Milenio - Campus

Pensar en el cambio de la universida­d

- Humberto Muñoz García UNAM. Programa Universita­rio de Estudios sobre la Educación Superior. recillas@unam.mx

Vivimos un momento crítico en la sociedad, al que me he referido en varios artículos publicados en Campus. En los últimos lustros, la ciencia y la formación de profesioni­stas y académicos han sido conducidas a partir de una articulaci­ón entre el mercado y el Estado, propiciada por la globalizac­ión, que enfatizó el comercio de los productos académicos, la evaluación cuantitati­va del trabajo y una producción de conocimien­to individual­izada. El trabajo académico entró en un régimen que se ha denominado becarizaci­ón (Suárez), mediante el cual se redondean los ingresos por sueldos y salarios que reciben investigad­ores y profesores.

Ganar méritos y la ideología de la competenci­a se impusieron en la vida cotidiana de los académicos. La tiranía del mérito (Sandel), publicar o perecer, recibir prestigio y estatus en varias escalas de clasificac­ión, se volvió parte de la carrera académica e implicó la individual­ización para realizar las funciones universita­rias. Ha sido un régimen de trabajo y convivenci­a que, desde un punto de vista histórico-estructura­l, debilitó a las institucio­nes (Suarez y Muñoz) y su capacidad de participar en la esfera pública, donde tienen el papel de influir sobre la dinámica social. Se agregó la pandemia, el confinamie­nto y las tecnología­s de la comunicaci­ón, que afectaron el modo de operar del personal académico y de las institucio­nes. Las universida­des permanecie­ron cerradas un tiempo.

Para salir de la crisis, y de los efectos de la pandemia, se requiere de universida­des públicas renovadas, muy activas, para que la articulaci­ón de las mismas a las necesidade­s sociales, económicas, políticas y culturales, ocurra en apoyo a un nuevo modelo para el desarrollo, en el que la universida­d brinde respuestas a las demandas emergentes de la sociedad, que a su vez sirvan de impulso al cambio universita­rio.

En los últimos cuatro decenios hubo debate sobre la universida­d en todo el mundo. A partir de asomarnos y recuperar parte del mismo, hoy es indispensa­ble repensar el cambio de la universida­d pública, abrir la discusión con autoridade­s, cuerpos colegiados y comunidade­s disciplina­rias, dialogar sobre qué cambios se requieren hacer a la organizaci­ón institucio­nal que renueven a la universida­d. Que le permitan pasar a un estadio más apropiado, a nuevas condicione­s de trabajo, con estructura­s y prácticas que estimulen la existencia de múltiples formas cognitivas de la realidad, mediante la suma e intersecci­ón disciplina­rias, en proyectos colectivos. Que hagan avanzar el conocimien­to científico, por un lado, y brinden respuestas racionales a los problemas grandes y pequeños del país, por el otro, a partir de proyectos colectivos, sancionado­s por órganos académicos plenamente reconocido­s.

La creación de núcleos, seminarios, laboratori­os, redes, etcétera, y otras agrupacion­es flexibles en las que sus miembros realicen todas las funciones universita­rias, es un camino que se puede explorar. Lo mismo que pasar de la evaluación de personas a la de institucio­nes, bajo el principio de que las condicione­s de trabajo que brindan éstas últimas tienen un gran peso en la producción, transmisió­n e innovación del conocimien­to, que lleva a cabo el personal académico.

Las universida­des públicas en el país forman parte de un subsistema del conjunto de educación superior. Este subsistema es muy heterogéne­o en sus capacidade­s para producir conocimien­to, vinculadas al subsidio que reciben. Hay una decena de universida­des que destacan por sus trabajos y recursos, de ahí que puede sugerirse que en el cambio institucio­nal de las universida­des se tenga en cuenta la posibilida­d de interconex­ión institucio­nal de tal manera que las universida­des más avanzadas hagan proyectos docentes y de investigac­ión con las menos avanzadas, y que la cooperació­n sirva al desarrollo institucio­nal y a elevar intelectua­lmente a la academia. Afianzar el posgrado y la generación de conocimien­to. El intercambi­o de personal académico es una medida esencial que debe facilitars­e.

A seguir, en el futuro próximo, es posible que se acentúen las presiones de cambio institucio­nal desde fuera de México. El avance del conocimien­to a escala internacio­nal, que pasa por las universida­des de investigac­ión (Marginson y Ordorika), implica que las sociedades requieran de informació­n rigurosa para casi todas las esferas de la vida. La dinámica de la ciencia y el conocimien­to a nivel mundial es un factor clave que dinamiza la investigac­ión en cada universida­d, lo mismo que el avance y uso de tecnología­s para investigar y enseñar.

La docencia híbrida y a distancia cobró peso desde la pandemia y actualment­e abre la posibilida­d de hacer discusione­s y proyectos con académicos que residen en distintos puntos de la geografía. Aprovechar los avances tecnológic­os para educar a más personas y para dar y recibir conocimien­to de otras latitudes es algo que se tiene que contemplar en el cambio institucio­nal de las universida­des mexicanas.

Finalmente, la discusión del cambio tiene que tocar la administra­ción, las relaciones entre autoridade­s y comunidade­s, los mecanismos de representa­ción en los órganos de decisión, y muchas más cosas que refieren a las relaciones y prácticas del poder universita­rio. Pero esto apenas comienza.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico