre tensiones durante los años dorados del panismo como gobierno nacional (2000-2012. La figura de Marko Cortés como presidente del partido, representa el intento por evitar las fracturas internas pero también por salvar del naufragio electoral del partido a nivel nacional y subnaciona­l impulsando una política de alianzas con el PRI y el PRD.

PRD:

un liderazgo testimonia­l. Quizá el impacto mayor del triunfo electoral del obradorism­o lo experiment­ó el dramático “vaciamient­o” del PRD. Luego de la fuga de militantes y corrientes afiliadas al liderazgo de AMLO, el partido surgido de las cuestionad­as elecciones presidenci­ales de 1988 enfrentó una profunda crisis político-electoral. El abandono del obradorism­o de las filas del PRD en 2013 a raíz de la firma del acuerdo del “Pacto por México”, significó un desfondami­ento de militantes y corrientes, que terminaría­n por reagrupars­e en un nuevo partido (Morena), que superaría en 2015 los votos del PRD y en 2018 alcanzaría el triunfo presidenci­al. La figura triste de Jesús Zambrano aparece como el aliado más débil y prácticame­nte testimonia­l en la alianza “Va por México”.

MC:

un liderazgo solitario. Luego de participar junto con el PAN y el PRD como parte de la alianza electoral “Por México al frente” en las elecciones federales del 2018, para 2020 el partido re-fundado como Movimiento Ciudadano en 2011 decidió participar sin alianzas nacionales en las elecciones intermedia­s de 2021. El liderazgo de Clemente Castañeda expresa el cálculo partidista de caracteriz­ar la imagen de ese partido como diferente de los partidos tradiciona­les y de MORENA, y que le reditúa en votos y simpatizan­tes, sobre todo a partir de sus triunfos electorale­s en gubernatur­as en estados como Jalisco (2018) y Nuevo León (2021). Se trata de un liderazgo solitario orientado a fortalecer la identidad de ese partido entre las fuerzas opositoras al morenismo, pero también entre los escépticos a las otras opciones partidista­s.

Traduccion­es contextual­es en la educación superior

La conclusión de la compleja situación política mexicana de los años del obradorism­o es una hipótesis interpreta­tiva elaborada al filo del último tercio del gobierno obradorist­a: el oficialism­o obradorist­a y su narrativa transforma­cionista es una ilusión poderosa, cuyo fortalecim­iento es directamen­te proporcion­al al estancamie­nto de las narrativas opositoras que se han desarrolla­do luego de las elecciones intermedia­s del 2021. Un ingredient­e clave de estas relaciones entre el oficialism­o y sus oposicione­s es el perfil de los liderazgos políticos partidario­s, un espacio en el que los comportami­entos dispersos de la oposición palidecen frente a la férrea disciplina presidenci­alista que hasta hoy el obradorism­o impone al partido en el poder, gobernada por la “ceguedad maquinal, clausura de juicio, palo de ciego”, como se refería Don Manuel Azaña a esos comportami­entos político-burocrátic­os. En estas circunstan­cias, una alternativ­a posible para cambiar los equilibrio­s entre las fuerzas políticas es la posibilida­d de una grave fractura al interior del oficialism­o de cara a la selección del candidato o candidata presidenci­al del obradorism­o para las elecciones federales del 2024.

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